Violencia de género
Morate, a su ex novia: «Te voy a joder la vida»
La sentencia por la que fue condenado refleja las vejaciones a las que la sometió.
El pasado de Sergio Morate Garcés dibuja a un joven lleno de ira y rabia, con intolerancia a la frustración. La Policía Judicial de Cuenca ha buceado en sus antecedentes judiciales para tratar de comprender qué pudo ocurrir el día en que desaparecieron Laura y Marina. ¿Pudo repetir el mismo patrón de conducta hace años pero sin llegar a matar? «Espejo Público» reveló ayer en exclusiva la sentencia que relata los hechos ocurridos el 27 de abril de 2008 y por los que Morate fue condenado a tres años y dos meses de prisión: «Sergio había mantenido durante cuatro años una relación con Cristina (nombre ficticio), relación que habían dejado a principios de 2008. Así las cosas, a lo largo de los 15 días siguientes a romper el noviazgo, el acusado llamaba continuamente por teléfono a Cristina profiriendo amenazas tales como: «Esto se tiene que arreglar por las buenas o por las malas. Te voy a joder la vida como sea. Si tengo que llamar a una gitana que se llama Lourdes (nombre ficticio) para que te pegue, lo haré».
Los registros telefónicos demuestran que las comunicaciones se produjeron y el contenido de las conversaciones evidencia que Morate no había sabido asumir que Cristina lo hubiese abandonado. «Posteriormente», continúa la sentencia, a la que también ha tenido acceso LA RAZÓN, «alrededor de la una de la tarde del 27 de abril, Sergio llamó a Cristina y le pidió que acudiera al domicilio de sus padres para hablar con ella. La joven accedió a lo solicitado». Sobre las cuatro de la tarde, ambos se encontraron en el domicilio. Una vez en el interior, Sergio cerró la puerta con llave y registró a Cristina. Le quitó el teléfono móvil y lo escondió. «Mis padres no vuelven hasta las doce de la noche. Tengo todo el tiempo del mundo. Los teléfonos están desconectados. No intentes salir ni pedir auxilio porque aquí no hay nadie». A continuación, según consta en el fallo judicial, «rompió los pomos de la puerta de la habitación en la que se encontraban para impedir que Cristina pudiera escaparse de la estancia y así reteniéndola contra su voluntad».
La angustia que vivió la joven durante la siguiente hora y media en aquella casa es indescriptible. Sobre todo cuando escuchó las amenazas de Sergio: «Llevo toda la semana planeando lo que iba a hacer. Desnúdate. Te voy a hacer fotos desnuda. Si no vuelves conmigo pienso distribuir las imágenes por toda Cuenca a través de internet».
Cristina no sucumbió a la amenaza y con gran entereza se mantuvo vestida. Ella trató de calmarlo, de hacerle reflexionar, pero fue imposible. «Como no se desnudaba», continúa la sentencia, «Sergio le quitó la ropa a tirones, pero aún así, Cristina se intentaba tapar como podía». El acusado la increpaba diciéndole: «No tengo prisa. Hasta que no haga las fotos no te voy a dejar salir de aquí». La situación se prolongó aproximadamente durante una hora y media hasta que hizo las fotografías con varias cámaras y las pasó a diferentes pendrives. Cuando hubo terminado, acompañó a Cristina a su domicilio y le hizo una advertencia final: «Recuerda, si no vuelves conmigo, ya sabes lo que voy a hacer con las fotos».
Ese mismo día fue denunciado y detenido. Veinticuatro horas después ingresó en prisión provisional a la espera de juicio. Se celebró en noviembre de ese mismo año. Sergio Morate llegó a un acuerdo con la fiscal Cristina Moruno y fue condenado sólo por dos delitos. A dos años por detención ilegal y a un año y dos meses por amenazas continuadas. Total: tres años y dos meses. Lo que ocurrió dentro de la casa quedó sin castigo, como si no hubiera ocurrido. Algo a lo que también contribuyó que Sergio Morate pagase por adelantado una indemnización a Cristina, lo que se conoce como atenuante de reparación del daño, y que la joven no se presentó como acusación en el juicio.
No habían pasado 18 meses desde su primera condena, y ya caminaba libre. Conoció a Marina y se enamoraron.
Pornografía infantil
Pero Sergio volvió a delinquir. Así lo atestigua la segunda sentencia, en la que se le declara culpable de difundir pornografía infantil y a la que también ha tenido acceso LA RAZÓN. «Queda probado que el 29 y el 30 de enero de 2010, Sergio Morate Garcés procedió a distribuir desde su domicilio de Cuenca y utilizando el programa P2P Emule ficheros de vídeo en los que aparecían menores de edad, de identidad desconocida».
El fallo describe una escena concreta de la secuencia para a continuación explicar: «La Policía registró su domicilio el 28 de septiembre de 2010. Durante esta diligencia policial fue encontrado un ordenador en el que en ese momento estaba compartiendo dos vídeos de la misma naturaleza. Dentro del PC se hallaron, además, otros cinco archivos también de contenido pornográfico infantil».
El fiscal pedía dos años de prisión, pero el abogado defensor a cambio de la confesión de Sergio Morate logró llegar a un acuerdo con él y la pena fue rebajada a la mitad. El letrado pidió que la pena fuera suspendida, pero el magistrado se negó. Dijo que como tenía antecedentes debía ingresar en la cárcel y le dio un plazo de diez días. Nunca lo hizo. La pena fue sustituida por una multa de dos años a razón de tres euros diarios: unos 3.000 euros aproximadamente.
Ahora, desde su celda en Timisoara (Rumanía), Morate niega haber asesinado a Laura y a Marina. A falta de una confesión, le asiste la presunción de inocencia y deberán ser las pruebas las que lo señalen.
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