Choque cultural
¿De dónde surge la costumbre de quitarse los zapatos al entrar en casa?
Este asunto, aparentemente banal, tiene su peso cuando viajamos a otros países en los que sí se mantiene esta costumbre… y puede crear un pequeño choque cultural
¿Alguna se ha planteado lo extraños y particulares que son alguno de sus hábitos cotidianos? Sean cuales sean, e independientemente de si los realiza de forma consciente o inconsciente... contarán una historia sobre la forma en que vives tu vida, de la cultura en la que vives y de cómo esta se ha visto afectada por la historia. El ejemplo más claro que podemos encontrar en nuestro país es la siesta. Es una excepción cultural en toda regla... en el resto del mundo esta costumbre está muy lejos de ser algo común.
Algo diferente ocurre con la costumbre de quitarse los zapatos al entrar en casa. Podemos decir que el mundo está -literalmente- dividido en dos, entre aquellos países que se quitan los zapatos y aquellos en los que no. Este asunto, aparentemente banal, tiene su peso cuando viajamos a otros países en los que sí se mantiene esta costumbre… y puede crear un pequeño choque cultural. Si se fija en el mapamundi, podrá observar cómo el continente europeo está partido por la mitad: los países de la Europa occidental -como España, Francia o Italia- se dejan los zapatos puestos en casa; mientras que en los países europeos más orientales -como Alemania, República Checa, o Finlandia- prefieren quitárselos.
El profesor de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Complutense de Madrid, David Sevillano-López, explica a la BBC que el origen de esta costumbre “posiblemente se encuentre en China”, que es el foco cultural del que bebieron otras muchas culturas. Y con el tiempo, esta costumbre pudo extenderse a otras partes del mundo. El experto explicó que esto tiene que ver con la propia arquitectura tradicional china: “La casa tradicional consiste en una planta cuadrada en la que las habitaciones son estancias independientes que se distribuyen alrededor de patios”.
Eso significa que -para pasar de una habitación a otra- era frecuente tener que atravesar alguno de los patios y -por lo tanto- pisar la arena y la suciedad del exterior. “Por lo tanto, si no se tenía cuidado, el sitio donde te sentabas, comías o incluso podías llegar a dormir lo llenabas de la suciedad de la calle. Para evitar esto, que podía ser bastante desagradable, se generaron una serie de convenciones, principalmente entre la nobleza, que con el paso del tiempo se generalizó entre toda la población”.
Esto mismo que sucedió en China hace ya miles de años, pudo suceder de la misma forma en otros muchos países y culturas. Al fin y al cabo, los pies siempre se han asociado con la impureza. Algo normal, por otra parte. Porque los zapatos son los elementos que están más en contacto con las bacterias. De acuerdo con un estudio del año 2018 realizado sobre la población española, en los zapatos analizados se encontraron alrededor de 421.000 bacterias en el exterior y un promedio de 2.887 en su interior. Y no solo eso, es que -además- esos microorganismos no eran precisamente “cándidos”. Porque se pudieron encontrar algunas como la del “E. coli”.
Es decir, que quizás la pregunta no es qué llevo a algunas culturas -como las orientales o las islámicas- ha empezar a quitarse los zapatos antes de entrar en casa, porque la respuesta es bastante lógica... y de hecho, es la opción más saludable. La pregunta que quizás debamos hacernos es “¿Por qué nosotros seguimos metiendo los zapatos dentro de nuestro hogar?”.
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