Opinión
Inteligencia artificial y cultura ética
Directora de Auditoría Interna y Riesgos de Globalvia
Las organizaciones empresariales que buscan la sostenibilidad; esto es, perdurar en el tiempo, están recorriendo dos caminos o, quizás, el mismo camino en dos sentidos.
Si nos situásemos en la superficie terrestre, diríamos que por un lado están formando astronautas y lanzando cohetes para descubrir nuevos planetas, incluso nuevas galaxias, mientras, por otro, están mandando a arqueólogos a analizar el corazón del planeta Tierra.
Por seguir con el símil, a los astronautas se los sitúa en una carrera espacial, la de los datos. Aquellas empresas que sepan gestionar mejor el uso de éstos a través de la inteligencia artificial y la computación cuántica serán líderes en cada uno de sus sectores.
Por su parte, los arqueólogos tienen por delante una tarea más ardua, si cabe: conocer, consolidar y mantener aquello que hace a la empresa única. Su visión ética, sus valores y, en definitiva, su cultura organizacional.
Las organizaciones empresariales necesitan contar con ambos grupos de personas –ninguna sustituible por una inteligencia artificial– para seguir siendo sostenibles. Por eso, los Consejos de Administración de las compañías deben, por un lado, fijar la estrategia con relación a la captura, gestión y explotación de los datos a través de la IA y, por otro y no menos importante, definir, comunicar y monitorizar la cultura de la organización.
Desde mi punto de vista, las empresas que liderarán el futuro empresarial estarán ancladas en estos dos pilares; ambos están intrínsicamente ligados entre sí.
En el corto y medio plazo, la estrategia de uso de datos a través de la IA plantea retos sobre la gestión del talento, el cumplimiento normativo –especialmente en compañías multinacionales, que operan en distintas jurisdicciones–, la atención a clientes vulnerables, la trazabilidad del comportamiento de las máquinas o la concentración de proveedores para determinados servicios, entre otros.
Si hablamos del largo plazo, los retos son mayores. No sólo tienen que ver con la sostenibilidad de la empresa, sino que van más allá. Los órganos de gobierno de las compañías líderes deberán integrar en el debate estratégico temas como, por ejemplo, el consumo energético vinculado al uso de la IA, la dependencia de países con regímenes inestables, la generación de tensiones geopolíticas o la explotación minera para la obtención de tierras raras en asentamientos de comunidades de países en desarrollo.
En conclusión, la identificación de las oportunidades que nos presenta el uso de datos a través de la IA, junto con la fijación de la cultura corporativa, son procesos inevitables que han de transitar las compañías líderes. O, lo que es lo mismo: la fijación de la estrategia y los objetivos empresariales; la identificación de los potenciales riesgos que puedan surgir en su consecución; la fijación, comunicación y monitorización del apetito de riesgo, así como su control a través de una función de auditoría interna robusta, serán las bases que permitan tener una hoja de ruta sólida para lograr la sostenibilidad de las compañías.
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