Inteligencia artificial
La ambición de Mark Zuckerberg le lleva a asegurar que preferiría "malgastar un par de cientos de miles de millones" antes que llegar tarde a su objetivo principal
Aunque Mark Zuckerberg, CEO de Meta, admite que una burbuja en la inteligencia artificial es "bastante posible", opta por continuar con su idea de alcanzar la superinteligencia
Cuando el líder de cualquier proyecto tiene una firme convicción en aquello sobre lo que trabaja, no hay nada que lo frene. Menos aún si el apartado económico no es un problema puesto que el conglomerado económico que dirige genera miles de millones al año.
Y eso es lo que ha llevado a Mark Zuckerberg, consejero delegado de Meta, a declarar públicamente su disposición a asumir algunos riesgos financieros para asegurar la posición de su compañía en la carrera por la inteligencia artificial avanzada, una cota que en alguna ocasión ha anunciado que ya vislumbran en Meta.
El ejecutivo prioriza la inversión masiva, incluso reconociendo la posibilidad de una burbuja en el sector de la IA, antes que quedarse atrás en el desarrollo de la superinteligencia, por la que su apuesta se redobló meses atrás tras hacerse con el control de Scale AI.
Meta se blinda ante la superinteligencia
Zuckerberg acudió el pasado 18 de septiembre al podcast tecnológico Access para analizar los últimos movimientos de Meta y el futuro de la compañía. Durante su charla con Alex Heath, presentador del espacio, destacó que prefiere correr un riesgo que implique cientos de miles de dólares antes que no hacer nada y ver cómo otra compañía obtiene un logro que podría haber estado a su alcance:
"Si terminamos malgastando doscientos mil millones de dólares, creo que será muy lamentable, obviamente, pero creo que el riesgo es mayor en el otro lado"
El máximo responsable de Meta sostiene que el riesgo para su empresa es mayor si se construye con demasiada lentitud, lo que la dejaría en una posición perdedora y tardía frente a la llegada anticipada de la superinteligencia artificial. Esta visión marca una pauta agresiva.
Y es que si algo tiene Meta frente a otros laboratorios de IA como OpenAI o Anthropic, que dependen en gran medida de rondas de financiación para cubrir sus elevadísimos costes operativos, es un músculo económico que le confiere opciones lejos del alcance de su competencia incluso a la hora de contratar profesionales para sus proyectos realizando propuestas salariales millonarias.
De hecho, Mark Zuckerberg ha señalado que, a diferencia de estas entidades privadas que se enfrentan a la presión constante de la captación de capital, Meta no corre el riesgo de cerrar. La solidez económica de Meta le permite afrontar estos gastos con una perspectiva de largo alcance, menos vulnerable a los vaivenes del mercado.
Por otro lado, el considerable gasto de Meta se produce en un contexto de creciente debate sobre la posible formación de una burbuja en el ámbito de la inteligencia artificial. Algunos inversores alertan sobre un sobrecalentamiento de la industria, trazando paralelismos con el estallido de la burbuja "puntocom" del año 2000. Además, la compañía ha mostrado señales de contención en otras áreas, como la reciente paralización de contrataciones en su división de IA, tras haber desembolsado importantes primas por fichaje. Este movimiento llegó en un momento de escrutinio de Wall Street.
En este sentido, para afrontar la llegada de la superinteligencia, Zuckerberg ha detallado que Meta está concentrando su talento con una estructura horizontal y sin plazos rígidos, lo que refleja la naturaleza investigadora de la IA de frontera.
La compañía busca una ventaja competitiva notable a través del "cálculo por investigador", superando a sus competidores en la inversión en unidades de procesamiento gráfico (GPUs) y la infraestructura personalizada que las sustenta. El valor de las acciones de Meta ha repuntado casi un 40% en el último año.