Estos son los cascos más caros del mundo

Audio Technica es una reconocida marca japonesa especializada en el mundo del sonido. Son los proveedores oficiales de micrófonos para los JJOO (de verano e invierno) desde 1996 y tienen una larga trayectoria (este año cumplen 60 años) fabricando la mayoría de sus dispositivos directamente en Japón. Y ahora, para celebrar su 60 aniversario, ha lanzado al mercado los que seguramente son los cascos más caros del mundo: los ATH-2022.

¿Qué hace que sean únicos? Más allá de la calidad de sonido (a la que seguramente no tengamos acceso, ya que apenas se han fabricado 100 de ellos), son los detalles los que le ponen el precio en la etiqueta. Para empezar vienen en una caja de madera, con una tapa de ciprés de Kiso (la misma madera con la que está construido el castillo de Oska) que recrea el estilo arquitectónico típico del país.

Las carcasas se han fabricado con abedul japonés y acabadas con la tradicional laca urushi (la laca es el resultado de la mezcla de secreciones de insectos o plantas y alcohol), un proceso que puede tomar varios meses. La madera, según los expertos produce una excelente calidad sonora gracias a su reverberación natural. A eso le suman diseños de flor de cerezo y el fénix japonés en el lado derecho e izquierdo, que están pintados a mano utilizando la técnica japonesa de lacado maki-e (consiste en lacar un objeto en oro).

Los transductores (los responsables de convertir la energía mecánica en sonido) de 58 mm integrados en el auricular fueron desarrollados específicamente para este modelo y el diafragma está compuesto por una cúpula central de titanio puro.

En los ATH-W2022 se ha usado piel de ciervo para las almohadillas y las diademas con el objetivo de aportar mayor durabilidad y confort. Los cascos incluyen dos cables desmontables de 3 metros forrados en tela: uno con clavija estéreo chapada en oro de 6,3 mm y el otro con conector balanceado XLRM de 4 patillas. Y todo esto por el módico precio de 10.000 euros. Por las dudas, reservarlo con tiempo, que uno nunca sabe…