Balance

De “España tendrá un par de casos”, a más de 70.000 muertos

Los ecos de la desatinada predicción de Fernando Simón tardarán mucho en silenciarse. Esta es la cronología de una pandemia que ha hecho tambalear nuestro Estado del Bienestar y ha dejado un reguero de muertos. Muchos de ellos siguen sin ser reconocidos por el Gobierno

Los hospitales de la Comunitat Valenciana tienen ingresadas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) en estos momentos a 204 personas con coronavirus
Los hospitales de la Comunitat Valenciana tienen ingresadas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) en estos momentos a 204 personas con coronavirusJuan Carlos CárdenasEFE

Se podría decir que 2020 ha durado dos meses y medio. Los últimos que pudimos disfrutar de la vida tal y como la conocíamos: sin mascarillas, sin distancia social, sin miedo a los abrazos con familiares y amigos. Porque el 15 de marzo se terminó aquello que llamábamos normalidad. Aquel día el Gobierno decretó el primer Estado de Alarma y comenzó el Gran Confinamiento. Nadie podría imaginar en la Navidad de 2019 que ya rondaba por China un nuevo coronavirus que se propagaría por el mundo como una plaga bíblica. El 31 de diciembre el Gobierno de Xi Jinping informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de unos cuantos casos de una neumonía desconocida, vinculados en su mayoría al Mercado Mayorista de Mariscos del Sur de Wuhan. Y El 12 de enero, China avisó de que esas neumonías se debían a un nuevo coronavirus que recibió el nombre de SARS-CoV.2. Pero era tarde para actuar, pues ya se había propagado incluso fuera de Asia. Ante la rapidez de su transmisión, la OMS decretó el 30 de enero que la Covid-19 (como se nombró más tarde a la enfermedad que provoca el virus) constituía una emergencia de salud pública de carácter internacional.

Pese al aviso, nuestro país tardaría varias semanas en activar las alarmas y eso que solo un día después, el 31 de enero, se notificó el primer contagio de coronavirus dentro de nuestras fronteras. Entonces, un desconoció Fernando Simón dio su primera rueda de prensa como director del Centro de de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), un organismo creado por Ana Pastor en 2004 y que tomó relevancia en 2014 por la crisis del ébola. En esa primera comparecencia, Simón llamó a la calma en todo momento y compartió una desatinada predicción cuyos ecos tardarán mucho en silenciarse: «España no va a tener, como mucho, más de un caso diagnosticado». La cancelación del Mobile World Congress de Barcelona solo tres días después fue un preludio de lo que estaba por venir, pero el Gobierno no consideró la situación de gravedad, pese a que en China ya iban por los 2.500 muertos y los 77.000 contagios, y en España ya se estaba produciendo transmisión local. Para curarse en salud, el Gobierno aumentó el riesgo de bajo a moderado, así que la manifestación del 8-M se pudo celebrar y eso que ya se había producido la primera muerte por Covid en nuestro país, un hombre valenciano de 69 años. Aunque el Ejecutivo de Pedro Sánchez sigue sin reconocer el impacto que tuvo su decisión de no cancelar la concentración, los datos hablan por sí solos: el 1 de marzo había 100 contagiados y el 9 de marzo salieron a la luz de golpe más de 1.000. Concretamente ese lunes se cerró con 1.621, la mayoría de ellos en la Comunidad de Madrid.

Las infecciones se multiplicaban jornada tras jornada. El 11 de marzo, cuando se alcanzaron los 120.000 en todo el mundo, la mayoría en China (3.000) e Italia (600), la OMS admitió que la Covid-19 ya constituía una pandemia. En nuestro país los hospitales comenzaban a saturarse y nos empezamos a familiarizar con las medidas de higiene y distancia. Se hizo famoso aquel «Yo me quedo en casa». Pero de poco sirvió. Para contener los contagios, que ya estaban descontrolados en la Península, Pedro Sánchez decretó el 15 de marzo el primer Estado de Alarma para poder confinar a toda la población. El país echó el cerrojo cuando ya se habían diagnosticado oficialmente 10.000 casos y los muertes escalaban en una pendiente casi vertical que superaba las 200 diarias.

Los españoles, desde sus casas, contenían la respiración cada vez que Fernando Simón daba el parte del día. La barrera psicológica de los 1.000 fallecidos se alcanzó el 22 de marzo y ante el colapso de los hospitales, la Comunidad de Madrid levantó a contrarreloj el Hospital de Ifema.

El 2 de abril quedará marcado en el calendario como el día más negro de la primera ola y de toda la pandemia, tras notificarse 950 defunciones en una sola jornada. Entre marzo y mayo fallecieron 27.127 personas según los datos del Sistema de Vigilancia de la Mortalidad del INE, un 38% más de los notificados oficialmente por Sanidad. Las residencias de mayores fueron las más castigadas por el virus: el 50% de los fallecimientos se produjeron en estos centros. No fue el único error en la gestión de la pandemia. La falta de materiales de protección para los sanitarios y la adquisición de algunas partidas defectuosas también coparon muchos titulares.

«Nueva normalidad»

La curva de la mortalidad comenzó a descender en abril y a finales de mes el Gobierno anunció el plan de desescalada, compuesto por 4 fases, en las que se iban reduciendo gradualmente las restricciones de movilidad. El 21 de mayo, los españoles comenzaron a vivir esa «nueva normalidad». La mascarilla y la distancia social dejaban de ser comportamientos propios de los ciudadanos asiáticos, habituados a las pandemias. Los europeos también los empezamos a adquirir como propios.

En verano parecía que el virus daba un respiro. El 4 de julio de notificaron menos de 200 casos en un día, incluso tres jornadas, los días 2, 6 y 16, quedaron marcadas en blanco en el calendario porque no hubo muertos por Covid. Fue tan solo un espejismo. Pronto comenzaron los rebrotes, la mayoría de ellos vinculados a la movilidad de los temporeros entre Aragón y Lleida, que obligaron a confinar de nuevo territorios.

A finales de agosto, con más de 10.000 casos diarios, se percibe oficialmente una segunda oleada de coronavirus, y eso que aún las vacaciones no habían terminado y los niños no habían vuelto al colegio. El 23 de octubre se alcanza el pico, con 25.000 contagiados e incidencias altísimas en algunas regiones como Navarra, que llegó a superar los 1.000 casos por 100.000 habitantes y Aragón con tasas de más de 700 casos. La situación obligó al Gobierno junto a las comunidades a tomar de nuevo medidas drásticas, que finalmente no contemplaron el confinamiento domiciliario, pero sí un nuevo Estado de Alarma para poder decretar el toque de queda. Las restricciones que se diseñaron en un nuevo plan basado en 4 niveles de alertas funcionaron y el 9 de diciembre la curva se consideró estabilizada de nuevo con incidencias por debajo de 200. De nuevo, el viento favorable tardó poco en volverse en contra. El puente de la Constitución y el Black Friday provocaron de nuevo un incremento de los contagios y se empezó a hablar de una tercera oleada. A día de hoy la incidencia sigue aumentando, está por encima de los 260 casos por 100.000, niveles que sobrepasa el el umbral de «máximo riesgo». El ministro de Sanidad ya admite que esa tercera ola no se puede descartar . Es más, prevé que llegue al pico justo cuando la campaña de vacunación esté en pleno rendimiento.

La esperanza de las vacunas

El 27 de noviembre, para ofrecer una imagen de unidad con la UE, se vacunó a los primeros españoles, unas 10.000 personas entre mayores de residencias y su personal sociosanitario. Pero la inmunidad de rebaño no llegará hasta mayo o junio, cuando las otras vacunas contratadas por la UE (Moderna, Astrazeneca, Janssen, Johnson, Curevac y Novavax) se vayan incorporando al calendario de vacunación. Hay que tener en cuenta que hasta el momento solo el 10% de la población habría pasado el Covid y tendría anticuerpos, según el gran estudio de seroprevalencia que el Instituto Carlos III pueso en marcha en mayo. Hasta llegar al menos al 60%, el país tendrá que seguir lidiando con los contagios y la presión hospitalaria, con UCIS que superan a día de hoy el 21% de ocupación por Covid. De momento, en esta segunda y tercera oleada, ha habido tantos contagios como en la primera, aunque menos mortalidad: hasta diciembre se produjeron 15.266 defunciones, según Sanidad. Según el INE, serían un 15% más. La guerra de cifras entre ha saltado incluso a la prensa internacional. No es para menos: Si según Sanidad durante toda la pandemia han muerto 50.000 personas, el INE avisa que hay otras 20.000 que no se han incluido.