
DAC qué es
¿Por qué tu música no suena como debería? La respuesta está en este chip silencioso
No es magia, es electrónica: el chip que transforma la música y nadie te explicó.

Puede que hayas escuchado miles de canciones, pero no realmente. Y la culpa no es tuya. Es de un chip que nadie te explicó. Hace ya unos días hablamos del concepto de la alta fidelidad, definiendo de qué se trataba y qué componentes eran necesarios para tenerla. Hay uno que mencionamos y que traemos de vuelta en este artículo, que funciona como una suerte de traductor de código binario a otros lenguajes que otras partes de un equipo Hi-Fi deben entender para funcionar.
En el mundo del audio ese traductor es lo que conocemos como DAC, que son las siglas de Digital-Analog Converter —"Conversor Digital-Analógico"—. Este nombre puede que suene a tecnología de laboratorio, pero está presente en tu móvil, tu televisor y tu ordenador portátil —entre otros sitios—.
Y esto que voy a decir ahora puede parecer una exageración, pero no lo es: la diferencia entre escuchar música como un susurro plano o como una experiencia envolvente depende, en gran parte, de este tipo de dispositivos.
¿Qué es un DAC y cómo convierte ceros y unos en sonido?

Como ya hemos dicho, un DAC es el puente entre el universo digital y el analógico. Es lo que convierte los unos y los ceros de los CDs, los archivos digitales de audio —MP3, FLAC, WAV, etc— o las plataformas de streaming en impulsos eléctricos, que es a lo que reaccionan los altavoces.
El proceso de conversión empieza con el muestreo. La música digital se almacena como miles de instáneas por segundo. Por ejemplo, un CD usa 44.100 muestras de la señal original por segundo —la famosa cifra de 44,1 kHz de la que también hablamos en nuestro artículo sobre plataformas digitales—. Cada muestra es un valor numérico que representa la amplitud del sonido en un momento preciso.
Después entra en juego la cuantización, proceso en el que estas muestras se traducen a una escala de bits. Volviendo a los CDs, estos tienen 16 bits de resolución, lo que perimte registrar 65.536 niveles de volumen distintos. A mayor número de bits de resolución, mayor detalle y dinamismo.
El proceso termina con la reconstrucción. El DAC toma estas muestras y las une, como si fueran fotogramas de una película, para recrear la señal sonora original. Aquí también influye la calidad del filtrado: eliminar frecuencias irrelevantes, suavizar la señal para que suene natural y otros procesos.
Si por algún motivo el proceso de conversión falla —por un DAC básico o mal diseñado—, el resultado es un sonido plano, con pérdida de matices y que incluso puede producir distorsión digital. Imagina volver a la época en la que los vídeos de YouTube se veían a 360p: se entiende lo que se ve, pero falta claridad.
¿Tiene mi móvil un DAC? ¿Es suficiente para hacer todo eso?

La respuesta corta es sí, todos los dispositivos con salida de audio tienen un DAC integrado. Sin embargo, estos componentes suelen ser económicos y limitados, optimizados para ahorrar espacio y energía y no para ofrecer la mejor calidad. Los DACs integrados suelen presentar tres problemas comunes:
Ruido eléctrico: interferencias de otros componentes (como el procesador o la antena WiFi) que se filtran en la señal analógica, añadiendo zumbidos o silbidos.
Jitter: pequeños errores de tiempo al leer las muestras. Imagina un reloj que a veces se adelanta o se atrasa; aquí se traduce como una pérdida de sincronía y detalles.
Filtrado deficiente: aparecen ondulaciones en las frecuencias altas, o se producen recortes de frecuencias muy bruscos que afectan a la naturalidad del sonido.
Los DACs baratos son capaces de reducir estas anomalías a niveles casi imperceptibles en entornos domésticos, tal y como señalan en un estudio publicado por Audio Science Review. En entonos críticos —como los grandes estudios de grabación comerciales— las imperfecciones deben reducirse al mínimo.
Entonces, ¿necesito un DAC externo para escuchar música?
No hay una respuesta clara a esta pregunta. Depende de a quién se la hagas. Si me la haces a mí te diré que sí lo necesitas, yo tengo varios para distintos propósitos —y hay algunos muy baratos y muy capaces, el que uso en mi móvil no llega a los 30 euros y es espectacular—.
Aunque también, si estás dispuesto a comprar directamente a China —y a apostar unos 180 euros en el proceso—, puedes hacerte con un LG ThinQ V60, considerado el Santo Grial de los móviles para audiófilos y darle una segunda vida como reproductor de audio digital. ¿Por qué? Porque este teléfono incorpora dos chips DAC de muy alta calidad. Quienes lo han probado no se han quedado indiferentes.
Siempre puedes irte también a unidades de muy alta gama, como es el caso del iFi DSD Valkyrie, que cuesta la friolera de 1.699 € y que se perfila como un dispositivo premium dirigido a los usuarios más exigentes —y no estoy exagerando—.
También puedes elegir optar por auriculares inalámbricos de gama alta, que suelen permitir conexión por cable y tienen un DAC dedicado. Dos ejemplos claros son los JBL Tour One M3 y los Bowers & Wilkins PX7 S3.
Puede que incluso quieras buscar una opción intermedia y comprar un DAC de escritorio, ya sea para tu PC o como complemento para tu unidad reproductora de CDs en tu equipo HiFi. Aquí también encuentras opciones que suenan bien y son muy asequibles, como el FiiO K11 R2R, a otras que suenan espectaculares, son tremendamente caras y también muy versátiles, como el FiiO K19.
También tienes algunas opciones híbridas que podrías considerar. Streamers de audio como el FiiO R7 o el Eversolo DMP-A6 también pueden funcionar como DACs por USB, mientras que reproductores de audio digitales modernos como el FiiO M15s, el FiiO JM21 o el HiBy RIII Pro Max también te dan esa opción.
Ahora que tienes algunas opciones sobre la mesa, ¿qué beneficios te ofrece un DAC externo? Pues, para empezar, te permite esuchar y apreciar la diferencia —a veces marginal, pero diferencia al fin y al cabo— entre lo que te ofrecen los archivos de alta resolución y los de resolución estándar.
Para seguir, los DACs externos supone usar un circuito eléctrico independiente al del dispositivo que sea la fuente de reproducción. Esto supone que la señal pasa por fuentes de alimentación limpias y por etapas analógicas optimizadas para reducir distorsiones al máximo.
Por último, un DAC externo te permite contar con conexiones específicas y especializadas, en función de lo que vayas a acoplarle. Por ejemplo, puedes usar la salida ótpica para conectar la barra de sonido de tu salón, el USB para conectar tu teléfono, tablet o PC y las salidas RCA para sacar la señal por dos altavoces de estantería.
Cómo elegir un DAC y no morir en el intento

En primer lugar hay que tener en cuenta la compatibilidad. Asegúrate de que soporte los formatos que usas; por ejemplo, si es un iPhone con conector Lightning las opciones se reducen mucho. No pasa lo mismo si vas por la vía USB, que te abre a los nuevos iPhone y a Android.
En segundo lugar piensa en cómo y para qué vas a usarlo. No es lo mismo un DAC pequeño que puedes llevar en el bolsillo para tu móvil, que uno especializado que te permite conectarle distintos dispositivos por varias vías. Los precios tampoco son los mismos dependiendo de los casos: generalmente un DAC de escritorio, con todo lo que eso implica —especialmente en materia de salidas— será sensiblemente más caro que uno que sólo sirva para móviles.
En tercer y último lugar, es necesario observar qué tipo de DAC cubre nuestras necesidades. Hay dos grandes tipologías, que vamos a nombrar a efectos de que las conozcas, pero no vamos a entrar a explicar porque sería entrar en un barro innecesario para el propósito de este artículo:
Delta-Sigma: son los más comunes y asequibles, ideales para la gran mayoría de usuarios. El que yo llevo en mi móvil es uno de estos.
R2R (Resistor-to-Resistor): son más caros generalmente, pero tienen un sonido más "analógico" y cálido. El FiiO K11 R2R que mencioné más arriba y que tuve la ocasión de probar cumple con esa premisa a la perfección. Esta tipología es la que prefieren los puristas.
Además de las marcas que mencioné más arriba, otras como Schitt, Topping o Linsoul son igualmente válidas a la hora de explorar opciones.
Desmontando mitos y realidades sobre los DACs

El primer mito que habrás escuchado es que "los DACs caros son sólo para audiófilos". Esta afirmación es completamente falsa. Cualquier persona que use auriculares de más de 50 € notará la diferencia usando uno externo, que ni siquiera tiene por qué costar un dineral. La imagen estéreo y la separación entre instrumentos gana varios enteros, además de que el rango dinámico —diferencia entre el pico más bajo y el más alto de una señal sonora— es más apreciable.
El segundo mito que circula por ahí es que "el Bluetooth no necesita un DAC". Esto no sólo es falso, sino que además es erróneo. El Bluetooth transmite audio digital, así que el DAC o bien está en los auriculares, o bien está en un altavoz, o la fuente de escucha que sea. Si el DAC es de baja calidad el resultado no será bueno, aunque sea compatible con códecs avanzados.
El tercer mito es una verdad a medias, y dice que "el DAC da igual si escuchas archivos MP3". Es verdad que a tasas de bits bajas, como 96 o 128 kbps, cualquier archivo va a perder detalles y va a introducir artefactos a la hora de reconstruir la señal, pero un DAC externo puede suavizarlos y hacer de la experiencia algo más disfrutable. Ahora bien, con archivos FLAC o WAV la mejora es exponencial.
El DAC es el heroe invisible de tu música

La próxima vez que te emociones con una canción, recuerda que entre los unos y ceros de la plataforma de streaming, de tu CD o de tus archivos digitales hay un pequeño dispositivo trabajando para hacer posible la experiencia.
Un buen DAC no añade nada que no esté en la grabación, pero permite escuchar todo lo que se incluyó durante la grabación. En este mundo, en el que el audio digital es la norma —desgraciadamente—, invertir en un DAC —que, insisto, no tiene por qué ser una gran inversión— es el equivalente de ver una película en 4K para tus oídos.
La mejor parte es que, como ya quedó claro a lo largo de este artículo, no necesitas gastar una fortuna para tener un DAC competente: basta con elegir uno que se adapte a tus necesidades y a tu presupuesto. Tu música, sea del género que sea, te lo agradecerá.
✕
Accede a tu cuenta para comentar