Religión

Hoy se inicia

El Papa va a Irak en su viaje más difícil por el riesgo de atentados

Retoma su agenda internacional tras el paréntesis provocado por la pandemia

Ha sido un periodo difícil para todos. También para el Papa, huérfano del calor de la gente. Durante prácticamente un año, sólo se ha permitido esporádicas salidas a los alrededores de los muros vaticanos y una visita fugaz a Asís, en el centro de la península italiana.

Pero la desescalada termina oficialmente aquí. No con una visita sencilla, de cortesía, sino con un viaje a Irak. Será la primera vez que un Pontífice ponga un pie en este país árabe. En mitad de una pandemia, que aún está lejos de terminar, y el riesgo fehaciente de atentados. El más difícil todavía. «Vengo como peregrino arrepentido para implorar al Señor el perdón y la reconciliación después de años de guerra y terrorismo, para pedir a Dios el consuelo de los corazones y la curación de las heridas», dijo ayer Francisco, ante quienes dudaron de que el avión papal despegaría.

Lo hace hoy rumbo a Bagdad, desde donde regresará a Roma el próximo lunes por la mañana. Apenas tres días de visita oficial, pero con una agenda a la que no le caben ya más citas. Bergoglio acudirá a Mosul, durante años autoconsiderada capital del Estado Islámico; a Erbil, la principal ciudad kurda, a la que huyeron miles de cristianos durante los combates; o a las ruinas de Ur, donde se supone que nació Abraham, profeta de las tres religiones monoteístas.

Los pocos dirigentes que se han atrevido a volar a Irak durante los últimos años se solían quedar en la «zona verde» de Bagdad, el área supuestamente segura, donde se concentran embajadas y organismos internacionales. Francisco se moverá en avión y helicóptero por buena parte del país. Mientras que para los desplazamientos cercanos utilizará un coche blindado con las ventanillas bajadas.

Bombardeo de una base

Tan solo hace un par de días se produjo un bombardeo en una base militar al oeste del país. Se puede entender como un rescoldo más de una guerra nunca del todo terminada, pero es que hace mes y medio un doble atentado suicida en un mercado de Bagdad acabó con la vida de más de una treintena de personas. El ISIS reivindicó su autoría. Fue el momento que más se temió por la cancelación del viaje, aunque más de puertas hacia afuera.

Para el Vaticano y la Iglesia iraquí, que ha reiterado sus agradecimientos al homenaje que Francisco rendirá a su comunidad, no había dudas. Bergoglio las disipó del todo el pasado miércoles en su audiencia semanal. «Irak no puede esperar, esperaba a Juan Pablo II y se le prohibió ir. No se puede desilusionar a un pueblo la segunda vez», dijo.

El arrojo del Papa tampoco admite debate. Pero existen factores exógenos que podían haber impedido de nuevo el viaje en contra de su voluntad.

El número de casos de coronavirus en Irak se ha multiplicado en las últimas semanas, las autoridades locales han impuesto medidas restrictivas, como el toque de queda, y apenas tienen recursos para afrontar la pandemia. Tanto el Pontífice como el resto de la comitiva, incluidos los periodistas que le acompañan en el vuelo papal, llegan vacunados.

Aglomeraciones

Pero se teme porque el fervor desatado por el Papa pueda provocar aglomeraciones que agraven la situación. Los actos estarán reservados a un número limitado de personas, generalmente algunas decenas, aunque en Erbil celebrará una misa para 10.000 espectadores, que llenarán un tercio del aforo de un estadio. Tampoco está claro que las fuerzas del orden iraquíes consigan contener a los fieles que quieran estar cerca de Francisco.

Para el Vaticano, estas son cuestiones con las que lidiar. Lo más importante es trasladar su apoyo a los cristianos que han sido perseguidos durante tantos años en Irak, acercarse de nuevo al islam de una manera sincera y conciliadora y ofrecer un mensaje de apoyo a un país que vive permanentemente en situación de conflicto.

Se calcula que antes de la invasión estadounidense y la caída de Sadam Husein en 2003 había unos 1,5 millones de cristianos en territorio iraquí, de los que no quedan más que unos 300.000 aproximadamente. Muchos tuvieron que huir de un día para otro con la llegada del ISIS y ahora están intentando volver a sus casas, que han quedado destruidas. En cuanto al diálogo interreligioso, el interlocutor de Francisco será el ayatolá chií Ali Al Sistani, a quien intentará acercar al documento por la fraternidad que ha sido firmado junto al gran imán de Al Azhar, Ahmed Al Tayeb, una auténtica referencia para los suníes. El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, ha calificado la visita del Papa como «un gesto de amor».