Espionaje
Los espías románticos
La guerra cibernética ha matado el romanticismo
Quedarán, casi exclusivamente, como un estilo literario, ciertamente muy importante pero falto de actualidad. La guerra cibernética es, hoy por hoy, la principal actividad de los servicios de inteligencia y contrainteligencia a partes iguales, según sea para actividades de espionaje sobre objetivos determinados o en oposición a las actividades realizadas o pretendidas por servicios extranjeros sobre objetivos a proteger.
Para quienes hemos vivido en primera línea la Guerra Fría entre la OTAN o el Pacto de Varsovia, no solo en el escenario europeo, y hemos conocido de primera mano el trabajo arriesgado, eficaz e importante de “agentes operativos”, tenemos que lamentar tan sensible pérdida.
Hoy se espía desde despachos dotados de los más modernos sistemas informáticos apoyados por satélites espías, drones, cámaras de reconocimiento facial y técnicas de hackeo o se influye sobre procesos electorales o cualquier conflicto social mediante “fake news” (noticias falsas) de una técnica tan depurada que son fácilmente admitidas como verdaderas por el público objetivo.
El “fenómeno” no es nuevo. Hace ya varios años que nuestro servicio de inteligencia, el CNI, tiene adscrito el Centro Criptológico Nacional (CCN) que tiene por misión proteger nuestras comunicaciones de todo tipo de acciones perturbadoras exteriores. El CCN emite informes de alerta sobre estas acciones perturbadoras procedentes de otros actores cuyos intereses son opuestos a los nuestros y tratan de perjudicar nuestra economía, nuestra convivencia o nuestros intereses empresariales en beneficio de los propios, a la vez que trata también de solucionar los problemas que estas acciones originan, como lo sucedido recientemente con el sistema informático del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera o el “procés” de Cataluña.
Me comentaba un compañero recientemente que antes “éramos espías y ahora somos burócratas”, lo que refleja con mucha realidad la evolución de los servicios de inteligencia que han pasado, en un muy importante tanto por ciento de su actividad, de la adquisición de inteligencia por medios humanos (Humint) o la inteligencia de señales (Sigint) a la Osint descrita más arriba.
¿Quiere esto decir que ya no son necesarios los agentes operativos en un servicio de inteligencia? Desde mi punto de vista sí que lo son, quizás con misiones distintas, en muchos casos más que para la adquisición de información, lo son para comprobación de la veracidad de las informaciones obtenidas por otros medios y como certificación de lo ya sabido.
No conozco los planteamientos actuales de los servicios de inteligencia para prevenir las actividades de grupos terroristas o criminales contra la seguridad de sus cuidadnos o sus insertes, pero no se me ocurre ninguno más eficaz que las infiltraciones en esas organizaciones criminales. Mas difícil y arriesgado sin duda, pero insustituible por medios técnicos por muy avanzados que sean. Siempre segun mi subjetiva opinión, claro.
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