Opinión

Las buenas costumbres

Dice Anthony Hopkins que cada mañana al despertarse se dice a sí mismo “¡vaya, estoy vivo, voy a hacer travesuras!"

Marina Castaño
Marina CastañolarazonLa Razón

Creo que es inteligente imitar a los sabios, a los triunfadores o a quienes demuestran haber tenido buenos éxitos en la vida. Siempre nos dejan frases, al menos para analizar, pensar, reflexionar y, una vez bien pulidas por nuestra cabeza, emular. Algunas simplemente a primera vista parecen válidas para aplicar a nuestro día a día. Dice Anthony Hopkins que cada mañana al despertarse se dice a sí mismo “¡vaya, estoy vivo, voy a hacer travesuras!”. Es una forma de aplicar el optimismo y la esperanza, muy al contrario de pensar que siempre hay que empezar de nuevo y que la vida es dura de asumir. También, recientemente, y creo que alguna vez lo hemos comentado, declaró que le iba mucho mejor desde que decidió dejar el azúcar y eliminar de su entorno a las personas tóxicas; que el éxito no es la clave de la felicidad sino que la felicidad es la clave del éxito y que los errores del pasado no deben dirigir nuestro futuro. Tiene ochenta y seis años y toda la gloria recibida por su trayectoria profesional. Otra máxima que se aplica es no estar apegado a la pantalla del teléfono, algo que le viene un poco a destiempo dada su edad, pero que también resulta un ejemplo a seguir. Algunos, como Jeff Bezos, que en cierta medida debe su éxito a los móviles a través de los que realiza sus millonarias ventas de Amazon, tiene como una costumbre impuesta a su familia no utilizar los celulares en los tiempos de ocio, al sentarse a la mesa y en los momentos que la vida y el trabajo les permite estar juntos. Quizá vivimos demasiado esclavos de la extrema comunicación a la que hoy día estamos sometidos y dejamos de lado el placer y el gozo derivados de la relación con los más cercanos. El teléfono encima de la mesa o pegado a nuestro cuerpo funciona ya como un apéndice de nosotros mismos sin el cual difícilmente podemos pasar; quizá fuera sano probar a prescindir de adictivo artefacto, salvo emergencias, y prestar más atención a poner en práctica las frases y las experiencias de los que de verdad saben. Al menos ellos predican con el ejemplo.