Tecnología

El tétrico origen de Pac-Man: un astronauta, cuatro muertos y muchos tranquilizantes

Todo ocurrió en 1976, cuando Nikolai Peckmann fue enviado a la estación espacial Mission Six para investigar la muerte de cuatro miembros

Pac-Man era el bicho raro de los videojuegos en los 80. Nació en un momento en el que los clones de Space Invaders y las naves de Asteroids copaban la mayor parte de los recreativos. Llegó casi sin hacer ruido un 21 de mayo de 1980 gracias al ingenio de Tōru Iwatani, un japonés de 25 años que junto a un pequeño grupo de compañeros de Namco lo lanzaron al mercado. El éxito fue inmediato y abrumador. Tanto que, hoy, celebra su 40 aniversario entre ecos de nostalgia y versiones que siguen haciendo las delicias de los millennials.

¿Qué fue lo que llamó tanto la atención de él? Sencillamente, su mecánica. Acostumbrados a arcades de guerras y batallitas, lo que Pac-Man ofrecía era completamente distinto. Y facilón. Era atractivo en todos los sentidos y, quizá por eso, caló tan bien entre los más jóvenes. Su planteamiento era sencillo: una bola amarilla con boca que recorre un laberinto comiendo cocos, mientras huye de fantasmas de colores que quieren acabar con ella. Y así uno y otro nivel hasta que, desgraciadamente, la pantalla de Game Over aparecía para dilapidar cualquier ilusión.

El gesto de mover el joystick se volvió universal. Todos sabían lo que tenían que hacer y cómo lo tenían que hacer. De hecho, se puede decir que hasta hubo una fiebre por Pac-Man que nunca más se ha vuelto a repetir: los salones de juegos se llenaron de maquinitas, se hicieron camisetas, se vendían juguetes, se hablaba en el telediario... un fenómeno que, con más o menos suerte, se ha extendido hasta nuestros días.

Con el paso del tiempo, se han ido conociendo muchos datos sobre esta bola con vida, como que fue el primer personaje de videojuegos creado para que alguien pudiera simpatizar con él. También que la parte más peligrosa de su escenario es la línea inferior, dado que allí es dónde los fantasmas pueden arrinconarla con más facilidad. Estos, a partir del nivel 18, no se volvían azules. Y Pac-Man, en las zonas sin cocos, era capaz de correr a más velocidad que ellos. Sin embargo, algo que nunca se ha desvelado es el origen real del mismo. Si bien es cierto que existen muchas teorías al respecto, la que más entusiasma al público es aquella que tiene que ver con un astronauta americano y cuatro fantasmas de colores.

La locura de Nikolai Peckmann

Según la leyenda, todo ocurrió en 1976. El astronauta Nikolai Peckmann fue enviado a la estación espacial Mission Six para investigar la muerte de cuatro miembros de la tripulación por culpa de extraños niveles de radiación. Durante los primeros días, trabajó sin ningún problema, hasta que de repente las conexiones con la Tierra comenzaron fallar. Y no sólo eso: el joven empezó a mostrar signos evidentes de delirio.

En sus retransmisiones hablaba de la existencia de fenómenos paranormales que le inquietaban. En concreto, de miradas que le perseguían constantemente. No se sentía seguro en ningún lado. Siempre estaba atento a cualquier cambio, a cualquier movimiento. Miraba de un lado para otro. No dormía. Su ansiedad aumentó tanto que llegó a pensar que se trataba de los espíritus de los antiguos compañeros fallecidos. Mientras tanto, desde la Tierra observaban su comportamiento con inquietud. Veían cómo los nervios se apoderaban de él, cómo el miedo acechaba cada cierto tiempo. Lo que le llevó a consumir algún que otro tranquilizante para recobrar la calma.

Pero su agitación no cesó. Sino todo lo contrario: se acrecentó mucho más. Hasta el punto de que, al quinto día, ya había consumido la mayor parte de las provisiones y botiquines almacenados para el viaje, lo que complicó aún más su situación. No era posible enviar un equipo de rescate antes de que muriera por inanición. Entonces, ¿qué posibilidades le quedaban?

De la noche a la mañana, las conexiones fallaron radicalmente. Y, durante largo periodo de tiempo, no se registró ninguna imagen ni sonido desde la estación espacial. Pasaron los días hasta que, sin esperarlo, llegó una grabación entrecortada en la que se escuchaba a Peckmann gritar. Ese fue el último registro que se tiene de él. Después, reinó el silencio. La investigaciones posteriores tan sólo encontraron su traje abandonado en una de las cabinas. Sin rastro de él ni de ningún signo que explica qué es lo que había pasado. Esta historia es una de las pocas teorías que existen en torno al origen del videojuego. En cierto modo, avivada por el hecho de Tōru nunca lo haya revelado.

El misterio de la pizza y de ‘Fuck-Man’

Otras de las leyendas más instauradas es la que la relaciona a su creador con la pizza: durante un almuerzo, al coger la primera porción, se quedó observando con detenimiento la forma del círculo con una especie de boca que había quedado en el plato. Esa imagen, dicen algunos, es la que le inspiró para crear su personaje más famoso.

En cualquier caso, existe una versión oficial de Namco. Aunque ésta es muchísimo menos fantástica, también tiene su intríngulis. El nombre de Pac-Man procede la onomatopeya japonesa paku, que representa el sonido que se produce al abrir y cerrar la boca. Lo que, posteriormente, derivó en Puck-Man. Pero, ¿por qué se cambió? Por una más que evidente traducción grosera: al leer el título en inglés, sonaba como Fuck-Man. Algo que, a pesar de las risas, no convenció a sus propietarios.