
Estreno
Andy Kaufman sigue vivo
Filmin estrena el documental «Thank you Very Much», dirigido por Alex Braverman, que disecciona al artista más incomprendido de este siglo

El acercamiento a la figura de Andrew Geoffrey Kaufman es casi siempre la misma, a través del biopic de Milos Forman («Man on the Moon») protagonizado por Jim Carrey. Pero esa no es si no la punta de un iceberg mucho más complejo e interesante, pero también más triste y desagradable. Para intentar mostrar quién era este artista de Long Island a los neófitos, mostrar más versiones de Kaufman a los fanes y trazar una línea general sobre quién era, nace la pieza documental «Thank you Very Much» («La comedia y el caos: el legado de Andy Kaufman»), dirigida por Alex Braverman y producido por los hermanos Safdie. Sin duda, una pieza indispensable para entrar en la cabeza del cómico, músico y performancer.
La producción documental muestra desde el principio muchas piezas de Kaufman en distintos momentos de su vida dando rienda suelta a que el espectador que no le conoce nada más que de oídas, profundice ligeramente en el tipo de humor con el que trabajaba. Y además, cierra un círculo vicioso que también perseguirá al espectador, que dudará durante todo el metraje sobre la veracidad de lo que verá y escuchará hasta llegar a la conclusión de cuestionar la propia muerte de Kaufman. Su carrera comienza hacia 1973 en «The improvisation», cuando empieza su «juego con la realidad». El dueño, BuddFrieman confiesa que se lo recomendaron y quiso verle y contratarlo. También en esa época conocería al que fue su amigo y compañero de muchas bromas Bob Zmuda, uno de los testimonios más interesantes de la pieza documental. Entre las joyas mostradas está «El gran Gatsby», aquella actuación memorable en la que únicamente se dedicó a leer la obra de F. Scott Fitzgerald sin inmutarse hasta terminar. Oiremos entrevistas con Danny DeVito compañero en la serie «Taxi», o Robin Williams, al que tuvo más de una hora sentado en una silla durante un espectáculo fingiendo ser su abuela. El testimonio de su novia Lynne Marguilies será fundamental para aportar algo de luz, así como lo narrado por su padre Stanley, en unas imágenes encontradas e inéditas en la que se conoce el día en el que ambos se sanaron a base de lágrimas. También se establece una infancia complicada y su relación con su abuelo, interrumpida por la muerte de este, ocultada durante años por sus padres. Es importante cuando volvemos a la infancia y juventud de Kaufman, para tener una dimensión diferente del poliédrico artista. Sabemos por él y por su amigo Bob que llegó a huir de casa con 16 años para vivir un año debajo del banco de un parque. También su pasado con las drogas, el alcohol y cómo su vida cambió cuando se dedicó a la meditación trascendental, con contacto directo con Majarishi Majesh Yogi.
Otro gran descubrimiento inédito es el testimonio de su compañero de piso durante su estancia en el Graham Junior College en Boston, Bijan Kimiachi, del que tomó la voz y el acento iraní, y algo parecido a un nombre para dar vida al personaje de «Taxi», LatkaGravas. Y como en la línea de su forma de ser, tras el éxito de la serie de televisión decide trabajar de ayudante de camarero en el Jerry`s Deli para poder estar en contacto con la gente, con «lo real». Un hombre que pasaba el tiempo mendigando en las calles para conseguir dinero (¿real?), que pedía probar uno a uno los 30 sabores de una heladería desesperando al concurrente (real), o quien en 1979 gastó 40.000 dólares en llevar en autobús e invitar a leche y galletas al público del Carnegie Hall para disculparse por haber fingido que una anciana moría de un infarto en el escenario (¿real?). Según los que le conocían su personaje primigenio de «Saturday Night Live» le permitía seguir siendo un niño,; sus imitaciones de Elvis Presley, ser sexi y Tony Clifton, su alter ego más odioso, «le permitía ser un gilipollas». Y llega el declive, cuando a partir de 1981 y en palabras de sus allegados «empezó a cagar donde dormía», organizando lucha libre contra mujeres a las que siempre batía sobre el ring. Cuando su carrera peor iba él más disfrutaba, acostumbrado a regocijarse en su propio fracaso (¿real?). Hasta que llegó su gran broma, quizá en venganza por lo de la muerte de Papú, su abuelo. Tenía la extraña idea de que fingir la muerte de uno mismo, y volver cada vez, te convertía en inmortal. Empezó con una tos persistente que provenía de un cáncer diagnosticado que acabó con su muerte el 16 de mayo de 1984. «Ellos se ríen de nosotros; nosotros de ellos; todo el mundo se ríe», decía. Por eso en su funeral algunos quisieron tocarle; por si acaso era otra broma de Andy.
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