Conferencia Episcopal Española

A la conquista del alejado: catas de vino y «escape room»

La Iglesia celebra en Madrid el Encuentro de Laicos,

un «think tank» para compartir experiencias de primer anuncio del Evangelio en una sociedad descristianizada

Retratos del Cardenal Omella, nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española
El cardenal Juan José Omella hizo la apertura del encuentroRicardo RubioEuropa Press

Seis de cada diez españoles se confiesan católicos. Y bajando. De ellos, solo un 11,6% acude todos los domingos a misa. Son los datos del CIS de Tezanos, que la Iglesia corrobora ante los bancos vacíos que se divisan en los templos, especialmente por el hueco que dejan los más jóvenes. Tanto es así que este fin de semana Madrid acoge un «think tank», un laboratorio de ideas y experiencias para revertir esta tendencia a través de lo que en la jerga eclesial se denomina «primer anuncio». O lo que es lo mismo, cómo dar a conocer a Cristo desde cero en una sociedad descreída y que ni tan siquiera se sabe el «Jesusitodemivida». Es la razón de ser del Encuentro de Laicos, organizado por la Conferencia Episcopal Española, y que reúne a 700 personas llegadas de toda España. Con el respaldo de una treintena de obispos, además de sacerdotes y religiosos, la mayoría de los participantes son católicos de a pie, como un signo de que la responsabilidad de contagiar el Evangelio no es solo cosas de curas o monjas.

Así lo puso de manifiesto el propio nuncio vaticano, Bernardito Auza, ayer en la apertura de esta cumbre de reconexión. «Ya son varias las décadas en las que, especialmente en Europa, el hombre viene marcado por la secularización o, con otra acepción, la descristianización», plantea el diplomático filipino, sabedor de que «son muchos los que pueden trascurrir una vida sin que su destino esté marcado por ningún signo religioso».

Lo cierto es que, además de realidades eclesiales consolidas como el Opus Dei o el Camino Neocatecumenal que han permitido reenganchar a no pocos españoles a la Iglesia, en estos últimos años se han multiplicado lo que se conocen como «experiencias de impacto» esto es, métodos en algunos casos de importación y de origen evangélico que propician conversiones exprés en un fin de semana, como los retiros Emaús o Effetá, o con unas semanas más, como las llamadas Cenas Alpha. A estas propuestas se une el auge de Hakuna, la realidad eclesial iniciada por el sacerdote José Pedro Manglano, que con la música como signo visible, ya cuenta con un desarrollo formativo que ya va más allá de los jóvenes para alcanzar a adultos, matrimonios…

Sin embargo, ninguna de estas vías se han situado en la primera línea de entre los muchos talleres que se han compartido en el encuentro madrileño. «Estos métodos, que valoro positivamente, no aparecen explícitamente porque hemos preferido poner la atención en proyectos de acompañamiento a medio y largo plazo», apunta el Luis Manuel Romero, director del secretariado de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida.

Quienes sí han compartido su plan de acción como una apuesta oficial de los obispos españoles son Aurora Abeledo y Miguel Ángel Martínez, delegados diocesanos de Pastoral Familiar de la diócesis de Asidonia-Jerez. «De manera propositiva e ilusionante, queremos explicar y ofrecer a parejas jóvenes y no tan jóvenes que el matrimonio cristiano es una apuesta que merece la pena, a pesar de las crisis y de las dificultades que nos plantea la vida», comparte Miguel Ángel. Pero, ¿cómo llegar a los alejados, sean treintañeros o que acumulen alguna década más? «Se trata de buscar una manera de conectar con nuestros vecinos, y amigos a través de iniciativas que sean atrayentes, como un taller de baile, una cata de vinos o unas clases de cocina que permiten hablar de la realidad de la familia cristiana, pero también hemos llegado a programar un ‘escape room’», explica, convencido de que la Iglesia debe arriesgar más y no tener miedo a echar mano de prácticas «algo disruptivas, siempre que tengan un trasfondo catequético, kerigmático y evangelizador». «Es tiempo de reinventarse con imaginación y creatividad», respalda Aurora, que hace hincapié en que estos intentos de acercamiento permitan ver que ser católico «no es algo pasado de moda ni bichos raros». «Somos gente normal», insiste esta catequista, que hace hincapié en la necesidad de «una transmisión experiencial de la fe» y en cómo la Iglesia ha de adaptarse, en la medida de lo posible a la agenda y los ritmos de las familias de hoy. «Siempre hay un momento en la vida, que por circunstancias varias, porque estás estudiando, porque empiezas a trabajar, porque es el tiempo de criar a los niños, que son muy absorbentes, por eso hay que aprovechar acontecimientos como los bautizos o las comuniones como puerta de entrada para volver a ofrecer la vuelta a casa», sugiere Aurora. En esta misma línea, especialmente en Andalucía, el auge de las cofradías y hermandades de Semana Santa esta permitiendo reconectar a diferentes generaciones.

En cualquier caso, este matrimonio no parece alarmarse por el desplome de la práctica religiosa: «Jesús nos enseñó que los números sirven para poco. Mira cuántos les siguieron en su vida pública y, al final, al pie de la cruz se quedó solo con su madre y unos pocos más».