Abusos sexuales
«La Manada» de Alicante confiesa
Álex, Uno de los cuatro detenidos por la presunta violación grupal, rectifica y solicita al juez acudir de nuevo a declarar porque «quiero decir todo lo que ocurrió»
Quizá sean las horas de prisión o que quiere bajar de su espalda el pesado fardo de culpa, pero uno de los cuatro detenidos por la presunta violación grupal en Callosa (Alicante) ha pedido al juez acudir de nuevo a su presencia para declarar.
Quizá sean las horas de prisión o que quiere bajar de su espalda el pesado fardo de culpa, pero uno de los cuatro detenidos por la presunta violación grupal en Callosa (Alicante) ha pedido al juez acudir de nuevo a su presencia para declarar. Se trata de Álex, el más joven, de 19 años. Por lo que comentan quienes le tratan en la cárcel, en principio, y tras la visita de su letrado, Joaquín Ródenas, a prisión, su intención es contar la verdad: «Quiero confesarlo todo. Decir lo que ocurrió», apuntan otros reclusos que ha comentado en confianza, aunque entre sus compañeros de la cárcel de Villena, jóvenes de edades similares, los secretos no aguantan mucho. Hasta ahora los cuatro integrantes de la conocida «Manada de Callosa» habían escurrido la responsabilidad. En el momento de la detención, Joffre, el de más edad y más curtido en el delito, no tuvo reparos en escaquearse: «Yo no he hecho nada. A mí ni me arrestéis. Han sido los otros tres los que han abusado de la chica. Yo no», se justificó ante los agentes de la Policía Local. Pero según consta en el atestado al que ha tenido acceso LA RAZÓN: «Joffre se encuentra en un fuerte estado de embriaguez y se observa que tiene la cremallera del pantalón bajada». Otro de los implicados, Luis Jonathan, cuando se enteró de que lo iban a engrilletar, trató de eludir su implicación: «Yo no he hecho nada. Solo la he toqueteado. Los que sí han mantenido relaciones completas con la chica han sido Joffre y Carlos, pero tampoco pienso delatar a mis amigos», consta que dijo en las diligencias de la Guardia Civil. A pesar de las excusas, a los integrantes de la «manada de Callosa» les cerraron las esposas sobre las muñecas en el mismo lugar de los hechos, el sótano de la casa de uno de ellos, donde les descubrió la madre de Carlos con la chica medio desnuda. Mientras esto ocurría, a unos metros de distancia los servicios médicos asistían a la víctima: «Han abusado de mí», logró explicar antes de echarse a llorar. «La joven, al parecer, se encuentra en un gran estado de embriaguez», apuntan los agentes en su atestado, «bajo los efectos de algún tipo de estupefaciente, en un alto estado de nerviosismo, así como desorientada, hablando sola y desconociendo dónde se encuentra». Ya en el cuartel, Luis Jonathan explicó a los agentes que en su móvil existía una grabación de los hechos y voluntariamente entregó su clave para que pudiesen verlo. La secuencia de vídeo, que dura 5 minutos y 33 segundos, es brutal y profundamente desagradable, pero de lo que se puede extractar queda meridianamente claro que la víctima verbalizó hasta en seis ocasiones que no quería y a pesar de ello los cuatro salvajes continuaron: «El vídeo se inicia con un sonido gutural de la víctima que en ningún momento se puede considerar agradable... En el segundo 13 se escucha claramente como la víctima dice ''NOOOOO'' como protesta, lamento y grito desesperado a la vez... El resto de detenidos está aguantando a la víctima, parece que no se mantiene en pie... En el minuto 03.11 la víctima dice algo que no se entiende, pero deja ver perfectamente su estado de embriaguez o intoxicación», cuenta el atestado. Cuando uno la agrede sexualmente «se vuelve a escuchar como la víctima dice ''No, no, no, no''. Uno de los detenidos comienza a hablarle suavemente y ella vuelve a decir ''no, no, no''. Continúa el plano y parece escucharse a la víctima decir que tiene mucho frío». Tres veces más la joven grita que no, que no quiere, pero los cuatro presuntos violadores siguen sin hacerle caso. Ella, a pesar de su estado, trata de defenderse. «Me mordió los dedos», se escucha que grita uno de los detenidos mientras la víctima sigue quejándose de dolor.
Tras el visionado de la secuencia, los agentes de la Benemérita, en presencia de sus abogados, les volvieron a interrogar. Carlos, en cuya casa se produjo la agresión, siguió sin confesar: «Cuando ocurrió todo estábamos bebidos, pero no la hemos forzado en ningún momento. Fueron relaciones consentidas». Joffre y Álex, el mayor y el más joven, por su parte aseguraron ante su señoría que no recordaban nada debido al alto grado de intoxicación que tenían aquella noche. El vídeo y el testimonio de la joven contradicen las versiones de los acusados. Además, esta semana está previsto que el juez llame a declarar a Álex. Todo apunta a que, salvo que se arrepienta a última hora, su testimonio irá en la línea de decir la verdad y servirá para terminar de apuntalar la acusación contra sus amigos y él mismo. Mientras, las pesquisas continúan. Los investigadores de la Guardia Civil se percataron durante el visionado de la secuencia de vídeo grabada en el sótano de la casa de uno de los detenidos que Luis Jonathan se alejaba un poco y en ese momento se veía en la imagen a Álex con su móvil levantado: «En el minuto 1.42 se observa al detenido Carlos sujetando a la víctima mientras es grabada con su teléfono por el detenido Álex». Esta secuencia era desconocida hasta ahora. Hay que tener en cuenta que cuando la Policía Local llega al lugar de los hechos, Luis Jonathan y Joffre están en la puerta del domicilio y Carlos está en el interior con su familia, que está tratando de socorrer a la víctima. Allí mismo les detienen, pero a Álex tienen que ir a buscarle a su casa unas horas después. Cuando le encuentran incluso se ha cambiado de vestuario: «Los agentes comprueban que las ropas que ahora porta Álex no corresponden con las que tenía en el momento que ocurrieron los hechos, por lo que se solicita que entregue la ropa que tenía puesta cuando estaba en el sótano de la vivienda de Carlos». Ya en el cuartel, el joven se negó a declarar, pero sí que se mostró extrañamente colaborador con su móvil. «¿Tienes teléfono?», le preguntaron. «Sí, un Samsung S7 Plus», respondió. «¿Usas pin de desbloqueo? ¿Nos lo das voluntariamente?». «Pin no. Tengo la huella y un dibujo en la pantalla para liberarlo. No tengo ningún problema en abrirlo», anunció el joven. «¿Y has grabado algún vídeo?», le insistieron. «Ninguno, pueden verlo ustedes mismos», invitó a los agentes tras desbloquear la pantalla. Los investigadores comprobaron el contenido delante del abogado del joven y en un principio no encontraron nada. «Ningún vídeo ni fotografía relacionado con los hechos», consta en el atestado. Todo apunta a que Álex pudo usar el tiempo que estuvo refugiado en su casa para borrar la secuencia en la que se le ve grabando desde el teléfono de su compañero de manada, Luis Jonathan. Así se lo han explicado los investigadores a su señoría, que ya ha autorizado que un equipo de especialistas analice el terminal móvil y trate de recuperar cualquier elemento borrado de su interior. A la espera de los resultados, además de la agresión sexual que se le ha imputado a los cuatro, a Luis Jonathan y a Álex se le suma un delito contra la intimidad de la víctima, puesto que, según los investigadores, «no cabe ninguna duda de que ella no sabe que está siendo grabada, con lo que no había dado su consentimiento alguno para ello, ni hace mención alguna a esto en ningún momento de sus declaraciones». Su abogado, Francisco González, está ya pensando en ampliar la denuncia e incluir este delito, ya que debe ser denunciado personalmente por la víctima. Mientras los abogados defensores, entre los que se encuentra Aitor Prieto, el letrado que es acusación particular en el caso de la viuda negra de Alicante que fingía ser tetrapléjica, comienzan a diseñar su estrategia. Casi todos piensan apoyarse en la atenuante por estar bebidos y drogados.
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