Planeta
La NASA advierte que nos queda 1% de agua dulce. Y la estamos perdiendo
“Los continentes han experimentado tasas de desecación sin precedentes: aproximadamente el doble del tamaño de España cada año”.
A menudo escuchamos que el 75% del planeta está cubierto de agua, lo que nos brinda la falsa ilusión de que nunca habrá problemas de suministro. Pero la realidad es que menos del 1% del agua accesible es apta para que podamos beberla. Y la estamos perdiendo.
Dicho en pocas palabras, en todo el mundo, el agua dulce está desapareciendo, y un nuevo estudio, publicado en Science Advances, concluye que gran parte de ella está llegando al océano. La desecación de los continentes contribuye aún más al alarmante aumento del nivel del mar global que el derretimiento de las capas de hielo.
Los autores del estudio, liderado por Hrishikesh Chandanpurkar, concluyen que se requieren medidas urgentes para prepararse para tiempos mucho más secos que se avecinan, debido al cambio climático y al agotamiento de las aguas subterráneas por la acción humana.
Utilizando más de dos décadas de observaciones satelitales del Experimento de Recuperación de Gravedad y Clima de la NASA y su misión de seguimiento, el equipo de Chandanpurkar creó una imagen de cómo ha cambiado el almacenamiento de agua terrestre desde 2002 y por qué.
“Descubrimos que los continentes (toda la tierra firme, excluyendo Groenlandia y la Antártida) han experimentado tasas de desecación sin precedentes y que las áreas continentales que experimentan desecación están aumentando aproximadamente el doble del tamaño del estado de California cada año”, afirma el estudio.
Si tenemos en cuenta que California tiene, aproximadamente, 424.000 kilómetros cuadrados y España tiene unos 506.000 kilómetros cuadrados, estamos hablando de casi el doble de España cada 365 días. La humanidad ha modificado gravemente el ciclo del agua de la Tierra al emitir gases de efecto invernadero que alteran nuestra atmósfera y desviar las vías fluviales y las cuencas de captación de agua de lluvia. Si bien las zonas húmedas se han vuelto más húmedas y las zonas secas más secas, estos cambios no se están produciendo al mismo ritmo.
“Las zonas secas se están secando a un ritmo mayor que las zonas húmedas – añade el estudio -. Al mismo tiempo, la superficie que experimenta sequía ha aumentado, mientras que la superficie que experimenta humedad ha disminuido”.
Esto significa que el agua terrestre, en general, está disminuyendo, con efectos devastadores en todo el mundo. Esto incluye las fuentes de agua dulce superficiales, como lagos y ríos, y también el agua subterránea almacenada en acuíferos a gran profundidad. La mayoría de la población humana (el 75 %) vive en los 101 países donde se está perdiendo agua dulce a un ritmo cada vez mayor.
La pregunta obvia es dónde ha ido toda esta agua. Y la respuesta es que mucho más cerca de lo que pensamos: principalmente al océano. Esta tendencia hacia la desecación continental se debe principalmente a la pérdida de agua terrestre en zonas como Canadá y Rusia (regiones que no solemos considerar secas), lo que los autores sospechan que se debe al derretimiento del hielo y el permafrost en estas regiones.
En continentes sin glaciares, el 68 % de la pérdida del suministro de agua terrestre puede atribuirse al agotamiento de las aguas subterráneas por la actividad humana. Las recientes sequías extremas sin precedentes en Centroamérica y Europa también han influido, y se prevé que eventos como estos se vuelvan más frecuentes y graves con la crisis climática.
A medida que nuestras crecientes emisiones de combustibles fósiles alteran los patrones de lluvia de los que antes dependíamos, la gente recurre desesperadamente a las aguas subterráneas, lo que aumenta la presión sobre estas fuentes de agua, que no se reponen al ritmo al que se agotan.
En muchos continentes, el uso excesivo de aguas subterráneas podría atribuirse a las regiones agrícolas secas que dependen de esta fuente hídrica para regar sus cultivos: por ejemplo, el Valle Central de California, que produce el 70 % de las almendras del mundo, y la producción de algodón cerca del ahora totalmente seco Mar de Aral, en Asia Central. En España, mientras tanto, casi la mitad de los acuíferos subetarráneos están en mal estado.
“Actualmente, el bombeo excesivo de aguas subterráneas es la principal causa de la disminución de las reservas de agua terrestre en las regiones más secas, lo que amplifica significativamente los impactos del aumento de la temperatura, una mayor aridez y las sequías extremas – señala el estudio -. Proteger el suministro mundial de agua subterránea es fundamental en un mundo en calentamiento y en continentes que, como sabemos, se están secando”.
El equipo de Chandanpurkar espera que los esfuerzos, tanto locales como internacionales, para desarrollar usos sostenibles de las aguas subterráneas contribuyan a preservar este preciado recurso durante muchos años.