Dicasterio para Doctrina de Fe

Veto vaticano a los curas que celebran bautizos «snob»

Roma exige «disciplina» a los sacerdotes y no cambiar la liturgia a su antojo para evitar sacramentos inválidos

Un bebé recibe el bautismo
Un bebé recibe el bautismocaptura de pantalla

Los textos del rito del bautismo y de los demás sacramentos no se tocan porque un cura quiera adaptarlos a su gusto, sea para hacerlos más comprensibles o para afinarlos todavía más. Es más, se trata de una infracción que conllevaría «una pena ejemplar» para el sacerdote y que invalidaría tanto este sacramento como el resto que se recibieran después, lo mismo el matrimonio que la ordenación sacerdotal. Así lo recoge un documento vaticano publicado ayer por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y refrendado por el Papa.

Bajo el nombre de «Gestis Verbisque» (Gestos y palabras), Roma sentencia que «cualquier modificación de la fórmula de un sacramento es siempre un acto gravemente ilícito» que «merece una pena ejemplar, precisamente porque tales gestos arbitrarios pueden producir graves daños al fiel pueblo de Dios». «Incluso cuando se considera que una pequeña modificación no altera el sentido originario de un sacramento y, por consiguiente, no lo invalida, sigue siendo siempre ilícita», se apunta. Incluso se expone algún ejemplo de estos cambios prohibidos: «Yo os bautizo en el nombre del Creador...» y «En nombre de mi padre y de mi madre... Te bautizamos». Lo correcto, según el Catecismo de la Iglesia católica es «Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo».

Desde el Vaticano admiten que estas variaciones pueden darse por «la buena fe» de algunos curas que tienen «sinceros motivos pastorales» para modificar «las fórmulas y los ritos esenciales establecidos por la Iglesia» con el fin de hacerlos a «su juicio, más adecuados y comprensibles». A pesar de esta intencionalidad, Doctrina de la Fe alerta de que esta motivación «enmascara, incluso inconscientemente, una deriva subjetivista y una voluntad manipuladora», además de falta de formación en los sacerdotes. «Mientras que en otros ámbitos de la actividad pastoral de la Iglesia hay un amplio espacio para la creatividad, esta inventiva en el contexto de la celebración de los sacramentos se transforma más bien en una ‘voluntad manipuladora’ y, por lo tanto, no puede ser invocada», se explicita.

Con estas premisas, se insta a los sacerdotes, tal y como ha señalado Francisco recientemente, a tener «especial cuidado» en la administración de los sacramentos. En este sentido, en la nota de la Santa Sede se invita a los curas a hacer «de la acción sacramental un acto verdaderamente humano, alejado de todo automatismo, y un acto plenamente eclesial, alejado de la arbitrariedad de cada persona».

Lejos de ser un empeño del prefecto para la Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, esta nota oficial nace de la inquietud mostrada por varios obispos al departamento vaticano. Esta preocupación llevó a elaborar este texto que fue aprobada por unanimidad el pasado 25 de enero en Asamblea Plenaria del Dicasterio para Doctrina de Fe y rubricada seis días después por el Papa Francisco. Uno de los casos más llamativos de esta deriva creativa tuvo lugar hace un par de años en el estado estadounidense de Arizona. La diócesis de Phoenix anuló todos los bautizos realizados por un párroco que empleó la fórmula «nosotros te bautizamos» frente a la preceptiva singular «yo te bautizo». Los canonistas de la diócesis, en diálogo con Roma, determinaron que este cambio en la fórmula central del sacramento significaba que era nulo y se recomendó a todos los feligreses que volvieran a bautizarse. «El problema de usar ‘nosotros’ es que no es la comunidad la que bautiza a una persona, sino que es Cristo, y solo Él, quien preside todos los sacramentos, por lo que es Cristo Jesús quien bautiza», explicó el entonces obispo de Phoenix, Thomas J. Olmsted.

La luz verde del documento con abrumadora mayoría de los miembros del Dicasterio de la Fe se puede interpretar también como un respaldo explícito a la autoridad de Fernández, después del revuelo generado por la declaración «Fiducia Supplicans» sobre las bendiciones a parejas divorciadas y homosexuales. Tachado de hereje desde algunos sectores eclesiales por su espíritu reformista traicionaría las raíces del catolicismo, el purpurado insiste en «Gestis Verbisque» de manera reiterada se remite a «la Tradición viva de la Iglesia» y al «Magisterio de la Iglesia» para no permitir que las fórmulas establecidas en las celebraciones de los sacramentos no dependan de la «voluntad o arbitrariedad de nadie». El purpurado argentino también expone en la introducción de la nota que «no es, por tanto, una cuestión meramente técnica o incluso ‘rigorista’», sino que busca «salvaguardar humildemente la unidad del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia en sus actos más sagrados».

Eso no significa que no se puedan acometer reformas en los documentos litúrgicos, pero siempre y cuando cuenten con la aprobación vaticana. De hecho, la nota apunta que «parece cada vez más urgente desarrollar un arte de la celebración que, alejándose tanto de las rígidas rúbricas como de una imaginación revoltosa, conduzca a una disciplina que hay que respetar». En cualquier caso, subraya que actualmente ya se permite cierta «variedad» en los actos eclesiales que se preserva de una «rígida uniformidad». «La Iglesia es ‘ministra’ de los sacramentos, no es dueña de ellos», se apunta.

Por otro lado, Roma deja claro que las instrucciones dadas a través de este documento son de obligado cumplimiento «a la Iglesia católica en su conjunto», pero se recomienda a los obispos locales «adaptar debidamente las indicaciones» a su contexto.