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De consultora a adivina porque se lo pidió un espíritu en Camboya

La consultora social estadounidense Eileen McCormick atiende a una cliente en el mercado del barrio Boeung Keng Kang, en el centro de Phnom Penh
La consultora social estadounidense Eileen McCormick atiende a una cliente en el mercado del barrio Boeung Keng Kang, en el centro de Phnom Penhlarazon

La consultora estadounidense Eileen McCormick decidió abrir un tenderete como adivina en la capital de Camboya después de que un espíritu se lo pidiera en una sesión con ayahuasca, una hierba alucinógena procedente de Sudamérica. Entre un gato de la suerte japonés, figuras budistas y un par de fotos de mantis religiosas (que representan al espíritu-tótem), McCormick espera a sus clientes en los estrechos pasajes del mercado del barrio Boeung Keng Kang, en el centro de Phnom Penh.

Después de un año como adivina, la estadounidense explica las razones que le impulsaron a sumarse al caos de vendedores, peluqueros y adivinos, en vez de dedicarse al completo a la consultoría de ONG, trabajo que compagina con la adivinación.

"Empecé a trabajar con un chamán que produce ayahuasca, una droga alucinógena natural de Sudamérica, y recibí el consejo (bajo el efecto del ayahuasca) de ayudar a la gente a ver reflejado lo que ya sabía sobre sí misma", cuenta la adivina.

Poco después del mediodía llega una mujer camboyana cerca de la veintena, se sienta respetuosamente enfrente de la vidente y pide una consulta ante las cartas del tarot.

Hablando jemer, que aprendió como voluntaria del Cuerpo de Paz estadounidense en las zonas rurales de Camboya, McCormick advierte a la mujer que si se casa no será feliz, así que dice que "quizá deberá considerar otras opciones", mientras la camboyana asiente con calma.

"Los extranjeros hacen más preguntas sobre viajes, sobre dónde deberían de ir después, mientras que los camboyanos están en su tierra y preguntan sobre su casa, ventas, sobre si conseguirán un visado para irse fuera, o si encontrarán un marido o una mujer extranjeros", indica la pitonisa cuando termina la sesión.

La también consultora social cuenta que el ochenta por ciento de sus clientes en el mercado son camboyanos y que cobra entre dos dólares y medio y cinco dólares, lo que le permite superar los 400 dólares al mes, una cantidad que supone, por ejemplo, cerca del doble del sueldo medio de un policía.

"Si pidiese menos sería peor porque cobraría menos que los adivinos camboyanos y sería más barata, tendría más clientes y el resto de los adivinos se enfadarían", defiende McCormick.

En Camboya, el mundo esotérico forma parte de la vida cotidiana, y el budismo, la religión mayoritaria, ha asimilado ritos del animismo sin que muchos camboyanos distingan la diferencia.

"Los espíritus están vivos en los ámbitos físicos, sociales y políticos, y su presencia persistente niega su ausencia, como predica el llamado mundo moderno", dice la académica Courtney Work en su capítulo del libro "Manual de la Camboya Contemporánea".

Tras meses en su puesto, la integración de la vidente occidental es completa y asegura estar contenta con su cambio de rumbo, ya que ha desmentido a aquellos que dudaban que fuese a durar mucho.

"No es tan diferente (a trabajar como consultora de ONG), es usar más habilidades comunicacionales y preguntar a la gente qué es lo que quieren; es similar al trabajo de desarrollo, te mueves y haces encuestas para saber que tipo de proyecto implementar, y esto es lo mismo pero con cartas", asegura McCormick.

Entre sus clientes, la pitonisa estadounidense dice haber recibido visitas de camboyanos poderosos y miembros de la familia real, aunque ha dejado últimamente de consumir ayahuasca para crecer espiritualmente ya que no es su única vía para recibir orientación.

"Todos estamos un poco perdidos sabes, intentando encontrar nuestro sitio en este universo", asegura la adivina mientras el ajetreo del mercado continúa a su alrededor. Efe