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Teología de la Historia

Beauraing y Banneux: continuación de Fátima para evitar la Segunda Guerra Mundial

En el periodo de entreguerras y en Europa tuvieron lugar dos mariofanías más, muy significativas y relativamente poco conocidas

Mariette Beco LR

En el siglo XX sucedieron las dos mayores guerras que el mundo ha padecido desde que se tiene conocimiento en la Historia. Como también se produjo una aparición mariana sucedida en pleno desarrollo de la primera de esas guerras, para conseguir su final, anunciar el peligro de «una mayor» posterior y el remedio para evitarla. Esta mariofanía es sabido que se produjo en Fátima, una pequeña y desconocida aldea portuguesa en 1917, el cuarto año de la contienda mundial que había comenzado en 1914. Allí les dirá a los tres pastorinhos el 13 de julio de aquel año, que «esa guerra acabaría pronto», pero que «si no había conversión, vendría otra mayor». Y así sucedió en efecto; finalizaría el 11 de noviembre del año siguiente, 1918, cuando ni política, ni militarmente se preveía en absoluto aquel rápido desenlace. En cuanto a esa otra «guerra mayor» −que sería la Segunda Guerra Mundial−, les anunció a los tres niños que «las guerras eran consecuencia de los pecados de los hombres», y por ello les comunicó que la conversión era el remedio para evitarlas.

Ya hemos tenido ocasión de dedicar varios capítulos a «Fátima», un acontecimiento cuyo mensaje sigue siendo de plena actualidad en un mundo en el que la guerra sigue presente con su reguero de muerte y desolación por donde transcurre. Pero junto a esa tan importante y conocida mariofanía, en el periodo de entreguerras y en Europa, escenario del desencadenamiento de las dos grandes contiendas, tuvieron lugar dos mariofanías más, muy significativas y relativamente poco conocidas. En ambas se dieron unas señaladas coincidencias con el contenido del mensaje de Fátima y con posteriores acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Sucedieron las dos en muy pequeñas localidades de Bélgica, distantes entre sí apenas 85 kilómetros, e inmediatamente una a continuación de la otra. La primera en Beauraing, donde hubo 33 apariciones a cinco niños de esa localidad, comenzadas el 29 de noviembre de 1932, siendo la última el 3 de enero de 1933. La otra revelación de la Virgen María se localizará en Banneux a una niña de 11 años, Mariette, apenas doce días después de esa última, lo que ya expresa la muy destacada «coincidencia» tanto geográfica como temporal entre ambas. Por supuesto también señala un evidente designio de la Providencia −«En los designios de la Providencia no hay meras coincidencias»− que nos invita a un detallado estudio para su conocimiento.

Empezaremos por destacar su vinculación con Fátima, dada su conexión temporal, sucedida 15 años después; también la motivación de las mismas, basadas en la oración y la conversión para evitar la tragedia bélica que se desencadenaría en 1939. A destacar, de igual modo, que el principal protagonista de que esa tragedia se produjera, Adolf Hitler, llegó al poder designado por el presidente Hindenburg apenas unos días después del comienzo de las de Banneux y mientras éstas se producían hasta el 2 de marzo. Fue el día 30 de enero de 1933 al frente del partido «nacional socialista obrero alemán», conocido como el partido nazi. Destacaremos también que cuando el 10 de mayo de 1940 Hitler comenzó la invasión de Francia y el Benelux (Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo), los vecinos de Banneux suplicaron a la Virgen que les protegiera de los bombardeos del ejército del Tercer Reich, de tal manera que la localidad quedó totalmente a salvo, mientras la vecina Louveigné resultó arrasada. Ambas apariciones fueron aprobadas por la Santa Sede −además de por sus respectivos obispos− en 1949: Beauraing el 2 de julio y Banneux el 22 de agosto.

Sirva este relato antes de la descripción de las mismas para así poner de manifiesto su destacado interés para la Teología de la Historia. Todo el desarrollo de los acontecimientos son reveladores a esos efectos. La denominación del lugar Banneux viene de «banal», lugar trivial, y la Virgen allí se aparecerá como la Virgen de los Pobres, en un humilde enclave habitado por sencillos obreros rodeado de prados y bosques. La Virgen escogió estar entre los más necesitados; la misma familia de Mariette hizo su humilde casa con sus propias manos. Por su parte, en Beauraing el mensaje principal dado a la joven Fernanda fue: «¿Amáis a mi Hijo? Entonces sacrificaos por mí»; y los niños tuvieron que sufrir mucho por mantenerse fieles a Ella. La vida cristiana es ante todo comunión en el amor: Dios es Amor. Fue el 15 de enero de 1933 cuando la Virgen María, que se presentó como la «Virgen de los pobres», se apareció por primera vez a Mariette Beco en Banneux, a la que le seguirán siete apariciones suyas más, siendo la última el 2 de marzo de ese año 1933. La pequeña vivía en una humilde casa rural, de una familia numerosa y de unos padres que no practicaban ninguna religión. Le señalaría una fuente de la que su agua curaría a muchos sus cuerpos y almas, pero exigiendo la fe para ello. De hecho, en tres ocasiones en las que Mariette no pudo acceder al agua por diversos obstáculos dejó a la fuente sin uso. Un claro ejemplo de que la gracia requiere de la correspondencia por parte de quien la recibe.

Ha dado lugar a no pocas reflexiones el hecho de que el país elegido por la Virgen para aparecerse y dar esos mensajes a la humanidad fuera Bélgica y en dos lugares tan próximos en el espacio y el tiempo de entreguerras. Si bien es cierto que Hitler invadió este país, no fue la única nación en padecerlo, pues unas cuantas más sufrieron esa experiencia, como es sabido: Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Noruega, Dinamarca… Una posible razón para esta elección es que Dios, desde su «eterno presente», ya conocía el uso de la libertad que harían los hombres y sabía del destacado papel que jugaría Bélgica en la Europa del futuro. Durante la misma Segunda Guerra Mundial, el uranio, mineral imprescindible para la bomba atómica, procedía de una importante colonia suya, precisamente el Congo belga. Asimismo, su capital Bruselas, sería la sede de las instituciones destinadas a gobernar la Europa occidental (otrora la Cristiandad); y porque claramente está

sumida en un proceso de acusada descristianización. Las leyes y demás normas que emanan de la Comisión y el Parlamento

de Europa son totalmente opuestas a la

ley de Dios, promoviendo lo que Benedicto XVI denominó como el «credo del Anti-

cristo»: el aborto, la eutanasia y la ideología de género.

La Virgen en Fátima anunció el remedio contra las guerras, y lo reafirmó en Beauraing y Banneux, justo cuando Hitler asumió el poder. La conversión mediante la oración y la penitencia es la vacuna espiritual y humana para hacerles frente, mientras actualmente contemplamos lo que desde Bruselas se considera como tal: más armamento, un rearme militar, cuando lo que se necesita es un auténtico rearme espiritual.

El Papa san Juan Pablo II, que había peregrinado al santuario de Banneux, se refirió en el año 2000 a la actualidad del mensaje de esta aparición: «Algunos años antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1933, María aparecía en Banneux como mensajera de la paz, exhortaba a los protagonistas de la sociedad a convertirse en artífices de paz…». Invitando a todo hombre a asistir a sus hermanos, a los más despreciados, a los más humildes y a los que sufren, porque son los predilectos de Dios.

También hoy tenemos que rezar para que María, mediadora de gracia, siempre atenta y solícita para con todos sus hijos, alcance para la humanidad entera el don precioso de la concordia y de la paz.

Hoy Banneux y Beauraing son lugares de acogida de centenares de miles de peregrinos que acuden atraídos por el mensaje de paz que la Virgen quiso trasladar a la humanidad en momentos en los que la tragedia se acercaba rápidamente. No eran aquellos tiempos muy distintos en muchos aspectos a los que vivimos ahora. Bruselas apela a un urgente y necesario rearme militar con importantes incrementos de las partidas económicas destinadas a la adquisición de drones, aviones, misiles, cañones, barcos, etc. Y lo que se necesita es un «rearme» de oración y rezo del Rosario. Como pidió en Fátima, Beauring y Banneux.