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Adiós a las aceiteras abiertas de los bares

Adiós a las aceiteras abiertas de los bares
Adiós a las aceiteras abiertas de los bareslarazon

No decimos nada nuevo si recordamos que España es una potencia mundial en producción de aceite de oliva. Nuestras nueve denominaciones de origen tienen prestigio internacional, de ahí que exportemos a los cinco continentes –más de 300.000 toneladas al año durante la última década–. Pero para conseguir este reconocimiento, la labor del marketing que se ha realizado desde nuestro país ha sido indispensable. Y a este fomento del «made in Spain» se ha sumado el Gobierno actual y sobre todo, el Ministerio de Agricultura que dirige Miguel Arias Cañete. Ayer, tras varios anuncios durante los últimos meses, el Consejo de Ministros aprobó la implantación obligatoria en todos los bares, restaurantes y servicios de restauración de las aceiteras no rellenables. «Todo el mundo gana», comentó Isabel García Tejerina, secretaria general de Agricultura y Alimentación, tanto los consumidores como el sector del aceite de oliva, porque «ahora todo el mundo se esmerará por seguir aumentando la ya altísima calidad del producto».

El real decreto que ha impulsado la cartera de Cañete establece que los aceites que se pongan a disposición del consumidor en los establecimientos de hostelería, restauración y en los servicios de catering «deberán presentarse en envases etiquetados, estar provistos de un sistema de apertura que pierda su integridad tras su primera utilización y disponer de un sistema de protección que impida» volver a rellenarlo «una vez agotado su contenido original». Esto pone fin –a partir del 1 de enero de 2014– al modelo actual de aceitera que se diferenciaba, en muchos casos, por los restos que chorreaban tras aliñar una ensalada o una tostada con aceite. De acuerdo con el Ministerio, la iniciativa tiene como objetivo «mejorar la imagen del producto, en particular de las denominaciones de origen protegidas y de las marcas productoras consolidadas en el mercado».

Tanto los agricultores como las empresas distribuidoras han aplaudido la medida del Gobierno porque consideran que refleja «una apuesta por la calidad en mayúsculas de uno de los productos más importantes de la gastronomía española», comenta la productora LA Organic. También comunidades autónomas como Andalucía, donde el cultivo de la oliva es una de sus principales fuentes de ingresos, ve con buenos ojos el decreto estatal. Elena Víboras, consejera de Agricultura de la Junta, mostró su «apoyo sin fisuras» a la medida.

Los más reticentes a la norma son los hosteleros, los principales perjudicados, que consideran que con la imposición del etiquetado de las monodosis van a perder dinero. CECU, asociación de consumidores, también teme que los bares encarezcan sus precios tras la prohibición de rellenar las aceiteras.

A favor: Reconocer la calidad de la oliva virgen extra; Diego Juste, Portavoz de la Unión de Pequeños Agricultores

Apoyamos completamente la medida porque la llevamos reclamando bastante tiempo y nos parece muy positiva. Es un reconocimiento a la calidad de los aceites de oliva vírgenes españoles, que llevan años sufriendo una banalización del producto y unos precios injustos, por lo que los agricultores españoles apenas están consiguiendo cubrir los costes de producción desde hace mucho tiempo. Es una iniciativa que valora el esfuerzo de los trabajadores de la oliva, así como de las cooperativas que nos asociamos para conseguir mejores precios para nuestros productos y, en definitiva, una apuesta por nuestro género. Una aceitera irrellenable es una aceitera con etiqueta, con reconocimiento de calidad. Un valor añadido que va a estar a disposición del consumidor español. También hemos pedido la medida a nivel europeo, pero Europa dijo hace unos meses que no, y nos sorprendió y disgustó bastante. Ahora parece que, tras muchos años, vamos a conseguir imponerlo en España.

En contra: Elevará los costes y es poco sostenible; Santiago Gallego, Secretario general de la Federación Española de Hostelería

Nos hubiera gustado un modelo más cooperativo; es cierto que la imposición no es lo que más nos agrada. Ya es posible disponer de estos modelos de aceitera, son muchos los establecimientos que tienen monodosis o modelos irrellenables a disposición. Nuestros temores tienen varios frentes: el primero es que nos tememos un incremento de costes importante ya que el sector hostelero compra el aceite a granel, en formatos de cinco litros, y tiene un coste más interesante. La segunda dificultad la vemos respecto a la sostenibilidad porque creemos que debe ser un valor importante del crecimiento y desarrollo económico y este modelo es un gran generador de residuos de envases. El tercer aspecto tiene que ver con la estrategia de reducción de desperdicio alimentario. Esta medida impone formatos monodosis, que difícilmente se consumen en un solo uso, por lo que creemos que va a suponer un alto derroche de aceite de oliva en el futuro.