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El pueblo español que está "maldito": este es el único lugar de España excomulgado por la Iglesia Católica

Hace siglos, un monasterio lanzó una maldición sobre este municipio que dura hasta día de hoy

Trasmoz, situado en Zaragoza, está excomulgado por la Iglesia Católica y mantiene una maldición desde hace cinco siglos
Trasmoz, situado en Zaragoza, está excomulgado por la Iglesia Católica y mantiene una maldición desde hace cinco siglos.

España es uno de los países más atractivos del mundo por la gran cantidad de cualidades y variedad que tiene. Nuestro país cuenta con más de 8.000 pueblos divididos entre las provincias y comunidades que demuestran por qué a nivel artístico, cultural o geográfico es inigualable. Cada uno de estos territorios cuentan con su propia historia, así como las peculiaridades que los han transformado en el lugar que son hoy en día. Entre todos estos municipios, se encuentra un lugar "maldito", tal y como se le conoce, pues es el único pueblo excomulgado por la Iglesia Católica de nuestro país.

El pueblo de Trasmoz, en Aragón, cuenta con una oscura leyenda que le hizo envolverse en un manto de oscuridad hace siglos. En 1255, este pequeño municipio situado a las faldas del Moncayo era el único lugar de la zona que no pertenecía al Monasterio de Veruela, y por lo tanto, este no podía hacerse con sus impuestos ni riquezas.

La historia de Tramoz, el único pueblo de España que está excomulgado por la Iglesia Católica

Esto hizo que los enemigos del lugar aprovecharan cualquier rumor para crear leyendas que relacionaran al pueblo con las brujas, pues en aquella época, las historias de magia, maldiciones y brujería estaban muy extendida.

De esta forma, los habitantes de otros lugares de la región acusaban a las curanderas de ser brujas y hacer hechizos con hierbas y animales, y se excusaban en cualquier motivo que diera para justificar que habían magia negra. Pasaron los años y la historia continuó hasta que un problema de riego fue el motivo suficiente para hacer al monasterio que lanzara una maldición a esta minúscula aldea en 1512, con el permiso de Julio II.

Por aquel entonces, sobre los habitantes del pueblo se decía que no podían ir al cielo, pues tenían la entrada "totalmente cerrada". Además, también aseguraban que allí pasaban cosas sobrenaturales. A día de hoy, su población, que ronda los cien habitantes, vive una vida normal y también tiene una iglesia como otra cualquiera donde se celebran misas o hay bodas.

Pero esa "maldición" se ha mantenido durante estos cinco siglos, y se dice que "solo un papa podría levantarla y romper el hechizo que hace que el pueblo siga excomulgado". Pese a ello, la magia continúa en el pueblo y cada año celebran la fiesta de la brujería el 1 de julio, eligiendo a una mujer a la que llaman bruja.