Opinión

Educar con Magia

Doctora en Psicología. Directora del Máster en Psicología en la Infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia.

Los Reyes Magos reciben las cartas de los niños en la Catedral de la Almudena, este miércoles en Madrid. EFE/ Borja Sánchez Trillo
Los Reyes Magos reciben las cartas de los niños en MadridBorja Sánchez TrilloAgencia EFE

En estas fechas festivas, cuando niños y niñas aguardan con ilusión la llegada de los Reyes Magos, surge un debate relevante sobre cómo recompensar el buen comportamiento infantil. La pregunta clave es si premiar a los pequeños con regalos materiales o si es preferible optar por otras formas de reconocimiento. La magia de la temporada nos invita a reflexionar sobre este tema crucial en la crianza.

El principio del refuerzo positivo en psicología plantea que premiando el comportamiento positivo se incentiva su repetición, la cuestión radica en el tipo de refuerzo empleado. Si nos apoyamos en obsequios materiales generamos una motivación externa que, con el tiempo, podría demandar una continua adquisición de bienes para mantenerse. En este contexto, muchos padres eligen aprovechar la llegada de los Reyes Magos para vincular el comportamiento anual de sus hijos/as a recompensas materiales. Ya sea para reconocer acciones positivas a lo largo del año o para curtir un buen comportamiento mediante el chantaje con la llegada de los Reyes. Es importante tener cuidado al emplear los chantajes como medio para obtener un mejor comportamiento, puesto que una crianza centrada en el chantaje y el miedo puede tener repercusiones negativas en el bienestar del menor a largo plazo.

Por este motivo, es importante evitar el diálogo del chantaje y la sobreexigencia de un «pórtate bien» sin explicación. Del mismo modo, también es esencial cuidar los regalos que reciben nuestros hijos/as; la cantidad no garantiza más «magia», sino la utilidad o el grado de aprendizaje que puedan tener los pequeños/as con los regalos. Así, una elevada recompensa material puede provocar incluso el síndrome del niño hiperregalado, que conlleva efectos negativos en el desarrollo, creando expectativas poco realistas y centrando su atención únicamente en la obtención de objetos.

Es necesario, por tanto, encontrar un equilibrio entre gratificaciones materiales y los gestos significativos. Padres y madres deben despertar valores profundos, basados en momentos compartidos en familia, la ilusión y la alegría de los más pequeños. Además de regalos materiales, es necesario considerar alternativas como dedicar tiempo de calidad, expresar elogios sinceros y/o participar activamente en sus logros. Sin duda alguna, la magia de la temporada nos brinda la oportunidad perfecta para educar con sensibilidad, inculcando valores que trascienden la efímera temporada navideña.

Begoña Iranzo Ejarque es doctora en Psicología. Directora del Máster en Psicología en la infancia y Adolescencia de la Universidad Internacional de Valencia.