Investigación
La superterapia contra el cáncer, cada vez más cerca
Una nueva forma de manipulación genética podría atacar casi todos los tumores con 100 veces más capacidad de curación
Pocas palabras hay que levanten tantas esperanzas en el mundo de la oncología como «inmunoterapia». La capacidad de convertir células del sistema inmunitario de ser humano en armas capaces de detectar y aniquilar tumores, mediante manipulación genética de las primeras, se ha convertido en una de las líneas de investigación contra el cáncer más prometedoras. Se trata de concebir al cáncer como un agente externo patológico (como si fuera un virus contagioso) y detenerlo con una tecnología que recuerda al modo en el que las vacunas nos protegen de las infecciones (educando al sistema inmunitario propio a combatir el mal).
Las técnicas inmunuterapéuticas como CART-T consisten en la modificación en laboratorio de células T del sistema inmunitario para que sean capaces de unirse a células cancerosas y destruirlas. El poder clínico de esta estrategia está muy bien contrastado en cánceres como los que afectan a las células sanguíneas y algunos otros tumores. Pero tiene serias limitaciones por el momento a la hora de combatir tumores sólidos muy comunes como el de pulmón o el de estómago.
La razón es que las células cancerosas son extremadamente capaces de adaptarse a este tipo de ataque y, de hecho, parecen capaces, en ocasiones, de aprovechar el propio flujo de células inmunitarias a su favor (para crecer más, en lugar de ser destruidas).
Este escenario podría cambiar radicalmente si siguen adelante con éxito investigaciones que han dado sus primeros pasos esta misma semana. Se trata de lograr una super-inmunoterapia, una tecnología de modificación de células T tan potente que tendría una eficacia cien veces superior a las técnicas actuales y que, potencialmente, podría utilizarse en muchos tipos de cáncer.
El hallazgo llega de la mano de investigadores de la Universidad de California San Francisco y del Instituto de Medicina Northwenstern y se basa en una ingeniosa idea: aprender del propio cáncer al que se quiere combatir, tratar de utilizar contra él las mismas armas que el usa contra las células sanas.
La investigación se centra inicialmente en el estudio de células T malignas que causan un linfoma. En algunos pacientes, los linfocitos T del sistema inmunitario sufren una mutación que los convierte en malignos. La enfermedad tiene muchas manifestaciones, desde lesiones óseas provocadas por una hipercalcemia a daños en la piel y leucemia. No es un cáncer muy frecuente, pero el proceso por el que se forma es bastante bien conocido.
Tras estudiar decenas de mutaciones que pueden sufrir estas células para convertirse en malignas, los científicos estadounidenses dieron con una de gran interés, una modificación relacionada con la capacidad de resiliencia de las células cancerosas que podía ser aislada y transmitida a células T en laboratorio.
Y dicho y hecho: al transmitir el gen que codifica esta mutación única a células sanas, estas se volvieron 100 veces más agresivas contra las cancerosas. Se habían convertido en supercélulas útiles para inmunoterapia. Además, los experimentos con ratones han demostrado que estas supercombatientes no producen más efectos secundarios que sus hermanas.
No solo eso, los mismos experimentos han constatado que las nuevas células son interesantes para el tratamiento de cánceres de la sangre (como las convencionales) y también para otros tumores sólidos: en concreto piel, pulmón y estómago.
Según Jaehyuk Choi, unos de los líderes de la investigación, «lo que hemos hecho es seguir la hoja de ruta de la naturaleza. Los superpoderes que confieren a las células cancerosas capacidades de supervivencia excepcionales pueden ser transferidos a células sanas para curar cánceres hasta ahora incurables». En el futuro, la terapia consistiría en extraer células T del paciente, inocularlas en laboratorio el super gen y volver a introducir el resultado en el organismo para que empiece a obrar el milagro.
Los tumores crean a su alrededor un ambiente tóxico que hace muy difícil a cualquier célula luchar en igualdad de condiciones contra ellos. Son capaces de redirigir el oxígeno y los nutrientes hacia ellos y favorecerse así de un gran potencial de crecimiento. Para colmo «secuestran» el sistema inmunitario del paciente y lo ponen a trabajar en su propio beneficio. Estas células mejoradas han demostrado en ratones ser capaces de sobrevivir incluso en esas duras condiciones.
«Esta super inmunoterapia ha demostrado capacidades nunca antes vistas en ratones», se ha atrevido a publicar el equipo autor de la investigación.
El siguiente paso será obtener permisos para experimentar directamente en pacientes humanos. Precisamente, estos mismos días también se ha conocido la preocupación de la FDA americana (la organización encargada de avalar el uso de medicamentos y alimentos en Estados Unidos) por la proliferación de casos de cánceres secundarios aparecidos en pacientes tratados previamente con inmunoterapia. Uno de los efectos adversos de esta nueva técnica es que puede provocar en ocasiones malignizaciones de células del sistema inmunitario.
El hecho de que las super células T hayan demostrado tan baja toxicidad en los experimentos con humanos sugiere que potenciar la actividad del sistema inmunitario en estas condiciones no tiene por qué suponer un aumento del riesgo de efectos secundarios graves.
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