Nuevo Papa

Enderezar las finanzas vaticanas, entre los asuntos pendientes de León XIV

El nuevo Papa deberá acabar con el agujero económico que la Curia Romana arrastra desde hace una década

Entre los asuntos que ha dejado en herencia el Papa Francisco a su sucesor León XIV está el de la delicada situación de las finanzas vaticanas. Los denodados esfuerzos de Francisco para revertir los números rojos de la Curia Romana, el conjunto de órganos de gobierno de la Santa Sede y de la Iglesia católica, no surtieron efecto y será el nuevo Pontífice el que deberá proseguir con la hercúlea tarea de enderezarlas. Aunque el Vaticano no ha publicado un informe presupuestario completo desde hace varios años sobre sus cuentas, en septiembre del año pasado Francisco envió una carta al Colegio Cardenalicio en la que daba cuenta de la delicada situación financiera del Vaticano. La misiva revelaba que su déficit operativo se había disparado hasta los 83 millones de euros en 2023, cincuenta millones más que el año anterior. El agujero en las cuentas de la Santa Sede, sin embargo, no es nuevo. Desde 2014 acumula 444 millones de euros de déficit, sin que Francisco pudiese hacer nada por darle la vuelta a la situación pese a sus múltiples esfuerzos. El difunto Papa tomó medidas, como recortar los salarios de los cardenales que dirigen el Vaticano tres veces desde 2021 y exigió una agenda de «déficit cero» en la misiva.

Tan delicada es la situación que, según informó la revista religiosa «Vida Nueva» en un extenso análisis de sus finanzas publicado el pasado mes de febrero, el difunto Papa rechazó las cuentas que elaboraron para 2025 cada uno de los departamentos de la Curia para tratar de cerrar la brecha entre ingresos y gastos.

Las limitadas fuentes de ingresos son el principal talón de Aquiles de las finanzas vaticanas. Dado que no emite deuda, no vende bonos ni cobra impuestos, la Santa Sede cuenta con tres fuentes principales de ingresos: las donaciones a través del fondo oficial del Papa; sus inversiones, que incluyen acciones y más de 5.000 propiedades, la gran mayoría en Italia; y las entradas a los Museos Vaticanos.

La que durante muchos años actuó de red de seguridad de las finanzas vaticanas, el Óbolo de San Pedro, atraviesa un momento complicado. El remanente que dejaban las donaciones que la Iglesia universal realiza al Papa para que lo destine a aquello que considere oportuno estaría ahora mismo casi a cero, según la información de «Vida Nueva». Solo en 2023, sus ingresos ascendieron a 52 millones, mientras que sus gastos rozaron casi los 110 millones, según el informe sobre el Óbolo publicado a mediados del pasado ejercicio.

La facturación de los museos también sufrió una importante disminución durante la pandemia debido a los confinamientos prolongados en Italia, si bien los visitantes han regresado desde 2023.

Para compensar el déficit en sus cuentas, el Vaticano ha ido tirando en los últimos años de los beneficios que le han reportado sus inversiones. La Santa Sede informó de que logró unas ganancias de 45,9 millones gracias a sus inversiones en 2024. Aunque no especificó si estaba vendiendo parte de su patrimonio, sí que detalló que 35 millones de euros provinieron de una mejor gestión de sus propiedades en alquiler.

La esperanza para que el déficit dé un respiro a las finanzas vaticanas son las visitas récord que se esperan este ejercicio con motivo del Año Santo Católico, también conocido como Jubileo. Se esperan unos 32 millones de turistas en el Vaticano a lo largo del año que dejen una buena suma en sus museos y también en donaciones.

Aunque la venta de parte de su extenso patrimonio inmobiliario, valorado en algo más de 3.800 millones de euros, podría solventar también a corto plazo los problemas financieros del Vaticano, lo cierto es que especialistas como J. F. Pollard, historiador británico que ha escrito sobre las finanzas del Vaticano, han advertido de que se trataría de una solución a corto plazo que no arregla el problema de fondo.

A este déficit, el Vaticano también suma sus problemas con su plan de pensiones, cuyos pasivos, según los últimos datos hechos públicos por la Santa Sede, los de 2022, alcanzaban entonces los 631 millones de euros.