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Exoplanetas

Un planeta como el nuestro ha estado bombardeando la Tierra: podría tener la clave para la vida

Las ráfagas de radio rápidas que llegan desde el espacio tienen una grandísima cantidad de incógnitas tras de sí, pero la búsqueda por desentrañar su origen continúa

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Desde hace varias décadas, la comunidad científica registra de forma regular ráfagas de radio que llegan desde el espacio profundo. Estos episodios, desconocidos para la mayoría del público, suelen suscitar especulaciones sobre su posible origen extraterrestre. En 2024, un grupo de investigadores captó con un radiotelescopio una serie de señales cuya fuente parecía ser un planeta con rasgos parecidos a los de la Tierra. A partir de ese hallazgo resulta útil repasar qué sabemos, qué ignoramos y por qué estos fenómenos son valiosos para la astronomía moderna.

En 2023 se publicó en Nature Astronomy un trabajo que amplía de manera profunda y accesible nuestro conocimiento sobre las ráfagas de radio. Aunque muchos de sus aspectos siguen sin explicación completa, la evidencia disponible indica que, en la mayoría de los casos, estas señales no guardan relación con civilizaciones inteligentes.

Ondas de radio procedentes de un exoplaneta

Observaciones realizadas con la matriz de radiotelescopios Very Large Array (Nuevo México, EE. UU.) mostraron indicios claros de la presencia de un campo magnético en un exoplaneta rocoso bautizado como YZ Ceti b. El planeta orbita una enana roja situada a unos 12 años luz y, si los datos se confirman, sería la primera detección de un campo magnético fuera del Sistema Solar obtenida por medios radioastronómicos.

Este interés converge en dos aspectos. Primero, la confirmación de la existencia de un campo capaz de desviar las partículas cargadas y emitidas por su estrella, algo que es fundamental para la vida humana. Por el otro, la metodología aplicable, ya que nos va a permitir entender a otros exoplanetas y su posible habitabilidad.

Los campos magnéticos desempeñan un papel esencial en la protección de la atmósfera y, por extensión, de cualquier forma potencial de vida. Actúan como escudo frente al viento estelar y atenúan la llegada de radiación de alta energía que puede dañar tanto la superficie como los sistemas electrónicos. El propio planeta Tierra no es ajeno a esta problemática: las variaciones e inversiones de su campo han quedado registradas a lo largo de la historia geológica.

Detectar con rapidez la presencia o ausencia de un campo magnético resulta, por tanto, una vía eficaz para descartar o priorizar candidatos cuando se busca vida más allá del Sistema Solar. En el caso concreto de YZ Ceti b, las condiciones extremas derivadas de su órbita —el año local dura dos días terrestres y la temperatura es muy alta— hacen improbable un entorno habitable, pero la detección sigue siendo un paso metodológico decisivo.

Próximos pasos en el camino

La cercanía de YZ Ceti b a su estrella provoca una interacción intensa entre ambos cuerpos. Ese intercambio de materia y energía puede generar emisiones similares a auroras, comparables a las del hemisferio norte terrestre. El equipo responsable del descubrimiento recalca que serán necesarias más sesiones de observación para aclarar si las auroras registradas proceden realmente de un campo magnético planetario o si son fruto de variaciones intrínsecas de la estrella.

De confirmarse la primera hipótesis, la investigación consolidará una técnica directa para estudiar la composición y la estructura interna de exoplanetas rocosos. Ese avance facilitará evaluar su idoneidad para albergar atmósferas estables e, incluso, posibles formas de vida microscópicas.

Recibir señales de radio desde otros mundos puede parecer, de entrada, un fenómeno inusual. Sin embargo, a medida que mejoran los instrumentos de detección, se hace evidente que tales emisiones son relativamente comunes y constituyen una herramienta de gran valor para deducir las propiedades magnéticas de planetas lejanos. Comprender esos campos es un paso imprescindible en la exploración de exoplanetas y en la búsqueda de condiciones que, algún día, permitan encontrar lugares verdaderamente habitables fuera de nuestro “pequeño punto azul” en medio del cosmos.