Salud Mental

Dos zonas de Andalucía y Asturias triplican la tasa de suicidios española

Una en las inmediaciones de Antequera (Málaga) y la otra entre las comarcas asturianas de Gozón, Cangas de Narcea y Llanera. La media de casos en ambas supero los 25 en 2020, cuando en España no llega a 8 por cada 100.000 habitantes.

Entierro de Rosario Oporto, la madre de Asunta Basterra en el cementerio de Boisaca, en Santiago de Compostela, Galicia (España), a 26 de diciembre de 2020. Rosario se suicidó en la carcel.
Entierro de Rosario Oporto, la madre de Asunta Basterra en el cementerio de Boisaca, en Santiago de Compostela, Galicia (España), a 26 de diciembre de 2020. Rosario se suicidó en la carcel.Álvaro BallesterosEuropa Press

Dos comarcas españolas, una situada en el interior de Andalucía, en provincias como Málaga y Jaén, y otra ubicada en Asturias, con Cangas de Narcea y Llanera como referencias, triplican la tasa media española de suicidios desde hace al menos diez años. La primera de las áreas citadas tiene en la ciudad de Antequera (Málaga) su referencia con más población (41.000 habitantes). La Puebla de Cazalla (Sevilla, poco más de 11.000 habitantes) se sitúa en el extremo occidental de la zona, a 145 kilómetros al oeste de la jienense Alcalá La Real (21.758 habitantes y 10 suicidios en 2020).

La segunda zona está ubicada en Asturias. Eligiendo municipios con alta tasa, se podría dibujar una línea imaginaria de unos 100 kilómetros que uniera la población de Gozón con Cangas de Narcea, dejando en el medio a Llanera. Los tres municipios tienen poblaciones de unos 10.000 habitantes y grave incidencia del problema.

La tasa de suicidios media de estas zonas superó en el año 2020 los 25, cuando la tasa media de España no llega a los ocho suicidios por 100.000 habitantes (7,7), según datos del INE analizados por EFE.

Los expertos tienen algunas hipótesis para explicar por qué determinadas áreas presentan más riesgo de suicidio, aunque lo primero que advierten es que “conviene no estigmatizar las zonas, dada la complejidad del fenómeno”.

Además, varias fuentes consultadas por EFE destacan la importancia de mejorar la vigilancia de un problema social que todas las fuentes estadísticas minusvaloran, así como la conveniencia de transmitir a las personas en riesgo la existencia de alternativas.

Factores sociales

Daniel Jesús López Vega, psicólogo coordinador de la Asociación de Profesionales en Prevención y Postvención del Suicidio Papageno (papageno.es), que ha estudiado el problema en Andalucía, señala que “el fenómeno suicida es complejo y multicausal y probablemente los determinantes sociales tengan mucho que ver”.

“Cada área se caracteriza por cosas diferentes, pero probablemente compartan problemas como crisis económica, despoblación, desempleo y falta de oportunidades para los jóvenes, junto al problema de la soledad no elegida de las personas de edad más avanzada”, añade.

El catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo y Jefe de Servicio del Área Sanitaria de Oviedo Julio Bobes, concreta esta misma idea diciendo que, en determinadas zonas de Asturias, se cruzan factores genéticos y de envejecimiento con el efecto de la emigración, de raíz socieconómica.

Envejecimiento

Bobes, investigador del problema del suicidio de prestigio internacional, señala que “las poblaciones envejecidas tienen gran porcentaje de enfermedades mentales. Pero además, y por decirlo de un modo gráfico, se han marchado los más jóvenes y competentes a Madrid, Barcelona o Bilbao”. “Y entre los que se han quedado, hay una alta tasa de enfermedades mentales graves. Esto sucede desde hace más de una década. Y ese tipo de enfermedades explica buena parte de los suicidios”, concluye.

Susana Al-halabí, psicóloga y profesora experta en el suicidio, explica por su parte que, “respecto de Asturias, hay una circunstancia que es particular en comparación con otras regiones: las cuencas mineras”. “Estas zonas tienen altas tasas de desempleo y registraron consumo de drogas y alcohol durante años. Fueron zonas ricas, en las que abundaban las personas con poca formación académica pero con el futuro asegurado. Y con el cierre de las minas, muchos se vieron en su casa”.

“Además, hay mucha dispersión de núcleos poblacionales, con el consiguiente aislamiento, envejecimiento poblacional y difícil acceso a servicios de salud”, concluye.

Galicia, también en riesgo

Galicia es la segunda comunidad autónoma con mayor tasa de suicidios y, entre los municipios que ejercen efecto sobre esta posición está Laracha (Coruña), uno de los pueblos que aparece entre los primeros en el problema desde hace años. Su tasa de suicidios en 2020 fue de 17 por cada 100.000 habitantes. La tendencia, como sucede en el caso de las otras zonas señaladas, se viene presentando desde hace al menos una década.

La primacía en riesgo de suicidio de Asturias también se viene presentando a lo largo de la última década. Su tasa en 2018 era de 13,5 frente a los 7,5 nacionales y, aunque en 2019 mejoró, siguió muy por encima de la media. Así, por ejemplo, ese año sufrió un total de 128 suicidios, frente a los 335 de la Comunidad de Madrid, que tiene más de seis veces su número de habitantes.

Andalucía, posiblemente debido al efecto estadístico de las zonas citadas, también está por encima de la media española en tasas de suicidio en los últimos años. Tampoco allí el fenómeno es reciente. Un análisis de 1991, dirigido por el catedrático de psiquiatría de la Universidad de Granada Manuel Gurpegui, que ya señalaba entonces tasas de suicidio muy superiores a la media española en poblaciones cercanas a Alcalá la Real.

El Atlas Nacional de Mortalidad,un reciente estudio elaborado por la Fundación Fisabio y la Generalitat Valenciana, apunta que “si hay una causa de muerte que hace despuntar a Málaga es el suicidio. La provincia está cerca de doblar la media nacional. En concreto, registra un riesgo de morir por este motivo, haciendo la media de todos los municipios, 87 puntos por encima del promedio”.