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Crimen

Así son los "putikaraokes": locales para la comunidad china en España que esconden redes de trata de blancas

En el extrarradio de Madrid funcionan karaokes que solo atienden a clientes chinos, donde jóvenes asiáticas trabajan como "chicas-imagen" antes de ser trasladadas a pisos de prostitución

Dentro del karaoke la oferta se completa con drogas dispuestas en bandejas, desde ketamina hasta sobres monodosis de cocaína Canva

Los "putikaraokes" operan como escaparates donde jóvenes, muchas de ellas de nacionalidad china y ucraniana, son presentadas ante los clientes bajo la apariencia de ser"chicas-imagen".

En realidad, constituyen la primera fase de una cadena de explotación que culmina en la trata de personas. El local dispone de una “habitación nido”, un espacio reservado donde aguardan hasta ser seleccionadas por los clientes.

Por permanecer sentadas, sonreír o integrarse mínimamente en la fiesta pueden cobrar hasta 300 euros en una noche, aunque los servicios sexuales se pactan y consumen fuera, en hoteles o pisos privados.

La selección de clientes es estricta: los precios de entrada varían según el origen, siendo más baratos para asiáticos y elevados para occidentales, que solo acceden en fechas señaladas o con previa invitación.

Este filtro garantiza un entorno controlado y dificulta la infiltración policial. Las mujeres, por su parte, apenas hablan español o inglés, lo que dificulta la identificación y la declaración. En sede policial siempre acuden acompañadas de intérprete, pero el silencio que mantienen responde tanto a la barrera lingüística como a la presión ejercida por las redes que las gestionan.

De la pista de baile al piso clandestino

El inspector jefe Víctor de las Heras destaca la apariencia infantil de las trabajadoras: “Tienen alrededor de 19 años, pero con ese maquillaje y esa ropa parecen niñas de 15”.

Aunque los responsables evitan emplear a menores para no incurrir en delito, la estética buscada se aproxima a la adolescencia.

Los denominados puti-pisos, donde la explotación se intensifica, son la evolución final de este negocio. El cambio de escenario supone un salto cualitativo en la rentabilidad del negocio: sin licencia horaria ni control administrativo, los pisos pueden facturar miles de euros en pocas horas.

Dentro del karaoke la oferta se completa con drogas dispuestas en bandejas, desde ketamina hasta sobres monodosis de cocaína, y sustancias como el “agua de Dios”, un gel químico que actúa como desinhibidor sexual y se administra en toallitas. Su uso es extendido entre la clientela asiática y constituye un riesgo invisible para quien lo desconoce.

La policía considera vital localizar la “habitación nido” en cada operativo, ya que esa puerta es el único acceso directo a las mujeres antes de que desaparezcan del circuito visible y pasen a la clandestinidad de los pisos.