Tecnología
Tras una lesión en la médula espinal, este implante en el cerebro le permitió recuperar el movimiento
Es la primera vez que se restauran la función motora y el sentido del tacto
Diez años atrás, Ian Burkhart se fue de vacaciones con un grupo de amigos a una playa en Carolina del Norte (Estados Unidos). A pesar de ser un buen nadador, una ola lo pilló en mala posición y lo lanzó contra un banco de arena. Afortunadamente sus colegas estaban cerca y pudieron sacarlo del mar ya que Burkhart no sentía su cuerpo. Después de una intervención de urgencia, los médicos le dieron la noticia: lesión en la médula espinal. Ya no podría caminar, el rango de movimientos en sus brazos estaba limitado a su hombro y bíceps, y había perdido casi por completo el sentido del tacto en las extremidades.
Diez años después, Burkhart es otro hombre. La organización sin fines de lucro NeuroLife Neural Bypass Technology contactó con él y le propusieron participar en un ensayo. Si bien la lesión desconectó por completo las señales eléctricas que iban de su cerebro de a sus manos, pasando a través de la médula espinal, había una opción: coger un atajo. La idea era saltarse la medula espinal y pasar directamente del cerebro a las manos. Para ello, insertaron un puerto en la base de su cráneo que envía señales del cerebro a un ordenador. Esta tecnología es conocida como una interfaz cerebro-ordenador y se basa en la interpretación de las ondas cerebrales por parte de un ordenador. En el caso de Burkhart, un software especial decodifica las señales y las divide entre aquellas correspondientes al movimiento y al tacto, respectivamente. Ambas señales se envían a una manga de electrodos alrededor del antebrazo de Burkhart, logrando “saltarse” la médula espinal.
De acuerdo con un comunicado de prensa, es la primera vez que se restauran la función motora y el sentido del tacto utilizando una interfaz cerebro-computadora (BCI, por sus siglas en inglés).
El avance se describe en un artículo publicado en la revista Cell y explica que dar sentido a las señales fue algo muy complejo, ya que había que dividirlas correctamente entre aquellas vinculadas al movimiento y las relacionadas al tacto. En este último caso, Burkhart se sirve de un motor háptico de alta sensibilidad que le transmite una vibración al tocar un objeto, aún cuando no lo ve. Los progresos le han permitido jugar a Guitar Hero, por ejemplo.
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