Astronomía

Tres burbujas en el espacio

El descubrimiento de una burbuja triple, formada por tres cáscaras de supernova y observada por científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), permite comprender mejor los procesos de retroalimentación en los discos galácticos

Tres burbujas en el espacio
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A sus descubridores le ha recordado a las matrioshka, las célebres muñecas rusas que van escondiendo enn su interior réplicas cada vez más pequeñas. En este caso, tres. Pero, bien mirado, también puede evocar una hermosa explosión de fuegos artificiales en pleno cielo.

El fenómeno, y esto es lo importante, es la primera vez que se detecta en el espacio, y ha permitido dar una agradable sorpresa a un grupo de astrónomos liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

Se trata en concreto del primer ejemplo de tres cáscaras de supernova concéntricas, que se han detectado gracias a la moderna tecnología de detección que aporta el llamado programa BUBBLY, un método desarrollado por el mismo equipo para detectar enormes burbujas de gas en expansión en el medio interestelar.

Esta vez, los investigadores hallaron este objeto mientras observaban una de nuestras galaxias vecinas, M33 o galaxia del Triángulo. Los resultados, que se han publicado en la revista Monthly Notices Letters of the Royal Astronomical Society, ayudan a entender el fenómeno de retroalimentación, un proceso clave que controla la formación estelar en los discos galácticos y la diseminación de los elementos químicos producidos en las estrellas masivas.

Según explica el IAC en un comunicado, el grupo de investigadores ha ido construyendo una base de datos de superburbujas con observaciones de varias galaxias locales y, usando el espectrógrafo bidmensional de muy alta resolución GHaFaS (Galaxy Halpha Fabry-Perot System), ubicado en el Telescopio William Herschel (WHT) de 4,2 metros del Grupo de Telescopios Isaac Newton (ING), en el Observatorio del Roque de los Muchachos, en Garafía (La Palma), han podido medir estos fenómenos, cuyo tamaño varía dentro de un rango de unos pocos y un par de miles de años luz.

Las burbujas, que se producen alrededor de los cúmulos de estrellas jóvenes (el Sol se encuentra dentro de una, producida por un grupo de estrellas en la dirección de la constelación del Escorpión) pueden tener estructuras complejas debido a los potentes vientos estelares y las explosiones de supernovas de las estrellas individuales del cúmulo. Se suelen mezclar, e incluso fusionar con cierta rapidez, pero hasta ahora no se había encontrado burbujas concéntricas coexistiendo.

“Este fenómeno –explica John Beckman, coautor del artículo- sirve para explorar el medio interestelar de una manera única. Las masas en las tres cáscaras varían entre 50 y 200 veces la masa del Sol. Sin embargo si una supernova puede expulsar, como mucho, diez veces las masa del sol, ¿dónde obtienen el gas la segunda y la tercera cáscara si la primera supernova barre el medio interestelar por completo?”

La respuesta se encuentra en el gas circundante, es decir, en la falta de uniformidad del medio interestelar. “Debe haber –comenta Artemi Camps Fariña, primer autor de la investigación- densos grumos gaseosos rodeados por espacio con gases de poca densidad. Una supernova no barre simplemente el gas, sino que evapora las capas externos de eso grumos, dejando su parte interior intacta, con lo cual pueden contribuir a la producción de la segunda y la tercera cáscara”.

“La presencia de las burbujas –añade Artemi- explica porqué la formación estelar ha ocurrido con un ritmo mucho mas lento que la predicha por los modelos simples de evolución de las galaxias. Las mismas participan en el proceso de retroalimentación, que es muy común en los discos galácticos, y si no fuera por él, las galaxias espirales tendrían vidas muy cortas y nuestra existencia sería improbable”, concluye. Aunque la concepción de un medio interestelar inhomogéneo no es nueva, estos resultados dan evidencia más clara y cuantitativa de la estructura y del proceso de retroalimentación en los discos galácticos. Con esta técnica, BUBBLY, se podrán hacer estudios estadísticos de estos efectos en el futuro, destaca el Instituto de Astrofísica de Canarias.