Tecnología

Jorge ha inventado el móvil con el que sueña tu abuela

Harto de no poder hablar con la suya, Maximiliana, creó un aparato sencillo del que ya ha vendido un millar de copias

Jorge posa con su abuela y el teléfono hecho a su medida
Jorge posa con su abuela y el teléfono hecho a su medidaLa RazónLa Razón

Hace dos años, harto de no pode hablar como dios manda con su abuela Maximiliana, Jorge Terreu se puso a darle vueltas a qué podía hacer. Se encontraba en Francia estudiando Ingeniería Informática con una beca Erasmus y resolvió que lo mejor era regalarle un móvil que ella pudiera entender. Desde su casa en Zaragoza, este joven de 24 años recuerda cómo empezó todo: «Ella no se entendía nada con la tecnología, así que pensé en coger un teléfono cualquiera y apañarlo para que solo hiciera llamadas y videollamadas y que se descolgara nada más cogerlo. Que ella no tuviera que hacer nada. Así arrancó el proyecto y tengo que reconocer que me llevó más tiempo del que había planeado. En lugar de dos o tres semanas fueron dos o tres meses».

El modelo elegido por Jorge fue un Xiaomi básico. Alrededor de junio de 2020 ya lo tenía listo y se lo llevó a su abuela para que lo probara durante un tiempo. Dice este joven ingeniero que, de forma natural, fueron eligiendo esa forma de comunicarse en lugar del teléfono de línea fija. En la pantalla de inicio (en realidad, la única) colocó su propia foto y la de los familiares más cercanos. «La verdad es que caló muy bien entre todos. Sobre todo a mi madre le facilitó mucho la vida porque antes, si mi abuela no cogía el teléfono, se acaba preocupando y tenía que desplazarse al domicilio para comprobar que estaba bien. Ahora podía verla de una manera fácil y rápida».

¿Y qué le pareció a Maximiliana? Cuenta el nieto que al principio se asustó un poco al ver «aquel aparato tan negro» y que no quería ni tocarlo, pero que a las dos o tres semanas ya estaba disfrutando de lo lindo. Podía hablar y ver a sus nietos, lo cual era mucho más gratificante que escuchar solo sus voces. «Del miedo inicial pasó rápidamente a adorarlo. Cuando llevaba varios meses usándolo me di cuenta de que mi abuela no era una excepción, que había mucha gente mayor en la misma situación».

Maximiliana y Conchita, presidenta "honorífica" y "community manager"
Maximiliana y Conchita, presidenta "honorífica" y "community manager"La RazónLa Razón

El siguiente paso de Jorge fue preparar otros cinco terminales más de la misma forma y llevarlos al Hospital Clínico de Zaragoza para que pudieran usarlos los pacientes ingresados con Covid-19. Fue una forma de «echar una mano» y, al mismo tiempo, comprobar si aquel regalo a su abuela querida podía convertirse en algo más. Los cinco teléfonos permanecieron allí unos dos meses y el «feedback» de las familias no pudo ser mejor. Lo cierto es que no existía nada parecido en el mercado y aquella idea de Jorge había facilitado y mejorado sus vidas.

Cuenta Terreu que aquella primera tentativa salió en un par de medios de comunicación y un aspirante a inversor le contactó para apoyar la empresa y «hacerla crecer». Bastaron 60.000 euros para ponerse en marcha. Contrató a un par de personas para que lo ayudaran y se instalaron en una oficina. Hicieron una propuesta comercial al fabricante del aparato y comenzaron a perfilar los procedimientos de trabajo. «Nos llega un lote de terminales y lo reprogramamos para que solo aparezcan en la pantalla las fotos de los familiares. Nada más cogerlo, el móvil se activa y la persona solo tiene que tocar la cara del interlocutor al que quiere llamar. No hay contraseña, ni nada parecido. Por defecto, es una llamada solo de voz, pero el receptor puede cambiarla a vídeo».

Con el tiempo, han ido ajustando unas cosas y mejorando otras. Por ejemplo, se dieron cuenta de que los abuelos llamaban por error demasiado a menudo y acabaron descubriendo que era porque cuando recibían visitas enseñaban las fotos de los nietos en el teléfono, como si fuera un marco. Así que ahora son necesarios dos toques sobre la imagen para dejar claro que no solo están fardando de nietos.

Todas las novedades las prueban con los abuelos de los ocho trabajadores que ahora están en plantilla. De hecho, una de ella, Conchita, de 82 años, está contratada como «community manager». Una de las últimas mejoras es la posibilidad de hacer una llamada de emergencia agitando el aparato varias veces, una función que quieren ampliar a la voz. Los familiares también pueden ver la carga del teléfono o si está enchufado y disponen de un mapa en el que se marca la ubicación. El teléfono de Maximiliana, que ha quedado como «presidenta honorífica», ya lo tienen 1000 personas y la facturación de la empresa supera los 300.000 euros. Por 29,90 al mes se puede contratar este servicio totalmente pionero en nuestro país.