Videos

Cavadas: El historial del «Doctor Milagro»

El último hito del médico valenciano ha sido unir la columna vertebral y la pelvis de un joven tetrapléjico que se encontraba «partido en dos». «Estaba a punto de rendirme cuando apareció. Entonces me vio y me dijo: ''Esto está chupado''»

El doctor Pedro Cavadas (d), ha reconstruido una separación completa de la columna vertebral y la pelvis usando hueso del peroné a un joven guatemalteco (i), que quedó tetrapléjico tras una grave lesión producida por un arma de fuego a los 9 años / Efe
El doctor Pedro Cavadas (d), ha reconstruido una separación completa de la columna vertebral y la pelvis usando hueso del peroné a un joven guatemalteco (i), que quedó tetrapléjico tras una grave lesión producida por un arma de fuego a los 9 años / Efelarazon

El último hito del médico valenciano ha sido unir la columna vertebral y la pelvis de un joven tetrapléjico que se encontraba «partido en dos». «Estaba a punto de rendirme cuando apareció. Entonces me vio y me dijo: ''Esto está chupado''»

Cavadas lo ha vuelto a hacer. El médico de las segundas oportunidades, el que se atreve a tratar a pacientes que han sido desahuciados por otros facultativos, ha sido capaz de reconstruir la separación completa de la columna vertebral y el hueso de la pelvis de un joven tetrapléjico de Guatemala, una lesión que sufrió cuando una bala perdida le atravesó el cuello. «Estaba partido en dos». Después de pasar más de dos meses en coma, Wilmer Arias empezó a desarrollar úlceras por todo el cuerpo, la más grave en la zona sacra. Además de estar postrado en una silla de ruedas, Arias aprendió a vivir con el dolor, pero eso no hizo que tirase la toalla. «Estaba a punto de rendirme y en ese momento apareció el doctor. Me vio y me dijo: ''Esto está chupado''».

Este es el último «milagro» de un médico con una fama que le precede en todo el mundo. En su historial figura el honor de haber realizado el primer trasplante de cara que incluye lengua y mandíbula y también el primero simultáneo y bilateral de piernas. Cientos de enfermos de todo el mundo se desplazan a Valencia, en concreto al Hospital de Manises y a la clínica que rgenta y que lleva su nombre, para ponerse en sus manos.

Como le ocurrió a muchos antes que a él, para Wilmer Arias, Cavadas era su última oportunidad. «Había visto a muchos doctores en Guatemala y en Estados Unidos y todos me dijeron que mi caso no tenía solución». Y es que no se trataba de una intervención fácil. «Estaba partido en dos. Estaba, por un lado, el trono –esqueléticamente hablando– y, por otro, los restos de la pelvis. Lo que hemos conseguido es que pueda sentarse, que pueda hacer la misma vida que un tetrapléjico normal», indicó ayer Cavadas en una rueda de prensa.

Arias sigue siendo tetrapléjico, pero ahora su vida no corre peligro y tampoco sufre dolor. «Es una sensación increíble. Fui a la playa y me encantó, estuve tres horas metido en el mar. No lo hacía desde 2004 porque la úlcera se podía infectar». Aunque sigue postrado en una silla de ruedas, su calidad de vida ha mejorado de forma exponencial porque el dolor se ha ido. Incluso puede permanecer sentado, algo impensable hace tan solo unos meses.

El paciente llegó al Hospital de Manises para someterse a dos intervenciones quirúrgicas. En la primera, los médicos limpiaron la infección. En la segunda, los facultativos utilizaron hueso del peroné y piel de las extremidades inferiores para unir los restos de la pelvis a la columna lumbar. «Usamos una técnica microquirúrgica. En el caso de un paciente tetrapléjico el manejo anestésico y de reanimación tiene dificultades enormes. Nos coordinamos y conseguimos unir la columna vertebral y los restos de la pelvis», subrayó el médico. El postoperatorio también se antojaba complicado por la fragilidad del paciente y por las dificultades para respirar propias de una persona tetrapléjica, un tiempo que es «tan complejo planear como la cirugía en sí». Pero, finalmente, todo salió bien.

Una bala perdida

El infierno de Wilmer Arias empezó una mañana camino de la escuela. Cuando transitaba por un camino rural en su Guatemala natal, una bala perdida le atravesó el cuello. Después de debatirse entre la vida y la muerte empezó a desarrollar úlceras por estar inmovilizado, una situación que con el tiempo no hizo más que empeorar. A pesar de las dificultades, Arias sacó fuerzas para empezar a estudiar Administración y Dirección de Empresas, un sueño que tuvo que abandonar después de que los doctores le recomendaran «reposo total» como única vía para paliar el dolor. Ahora podrá retomar su carrera universitaria y también se matriculará en un máster en Márketing Digital.

«De no realizarse la intervención, la úlcera no se habría cerrado nunca. Se salía por la columna, habría tenido una mala infección y habría muerto», indicó Cavadas, que también recalcó que el equipo tuvo muy presente que el deseo del paciente era regresar a su país: «No puedes hacer algo que pueda complicarse en dos años». Y encontraron la solución: «Se pudo porque el doctor no se rendía y yo tampoco, porque tengo ganas de seguir viviendo y de hacer grandes cosas».

Los otros pacientes de Cavadas

Alba L.C., con las manos amputadas desde hace 28 años, se convirtió en 2006 en la primera española en recibir un trasplante bilateral de antebrazos y manos. La operación tuvo lugar en el Hospital La Fe de Valencia por parte del equipo de cirugía reconstructiva y de la mano de la Fundación Pedro Cavadas. Hasta ese momento, solo se habían realizado seis trasplantes bilaterales en FArancia, Austria y China, pero nunca en una mujer. Esta valenciana de 47 años perdió las manos por una explosión en una práctica de química en 1978.

Samira Benhar comenzó a desarrollar a edad adulta un neurofibroma, una enfermedad genética que produce un crecimiento incontrolado y masivo de tumores benignos, pero de gran tamaño, en una de las mitades de la cara. En un año, Samira Benhar fue operada hasta en tres ocasiones en el Hospital de Manises y se le colocó una prótesis ocular. Este tipo de patología no tiene cura, pero sí tratamiento. Para esta mujer marroquí, la cirugía no era una opción posible en su país de origen.

Mike Koech, de 35 años, recibió de forma altruista y durante cinco años un tratamiento en el Hospital de Manises que consistió en cuatro intervenciones quirúrgicas. En todas ellas, el cirujano valenciano realizó resección craneofacial y reconstrucción microquirúrgica para extirpar el ameloblastoma gigante que, además, le había deformado parte de la cara. El hombre había sido desahuciado en su país de origen, Kenia, tras diez años en los que el tumor creció de forma incontrolada.

Un marine estadounidense, de 21 años, sufrió un accidente el 27 de marzo en la nave de la Sexta Flota de EEUU, situada a 70 millas de la costa de Cartagena. Tras recibir una atención de emergencia fue trasladado en barco hasta la costa y posteriormente en helicóptero al centro valenciano, donde llegó cerca de las 4:30 horas de la madrugada. El equipo de Cavadas le reimplantó la mano derecha que, al tardar cerca de diez horas en llegar al Hospital de Manises, requirió de una modificación en la técnica para hacer posible la intervención.