Autolesiones
Un psiquiatra en el colegio para detectar problemas de salud mental
LA RAZÓN entra en el programa piloto en el que docentes y sanitarios tratan de reducir las incidencias psicológicas de los menores en el aula
Los problemas de salud mental entre niños y adolescentes se han multiplicado en los últimos años. El estigma y la vergüenza asociada a este tipo de trastornos ha mantenido soterradas una realidad que ahora desborda a los especialistas. Según Unicef, más del 20% de los adolescentes de todo el mundo sufren trastornos mentales,el suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años y alrededor del 15% de los adolescentes de países de ingresos medios y bajos se ha planteado el suicidio. Además, según las estadísticas, más del 20% de los jóvenes se ha autolesionado en alguna ocasión y un informe de la Universidad Europa añade que, entre los principales métodos de llevar a cabo estas prácticas se encuentran, en primer lugar, los cortes (entre el 70% y el 90%) seguido de entre un 20% y 40% que optan por los golpes en extremidades, y entre un 15% y un 30% que utilizan las quemaduras.
Ante este alarmante escenario, docentes y sanitarios han decidido tomar la delantera para paliar esta «pandemia». Nos citamos en el madrileño colegio público de San Isidoro con su directora, Octavia Tara, el jefe de estudios, Sergio González, y el psiquiatra del Hospital Gregorio Marañón Jorge Vidal. Ellos forman parte de un programa piloto financiado por la Fundación Alicia Koplowitz y promovido por la unidad de Psiquiatría del Niño y Adolescente del Hospital Gregorio Marañón.
Al filo de las nueve menos cuarto de la mañana los coches se agolpan a la entrada del centro educativo, una vorágine que en apenas diez minutos ha desaparecido. Los gritos de los niños a pie de calle enmudecen cuando el reloj marca las nueve. Jorge Vidal se siente como uno más del claustro de 23 profesores que integran este colegio donde conviven 310 alumnos. Los docentes saludan a Jorge mientras le hacen alguna consulta sobre el alumnado. Él aterrizó en San Isidoro este curso como parte de la iniciativa pionera para tratar problemas mentales entre los menores, los cuáles son detectados rápidamente por los maestros.
«El equipo lo formamos dos psiquiatras y una psicóloga clínica. Es una iniciativa muy necesaria porque las cifras son muy preocupantes y es necesario abordar esta problemática desde edades tempranas para evitar problemas mayores. La detección precoz es fundamental», subraya el psiquiatra mientras nos encontramos con Octavia y Sergio en el despacho de la directora.
Entre los problemas de salud mental que con más frecuencia se encuentran, además de todos aquellos derivados del espectro del autismo, son los relacionados con la intolerancia a la frustración, dificultades para controlarse, autolesiones, tentativas de suicidio, trastornos de la conducta alimentaria o del neurodesarrollo, depresión, ansiedad, el uso y abuso de las nuevas tecnologías, las adicciones y el acoso escolar.
Hasta ahora era, principalmente, la figura del orientador, unida a la profesionalidad de cada docente, el que iba gestionando con sus recursos estas situaciones. Sin embargo, la aparición de un sanitario en el centro ha supuesto «un avance y un apoyo a nuestro trabajo», que era más que necesario. «Nosotros detectamos determinadas conductas, pero Jorge es el que lo pone nombre y nos dice cómo encaminarlo, nos da las herramientas necesarias para lograr un bienestar emocional», dice la directora.
El trabajo del psiquiatra en el colegio tiene diferentes aristas. Una de ella es hacer intervenciones directas con alumnos que presentan problemas, facilitar y agilizar las citas médicas en el hospital y realizar su seguimiento. También mantiene reuniones periódicas con profesores para analizar los casos e incluso sesiones con los padres de los alumnos para concienciarles sobre la importancia sobre salud mental.
«Lo que ocurre es que este tipo de problemas y conductas autolesivas tenían lugar con más frecuencia en Secundaria. Ahora lo estamos empezando a ver ya en quinto y sexto de Primaria», matiza Sergio, el jefe de estudios. Por este motivo, el programa que lidera Jorge se realiza en este momento en 13 centros, 10 colegios de Infantil y Primaria y tres institutos. «En el colegio se puede hacer una valoración inicial y luego se canaliza para realizar el tratamiento en los hospitales especializados», puntualiza el sanitario, quien añade que en otros países existe una asignatura de currículo centrada en lo socioemocional, «pero aquí no existe y sería muy positivo, pero debe ser algo estructural, que el sistema educativo ponga los medios y la formación para que los profesores puedan implementarlo».
Para el jefe de estudios, este programa piloto supone una conexión muy productiva entre el sistema educativo y el sanitario: «Cuando nos llegan problemas de dislexia o similares nosotros tenemos las herramientas, pero cuando encontramos asuntos más complejos cuesta mucho sobre todo llegar a las familias». Es más, hasta que Jorge llegó al centro, eran ellos quienes, junto al orientador, recomendaban a la familia del alumno con problemas acudir al pediatra para que este le derivase a salud mental. «Pero cuando mencionábamos esta palabra entraban en ‘‘shock’’, les daba miedo escuchar a un profesor hablando de salud mental. Y esto, sin tener en cuenta toda la información que se perdía por el camino», apostilla Sergio.
Octavia, la directora, afirma que en este centro la salud emocional ha sido siempre una de sus máximas, pero que ellos no están preparados para ayudar como quisieran cuando aparecen casos serios. «Recuerdo que hace tiempo tuvimos uno de un alumno que presentaba autolesiones, la familia no sabía nada y se quedaron hechos polvo. Nosotros tampoco teníamos las herramientas para abordarlo. Además, con estas situaciones se corre el riesgo de contagio entre alumnos y es algo que hay que frenar».
Según el psiquiatra, la mayoría de los casos de autolesiones que aparecen entre los menores no buscan la finalidad del suicidio sino que buscan el alivio a frustraciones, inquietud, miedos.... «Biológicamente cuando alguien se autolesiona se libera dopamina la cual genera una sensación placentera y de alivio, pero que es patológica. Cuando quien se lo realiza se percata de ello su cerebro se acostumbra y no puede parar», explica.
Cómo y cuándo actuar
Los patrones de conducta en Primaria han cambiado mucho en los últimos tiempos. Y al igual que los jóvenes tienen intereses o comportamientos que hace años aparecían en secundaria, en el aspecto emocional también ha ocurrido. «Yo llevo 12 años trabajando como maestro y en los últimos tiempos he visto una diferencia enorme. Los alumnos presentan elevadas dosis de frustración, falta de control de sus emociones, no tienen límites... Además, observas que, si no se ataja el problema desde Infantil, se va ampliando de manera gradual y los problemas se hacen enormes. Por este motivo hay que sofocar el fuego cuando aún es una llama pequeña», dice el jefe de estudios.
Aunque Jorge mantiene el contacto con los docentes de manera continua, tan solo visita este centro durante una jornada completa cada dos semanas, por eso espera que el programa crezca, se integren más profesionales y su dedicación pueda ser más intensa. Algo que también reclaman los docentes que ven en esta figura sanitaria dentro del colegio como su «tabla de salvación».
«Hay que ser honestos, en esta materia estamos perdidos. Sabemos muchas cosas porque llevamos toda la vida como maestros, pero necesitamos el apoyo profesional clínico para encajar todo en el casillero correcto. En nuestro caso es Jorge quien nos aporta esas herramientas». Una idea en la que ahonda el médico: «Los profesores ven lo mismo que yo, pero nosotros lo organizamos de una manera diferente: los tiempos, el estudio, la intervención con la familia. Hay que saber cuándo es el momento y cómo actuar», apostilla segundos antes de que suene la campana del recreo y el bullicio regrese a los pasillos del colegio.
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