Traumatología
Cómo cuidar la columna vertebral para evitar una hernia discal
Conoce las causas y los síntomas más característicos de la hernia discal y como disminuirlos
Para entender algunos de los problemas que se producen en la espalda, a consecuencia del envejecimiento o de algunas lesiones, es importante saber cómo funciona la columna vertebral. Esta sostiene la cabeza, los hombros y la parte superior del organismo. Nos permite mantenernos erguidos y nos otorga flexibilidad para poder girar e inclinar el cuerpo, además protege la médula espinal. Durante la niñez está formada por 33 vértebras, que se convierten en 26 en la edad adulta. Se divide en siete áreas y cada una cuenta con un número de concreto: hay siete en la región cervical, 12 en la dorsal o torácica, cinco en la lumbar, otras cinco en la región sacro-axial y cuatro en el coxis.
Las vértebras están separadas entre sí por unos discos blandos, que se pueden comprimir, llamados discos intervertebrales. Estos están compuestos, en su parte central por el núcleo pulposo que es gelatinoso y les da flexibilidad y fuerza. En la parte externa se encuentra el anillo fibroso, formado por fibras de colágeno, parecidas a bandas elásticas.
Cuando estamos de pie o en movimiento, el peso del cuerpo recae sobre el núcleo, lo que hace que éste se agrande, pero el anillo fibroso ayuda a que se mantenga en su lugar. Así se distribuye mejor la carga y la presión que soporta la columna. Se puede decir que los discos funcionan como un amortiguador. “En el movimiento de extensión, la vértebra superior se desplaza hacia atrás con lo que el núcleo se engrosa por delante, provocando un aumento de carga en las fibras anteriores del anillo que, cuando alcanza el umbral de tolerancia, hacen que dicha vértebra recupere la posición previa” explica el doctor Ghassan Elgeadi Saleh, especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología y Jefe de Servicio de los Hospitales Quirónsalud San José y Quirónsalud Valle del Henares.
El disco intervertebral es una estructura con muchas terminaciones nerviosas que desembocan en el anillo fibroso, lo que hace que muchas lesiones en esta área provoquen malestar. Así, cuando el material del núcleo pulposo se sale del anillo porque las fibras de colágeno que lo componen se han roto o se han deteriorado, se produce una hernia discal, también llamada disco deslizado o disco roto, debido a que este no es capaz de regresar a su estado original, generando desde molestia en las extremidades hasta lumbalgia o cervicalgia. Dicha patología puede ocurrir en cualquier zona de la columna vertebral, pero es más frecuente en la región lumbar causando dolor en las piernas. Sin embargo, cuando sucede en la zona cervical, afecta los brazos.
La formación de esta afección puede tener diferentes orígenes, como puede ser un traumatismo, realizar movimientos forzados repetidamente o componentes genéticos, pero la causa principal es por un problema degenerativo. A medida que se envejece, los discos se vuelven menos flexibles y, por lo tanto, más propensos a romperse o desgarrarse. Es el resultado de un desgaste natural llamado degeneración discal. “Las hernias discales se suelen ver en edades intermedias de la vida, para que un disco se hernie debe ser gelatinoso y en personas de edad avanzada está tan seco que es más raro que surjan” puntualiza el doctor Elgeadi.
Hay factores que pueden aumentar el riesgo de sufrirla como el sobrepeso, al conllevar un exceso de presión en los discos de la región lumbar; y los trabajos que implican movimientos repetitivos como levantar o empujar objetos pesados, o en los que hay que estar sentado durante largos periodos de tiempo, lo que hace que la columna vertebral se resienta. El sedentarismo y la falta de ejercicio físico también provocan debilidad muscular y poca flexibilidad, aumentando la posibilidad de padecer una. Además, los hábitos de vida poco saludables son una variable importante para sufrir esta patología, como puede ser el tabaquismo, ya que disminuye el suministro de oxígeno a los discos y hace que se deterioren más rápidamente.
El diagnostico que se lleva a cabo para detectar una hernia discal es a través de una resonancia magnética o un escáner en caso de que la persona lleve un marcapasos. Una vez diagnosticado el problema, el tratamiento consiste, principalmente en aliviar el dolor con analgésicos y ejercicio moderado. La mayoría de los pacientes mejoran al cabo de las 8 o 12 semanas de tratamiento. Sin embargo, “si el dolor se prolonga o si se presentan alteraciones en los esfínteres, se podría requerir una intervención quirúrgica. Actualmente las técnicas pueden ir desde la cirugía abierta tradicional hasta procedimientos mínimamente invasivos” añade el especialista.
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