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“The Last of Us II”, una obra de culto que no dejará indiferente a nadie
La segunda entrega del juego de Naughty Dog, el más destacado entre las épicas aventuras de la generación PS4, toca el cielo con una continuación extremadamente valiente y generosa
‘The Last of Us Parte II’ es la esperada continuación de la obra que marcó la generación PS3 para una inmensa cantidad de jugadores. Siete años después, el segundo capítulo basa su propuesta en un conjunto mucho más amplio en todos los aspectos, donde recibe especial importancia la floración desbordada de sensaciones contrapuestas. Un aspecto reiterado en la franquicia, que se mueve en contradirección de lo que se considera comercial en el actual modelo promovido por la industria, especialmente en lo referido a los juegos con presupuestos millonarios, ya que lo más probable es que la naturaleza interactiva del entorno se transforme, por órdenes ejecutivas, en rutas prefijadas con espléndidos efectos donde todo es posible y las consecuencias son inexistentes.
El mundo de Ellie y Joel crece en todos los aspectos
Ellie y Joel pueden haberse integrado en el condado de Jackson, en una comunidad autónoma y civilizada, como vimos en el capítulo de apertura, pero el equilibrio es frágil y precario en este planeta desordenado, ahora transformado en una tierra depravada y hostil. Con este telón de fondo, la continuación es capaz de generar multitud de sensaciones contradictorias y parece haber ampliado su potencial tallando un nuevo rumbo delimitado por el odio y la desesperación, sentimientos más instintivos y ancestrales. Joel cumplió su promesa y enseñó a Ellie a tocar la guitarra. Pero en el mundo posterior a la infección no parece haber lugar para la armonía ni la felicidad.
El segundo ‘The Last of Us’ se beneficia de las estructuras de su predecesor y las aplica sobre entornos desolados y envolventes. En ambos casos, sin embargo, esta entrega no solo logra expandir, sino que sublima, literalmente, todos sus aspectos. En el apartado de juego, la diversidad de opciones para encarar las situaciones que se proponen, han sido ampliadas por varios añadidos al sistema y una inteligencia artificial más exigente, necesaria para exacerbar la tensión de los enfrentamientos. Sin embargo, la construcción del mundo y sus incontables matices es digno de estudio.
En cuestión de horas ‘The Last of Us Parte II’ cambia de atmósferas y registros, abarcando con éxito variables que no habíamos encontrado combinadas en ningún otro producto de esta generación: de la desesperación al horror, de la supervivencia al sigilo y a la acción pura. El juego siempre mantiene la tensión, tramando un nuevo giro, proponiendo otra situación difícil, sacando a relucir otro rincón oculto de la ciudad o gratificando con una sorpresa totalmente inesperada.
La gran cantidad de contenido adicional que hay repartido por las muchas estancias que cubre la producción es impresionante, con interesantes historias por descubrir y muchos materiales para recoger, que hacen de la exploración una actividad sumamente estimulante. Quizá porque la continuación se beneficia de un diseño de niveles que se complementa con un sistema de desarrollo de personajes y armamento más elaborado.
El valor de una buena historia
Obviamente, la historia es la que sustenta fundamentalmente el éxito del producto. El primer capítulo ha dejado un rastro indeleble en nuestra memoria y el mayor desafío era construir una narrativa tan poderosa y llena de connotaciones como la original. El protagonismo de la continuación recae en Ellie, que ahora tiene 18 años y predilección por las guitarras. El comienzo de la historia encaja de manera orgánica con el argumento completo del episodio inicial y una vez presentada la situación de ambos personajes años después de los sucesos originales, algo sale mal durante una patrulla y la joven protagonista se ve envuelta en una cruzada de ira cuyo destino es la ciudad de Seattle, un laberinto de calles destrozadas, edificios en estado de ruina y grandes complejos de cemento y metal sometidos por la fuerza de la naturaleza.
En el agonizante mundo que refleja ‘The Last of Us Parte II’, las ciudades se han convertido en espacios peligrosos. Las criaturas infectadas por el hongo Cordyceps anidan en casas deshabitadas, y las comunidades de supervivientes rebuscan entre los últimos restos de una civilización a punto de la extinción recorriendo lugares donde encontrar preciosos recursos.
El agotado mundo que propone ‘The Last of Us Parte II’ esconde en sus rincones más inaccesibles testimonios sin voz, historias trágicas confiadas a las líneas de texto escritas en una sucia página, encontrada cerca de un cadáver irreconocible por los signos del tiempo o por las evidentes muestras de una violencia extrema. Son cartas que Ellie guarda en su diario, pequeños retazos del fin de una civilización que va más allá de la trama principal y cuyos testimonios no son menos valiosos para entender la situación en conjunto. En ellos también queda reflejado que Ellie es parte de un vendaval de acontecimientos.
Las historias secundarias también nos ayudan a descubrir al WLF (Frente de Liberación de Washington), una especie de milicia mucho más organizada que los Luciérnagas, que terminó derrotando al ejército y asumió el mando de Seattle y sus alrededores. El territorio se encuentra, no obstante, bajo conflicto por la irrupción en la zona de los Serafitas, una secta religiosa que surgió poco después del brote. Creen que lo sucedido es una especie de “Obra Divina” con la que se castiga a la humanidad. Sus discípulos son mortalmente silenciosos: un silbido y una flecha precisa que cumple su cometido, da paso a un rebaño de adoradores que rodean a la presa. A pesar de ser facciones en lucha por un mismo territorio, las diferencias entre ellos son abismales. Sus motivaciones, acciones y la forma de tratar los problemas se perciben antagónicos y van de la lealtad al fanatismo no digerible.
Tanto el guion como la ampliación de la jugabilidad expanden significativamente el universo de la primera entrega, y en esta producción la narrativa no puede ser disociada del resto de las partes. Todos trabajan sirviéndose unos a otros, conectados y al servicio de una historia rica e impactante. En este sentido, jugar la misma partida dos veces puede conducir a soluciones completamente diferentes, porque cada elemento de juego, (inteligencia artificial, arquitectura de niveles, etc.) está diseñado para diluir los automatismos típicos.
El terror adopta muchas formas
Desde el primer capítulo se deja claro que los infectados nunca han representado la amenaza más terrible del mundo que se deriva del juego. La brutalidad y la ferocidad de los seres humanos, sumado a una mal entendida territorialidad y a la aplicación despiadada de leyes que benefician al más fuerte, es lo que ha llevado a la humanidad post pandémica de Naughty Dog al estado de depravación en el que se encuentra. Esto no quiere decir que las criaturas infectadas de Cordyceps no jueguen un papel importante en esta secuela.
A lo largo de la aventura se hace necesario abandonar las calles de la ciudad y avanzar, por ejemplo, atravesando un edificio abandonado. Las ventanas parapetadas entre maderas no permiten a los tímidos rayos de sol del cielo plomizo de Seattle penetrar en la instancia, y la tenue luz de la linterna de Ellie es la única que ofrece alguna solución a la oscuridad que reina en la sala. En estos momentos, no solo estamos dominados por una opresiva y estresante negrura, también por el ruido de algo que se desliza por el edificio: hay un grupo de infectados que se mueve sigilosamente cerca de nosotros y la tensión crece a niveles estratosféricos. En momentos como estos, el giro hacia el género terror es muy pronunciado, justo en el momento de pisar áreas contaminadas por el hongo. Húmedas y oscuras, las salas corruptas en las que el Cordyceps ha podido prosperar son lugares mortales que conocen a la perfección el lenguaje del horror, el pánico y la consternación, incluso con más intensidad que en el primer capítulo. Durante su viaje, Ellie se encontrará frente a muchos de estos seres, que, a raíz de las diferentes etapas de la infección, cuentan con una mezcla letal de habilidades.
Los infectados de ‘The Last of Us parte II’, incluidos los nuevos y peligrosos exponentes, son una nueva demostración de cómo Naughty Dog construye sus mundos con pasión y dedicación. Lejos de acercarse a los zombis convencionales, tanto por mutaciones relacionadas con infecciones fúngicas como por intercambio de fluidos, los mutados se sectorizan en determinadas clases que representan las diversas etapas de la infección cerebral de Cordyceps, una plaga biológica que se transmite al ser mordido por una persona infectada o al inhalar grandes cantidades de esporas, lo que lleva a la víctima a convertirse en un corredor, después de un corto período de incubación.
Si atendemos al calendario, han pasado unos años desde el primer capítulo y encontraremos algunas abominaciones aún más temibles que los chasqueadores y acechadores, que se caracterizan por albergar una etapa avanzada de infección que les permiten un nuevo límite de dureza y la posibilidad de lanzar ácido, además de explotar una vez han caído, soltando con una explosión parte del veneno mortal que conforman las células de su cuerpo. Son pequeños detalles, suficientes para cambiar completamente el tono y las sensaciones mientras el personaje avanza y se delinea un mundo increíblemente multifacético. La entrega imprime el sello característico de Naughty Dog y es la culminación de sus 30 años de experiencia.
Combate, sigilo y recursos: apuntalo para sobrevivir
‘The Last of Us Parte II’ enseguida despeja el valor de la exploración en la producción. Si patrullar en busca de recursos es importante en el primer capítulo, esta vez las operaciones de reconocimiento se permiten exigir un mayor cuidado, porque en estas áreas siempre es posible encontrar localizaciones completamente opcionales, tal vez albergando un grupo de infectados, pero potencialmente donde se puede encontrar notas, objetos coleccionables y los materiales necesarios para mejorar las armas y habilidades de la protagonista. Por ejemplo, dentro de una habitación aparentemente cerrada se pueden esconder botiquines, materiales tan valiosos como explosivos o los medicamentos necesarios para canjear a cambio de mejoras para el personaje, pero no existe una forma clara de acceder al interior. Curioseando en los alrededores encontrarás rompecabezas ambientales mucho más estimulantes que los basados en ejes y escaleras del primer capítulo que te permitirán descubrir la zona que era inaccesible.
Los métodos de combate de Ellie son más expeditivos, duros y ágiles. Aunque no tiene la fuerza de Joel, la joven protagonista es despiadada, astuta y mucho más rápida, incluso puede esquivar ataques en espacios cortos y generar contraataques efectivos. Otra de las novedades es la posibilidad de tumbarse y reptar. Para atravesar una zona plagada de enemigos, puedes arrastrarte por la vegetación y atravesar ciertas estructuras para tratar de evitar o sorprender a los enemigos con algún regalo explosivo, porque regresa el menú de elaboración de artículos. Al igual que en el primer juego, se basa en la combinación de suministros. Estos engloban desde tornillos que se usan para mejorar el arsenal, medicinas para expandir las habilidades y revistas para aprender nuevas técnicas.
La gama de opciones que presenta el arsenal abarca desde armas cuerpo a cuerpo hasta rifles de asalto. Aún con todo este despliegue, el arco y la flecha siguen siendo la forma más efectiva de superar una amenaza con la mayor discreción. Pero no te confíes, en la continuación los enemigos son más inteligentes, siempre están en movimiento, y es un poco más complicado tratar de memorizar las rutas de patrulla, ya que entre las amenazas se añaden perros entrenados que pueden rastrear a Ellie desde bastante distancia, lo que la obliga a mantenerse siempre en movimiento.
El núcleo de la experiencia sigue apostando por la supervivencia de acción, en la que existe una división entre la recuperación de los recursos necesarios para construir elementos como cócteles molotov, flechas, bombas de humo y silenciadores, y la eliminación (o elusión) de los oponentes. La posibilidad de tumbarse en el suelo, gatear para reducir la visibilidad y amortiguar el ruido depende de una serie de factores entre los que se incluye la capacidad de atención del enemigo y la altura de la hierba, algo que abre el camino a una serie de posibilidades sin precedentes y amplifica la variedad de situaciones.
Una experiencia técnica digna de toda una generación
El aspect gráfico de ‘The Last of Us Parte II’ no defrauda en ninguno de los apartados y hace gala de los valores propios de la casa. Como es habitual, se ha trabajado especialmente en la ambientación y la arquitectura, partes esenciales de la entrega. Hay momentos de acción en los que no puedes quitar los ojos de la pantalla ni siquiera durante un segundo, situaciones aterradoras, secuencias de una crudeza inédita y momentos para la exploración tranquila. Pero lo más destacado es la naturalidad con las que se transmiten los movimientos y el tratamiento de las animaciones y expresiones faciales.
El diseño de niveles ofrece una amplia variedad de formas para moverse de un punto a otro en combate, manteniendo al jugador siempre en movimiento, gateando, pasando por grietas y alimentando la sensación de tensión. Y todo esto con la estética consagrada en el primer juego y ahora expandida con un trabajo increíblemente delicado, desde su planificación hasta su implementación en el juego. Algunos pasajes dan la sensación de que estamos interactuando sobre uno de esos preciosos paisajes que estamos buscando como fondo de pantalla. Lo mismo se aplica a las animaciones, texturas y expresividad, especialmente en los rostros, algo importante para un juego que quiere contar una historia tan compleja. Pero la minuciosa elaboración de expresiones no solo se aplica a protagonistas, sino que se ha hecho extensivo a todos los personajes, incluidos los enemigos.
Para un juego con un tamaño e inversión de tal importancia como la continuación de ‘The Last of Us’, la calidad de audio también se encuentra entre lo más demandado y, de hecho, la vertiente acústica es parte extremadamente importante en el juego junto al trabajo de sonido ambiente, tanto para promover secuencias repletas de suspense, como para recibir indicaciones en el juego. Especialmente cuando te encuentras rodeado de enemigos.
Gustavo Santaolalla regresa con su conmovedora guitarra integrándose perfectamente con el mundo propuesto gracias a algunos temas que se pueden percibir, no solo como una banda sonora de acompañamiento, sino como una parte activa de la narración de la historia, aportando su granito de arena en algunos de los momentos más conmovedores de la campaña, que en su versión en castellano cuenta con magníficas interpretaciones de un reparto encabezado por María Blanco, que pone voz y marca en su justa medida la rabia de Ellie.
Conclusiones
‘The Last of Us Parte II’ nos invita a un viaje a través de las emociones humanas más oscuras y profundas con una continuación extremadamente valiente y generosa, rica en gráficos, con intensas batallas, un mundo empeñado en los detalles, una trama que dejará marca como ninguna otra en la generación y muchas sensaciones encontradas, las únicas que puede proporcionar una obra de arte y el más destacado entre las épicas aventuras de la generación PlayStation 4.
La extensión y la verticalidad son elementos en los que Naughty Dog ha confiado con muy buenos resultados y su aplicación no solo ha servido para sumar nuevos elementos lúdicos y estrategias, puesto que el aspecto más disruptivo de ‘The Last of Us Parte II’, quizá sea que tiene como reclamo un realismo brutal y sin cortapisas que nunca ha sido perseguido por otro producto. La desarrolladora norteamericana ha optado por no conformarse, por no aceptar las simplificaciones, o más bien las “estilizaciones”, a las que los jugadores suelen estar acostumbrados, entregando una obra de culto que no dejará indiferente a nadie.
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