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Sociedad
Cuando el tiempo parece eterno
Actos puramente cotidianos como dormir, usar el móvil o ver la televisión consumen buena parte de nuestra vida. Hacer colas supone una pérdida de cuatro años de nuestro tiempo
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Actos puramente cotidianos como dormir, usar el móvil o ver la televisión consumen buena parte de nuestra vida. Hacer colas supone una pérdida de cuatro años de nuestro tiempo.
Las siete de la mañana, comienza tu día, y sin comerlo ni beberlo, unas horas después te encuentras en la cama sin saber cómo, cuándo ni qué has hecho durante todo el día para que no te hayas dado cuenta de que ya se ha pasado.
El paso del tiempo es inexorable, y ese tiempo es oro. Sin embargo, sin darnos cuenta, lo malgastamos como si tuviésemos todo el del mundo. Aunque hemos logrado, significativamente con el paso de los años, elevar nuestra esperanza de vida, ésta se consume a pasos de gigante de una manera tan tonta e insufrible como la de, por ejemplo, hacer colas.
Según diferentes investigaciones, pasamos cuatro años completos de nuestra vida parados en fila india esperando a que toque nuestro turno, y también cinco viendo la televisión. No se va a discutir que cada uno emplea su tiempo como buenamente puede o quiere, pero tampoco vamos a negar que pasarse cuatro años de tu vida haciendo colas, resulta algo inútil. Por no hablar de los casi 10 años de media que estamos ocupados en trabajar, lo que supone aproximadamente una séptima parte de nuestra vida consagrada a la jornada laboral.
Y es que, en esas tareas breves en las que consumimos sólo unos pocos minutos, pero repetimos a diario, también se nos va al final una enorme cantidad de tiempo. A cepillarnos los dientes, por ejemplo, dedicamos un trimestre de nuestra existencia. En actos puramente cotidianos como el de ver la tele, usar las redes sociales o simplemente utilizar el móvil, se nos van en conjunto, 17 años. Esto se contrasta con el poco tiempo que empleamos en actividades tan placenteras como leer. En algo tan necesario como eso, tan solo utilizamos de media, un año de nuestro tiempo.
Asimismo, resultan sorprendentes los 28 años que dedicamos a dormir, algo que, para algunos, es un despilfarro de tiempo y para otros un placer; los 30 años que pasamos caminando o los 17 que permanecemos sentados. El tiempo es hora, y solo usted sabe cómo emplear el suyo, sin embargo, piénselo bien, no vaya a ser que llegue a viejo y ni se dé cuenta.
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