Salud mental y educación
St Joan de Déu y Zurich España ponen en marcha un programa para prevenir y promover la salud mental de los adolescentes
El proyecto Henke arrancará el curso que viene con su implementación en un centenar de escuelas catalanas, en las que se trabajará para dotar de resiliencia a los alumnos de 1º y 2º de la ESO con el fin de favorecer su bienestar emocional
El velar por la salud mental de nuestros jóvenes y adolescentes debe ser, ahora más que nunca, una prioridad. Si, según el Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar, en 2017, un 6,25% de los jóvenes decía haber sufrido algún trastorno de salud mental, en 2021, ese porcentaje ya alcanzaba el 15,9%. Es más, tal y como ponía de manifiesto la Encuesta Nacional de Salud hace seis años, un 13,2% de la población de 4 a 14 años estaba en riesgo de tener una mala salud mental y, desde entonces, la probabilidad de sufrir un problema de esta índole ha ido registrando una tendencia al alza en los últimos años, que se ha acentuado de forma significativa tras la pandemia.
Y es que, entre 2019 y 2022 se incrementaron en un 19% las visitas al Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil (SMIJ) de Sant Jon de Déu y, concretamente, las relacionadas con Trastornos de la Conducta Alimentaria crecieron un 90%. En el mismo periodo, se registró además un aumento del 69% de las visitas a urgencias del hospital, lo cual refleja un incremento marcado de la demanda en los últimos años. Así pues, tal y como puso de relieve la doctora Montserrat Dolz, jefa del Área de Salud Mental de Sant Joan de Déu, "pese a que los trastornos graven no han aumentado su incidencia o prevalencia, hay un incremento de la actividad asistencial relacionada con el malestar emocional y eso pone en riesgo la calidad de vida de los jóvenes"
Actuar en la prevención
Al respecto, el director gerente del Hospital Sant Joan de Déu, Manel del Castillo, indicaba que "ha habido un empeoramiento de la salud mental de los niños y adolescente y tenemos delante un problema de gran magnitud, del que no nos podemos quedar al margen". Por su parte, Anna Sintes Estévez, psicóloga clínica del Hospital Sant Joan de Déu, comentaba que, ante esta situación "es necesario desarrollar estrategias de promoción de la salud mental y prevención de los trastornos en diferentes contextos y niveles, según el grado de malestar". "Enfatizando la promoción de los factores protectores y la detección precoz del riesgo se puede mejorar la salud mental de los adolescentes, sin introducir en el ámbito natural de socialización intervenciones especializadas y orientadas a poblaciones específicas".
En este contexto, el Hospital Sant Joan de Déu y Zurich España, a través de Z Zurich Foundation, han impulsado el programa Henka: Creciendo en bienestar emocional, cuyo objetivo principal es el de "ir a las escuelas a actuar sobre la población sana para prevenir y promover la salud emocional de los adolescentes" de 1º y 2º de la ESO y siempre con la implicación de toda la comunidad educativa, explicó durante la presentación del mismo Manel del Castillo, quien además destacó que "este proyecto se basa en evidencia científica", una evidencia científica que confirma la idoneidad de intervenir en la adolescencia y tomando la resiliencia como eje vertebrador.
La resiliencia como eje
Por un lado, es en esta etapa vital cuando "existe una mayor capacidad de incidencia", aseguró la doctora Dolz ya que "la adolescencia es un periodo evolutivo privilegiado para el desarrollo". "La neuroplasticidad característica de esta fase es una oportunidad porque el desarrollo del cerebro permite su especialización en conductas positivas y a ello hay que sumar la sensibilidad al cambio propia de la adolescencia".
En cuanto a la metodología para trabajar en favor de la promoción de la salud mental infantil y juvenil, la doctora Dolz recordó que "en los trastornos mentales, la parte biológica tiene el peso relevante, mientras que en el malestar emocional, ésta no es tan importante y el peso importante recae en el ambiente", de manera que lo conveniente es "trabajar el afrontamiento saludable del malestar con acciones que involucren a toda la sociedad a través de un programa de acción" que "se implemente en los centros educativos, que son el entorno natural de los adolescentes, y que influya en la capacidad de resiliencia", concretó por su parte la doctora Anna Sintes, psicóloga clínica y directora de Henka.
Así pues, la resiliencia actúa como eje vertebrador del programa, puesto que como ha puesto de manifiesto la evidencia científica, ésta juega un papel clave en la promoción de la salud mental infantil y juvenil, ya que cuanto mayor es ésta, menor es la vulnerabilidad psicológica del individuo y, por lo tanto, se asocia a una actitud más saludable ante las dificultades y acontecimientos que generan malestar y desequilibrio. "La base teórica y científica del proyecto es la resiliencia como factor protector, ya que se concreta en la capacidad de adaptación a situaciones adversas y de afrontamiento de oportunidades", indica Sintes.
Por lo tanto, las actuaciones que se enmarcan en Henka, que tendrá una duración superior a los tres años y se desplegará en centros educativos de diversas comunidades autónomas, van dirigidas a dotar a los adolescentes de herramientas que promuevan su resiliencia para poder afrontar de forma saludable las adversidades y, por lo tanto, actúe como factor protector de su salud mental. Paralelamente, la idea es que este programa contribuya a la sensibilización de la población acerca de la importancia de la salud mental de los jóvenes.
Un proyecto de comunidad
En este sentido, el programa consta de una primera fase de "formación de los equipos educativos en habilidades de resiliencia para que éstos puedan llevar a cabo talleres con los adolescentes en los que se promueva el desarrollo de habilidades que favorezcan su resiliencia", explicó Sintes, y además paralelamente, Henka contempla la realización de talleres con las familias para "explicarles en qué consiste la adolescencia y ofrecerles pautas para manejar situaciones que puedan surgir con sus adolescentes desde la disciplina positiva". Todo ello se complementa con un acompañamiento y transferencia en toda la comunidad educativa para que "Henka permanezca y deje poso en los centros educativos adaptado a su realidad, por lo que se ha diseñado una estrategia específica para entornos vulnerables", así como con un plan de divulgación y sensibilización social
Este proyecto, además, incluye una evaluación de los resultados y el impacto de la implementación del programa, el cual, en cualquier caso, ya ha sido testado previamente en una prueba piloto desarrollada durante este curso y en la que participan seis centros, 920 alumnos, 460 familias y 115 profesionales educativos. Ya será de cara al curso que viene cuando, en septiembre, éste arranque en Cataluña de forma oficial, donde lo hará con el apoyo de las consejerías de Educación y Salud y en línea con las estrategias del Plan de Salud Mental y Adicciones en materia de prevención y promoción de la salud mental en la población infantojuvenil, con la formación de los educadores de 100 centros, para, posteriormente, trabajar con el alumnado de 1º y 2º de la ESO y sus familias.
La idea es ir ampliando su implementación a otras escuelas e institutos durante los próximo tres años y, según las estimaciones de sus responsables, Henke tendrá un impacto positivo sobre más de medio millón de personas e implicará a 450 centros, de los cuales más de 70 son de entornos vulnerables
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