A Tu Salud

Secuelas

Avalancha de consecuencias neuropsquíatricas del Covid-19

A corto plazo, deterioro de la atención y la memoria y, a la larga, trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad y depresión.

La fatiga en los pacientes con covid persistente está relacionada con padecer ansiedad, depresión y apatía
La fatiga en los pacientes con covid persistente está relacionada con padecer ansiedad, depresión y apatíaServicio Ilustrado (Automático)UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Aunque la evidencia indica que el SARS-CoV- 2 no es un virus neutrópico (es decir, cuyo primer y principal objetivo de “ataque” sea el cerebro) hay una gran cantidad de literatura científica que avala que la infección, especialmente en su manifestación severa, deja importantes secuelas en el Sistema Nervioso Central. A esto se suma lo que conocemos de pandemias anteriores (SARS, MERS) en las que se demostró que diversos tipos de síntomas neuropsiquiátricos, como encefalopatía, cambios de humor, psicosis, disfunción neuromuscular o procesos desmielinizantes, pueden acompañar a la infección viral aguda o pueden seguir a la infección por semanas, meses o más en pacientes recuperados.

En el caso de los supervivientes de Covid-19, algunos estudios han mostrado que menos del 3% presentan secuelas neurológicas. Es el caso de un trabajo reciente, llevado a cabo por la Unidad de Neurología del Hospital Gregorio Marañón entre los pacientes hospitalizados en la primera ola de la pandemia, en el que se concluía, entre otras cosas, que las diferentes complicaciones neurológicas 9 están relacionadas con diferentes mecanismos fisiopatológicos. En esta serie de pacientes no se encontró evidencia de invasión directa del Sistema Nervioso Central por SARS-Cov-2.

Sin embargo, una nueva investigación, dirigida por la Universidad Oxford Brookes (Reino Unido),. ha descubierto que una gran proporción de los supervivientes del Covid-19 se verán afectados por complicaciones neuropsiquiátricas y cognitivas. En su trabajo, publicado en la revista Frontiers in Psychology, estos psicólogos evaluaron estudios publicados para conocer mejor los posibles efectos de la infección por el SARS-COV-2 en el cerebro, y la medida en que las personas pueden experimentar problemas de salud mental a corto y largo plazo.

El trabajo ha evidenciado que, a corto plazo, se registraron una amplia gama de problemas neuropsiquiátricos. En un estudio examinado, el 95% de los pacientes de Covid-19 clínicamente estables presentaban un trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros estudios descubrieron que entre el 17 y el 42% de los pacientes experimentaban trastornos afectivos, como la depresión. Los principales problemas cognitivos, también a corto plazo, fueron el deterioro de la atención (señalado por el 45%) y el deterioro de la memoria (entre el 13 y el 28%).

A largo plazo, los problemas neuropsiquiátricos fueron principalmente los trastornos afectivos y la fatiga, así como el deterioro de la atención (señalado por el 44%) y de la memoria (señalado entre el 28-50%).

“Entender las consecuencias neuropsiquiátricas y cognitivas de la infección es importante, ya que millones de personas se han visto afectadas por el virus y muchos casos pasan desapercibidos. Estas patologías afectan a la capacidad de las personas para trabajar con eficacia, conducir, gestionar las finanzas, tomar decisiones con conocimiento de causa y participar en las actividades familiares cotidianas. Si solo una fracción de los pacientes experimenta complicaciones neuropsiquiátricas, el impacto en los servicios de salud pública podría ser significativo”, explica uno de los autores de esta investigación, Sanjay Kumar, profesor titular de psicología de la Universidad Oxford Brookes.

El impacto de la enfermedad en el ámbito psiquiátrico se ha documentado ampliamente. Un estudio publicado en The Lancet Psychiatry, en el que se analizó si un diagnóstico de Covid-19 (en comparación con otros problemas de salud) se asociaba con un incremento de las tasas de diagnósticos psiquiátricos, mostró que padecer la infección suponía importantes incrementos en todas las categorías principales de trastornos de ansiedad, en el diagnóstico de insomnio, y que duplicaba el riesgo de demencia en personas mayores de 65 años.