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Entrevista

Pablo Alborán: «Aquí he sentido más compañerismo que en la música. Necesitas al otro»

El malagueño se sumó a la segunda temporada de «Respira», el drama hospitalario que ha vuelto a ser lo más visto de Netflix

Pablo Alborán: «Aquí he sentido más compañerismo que en la música. Necesitas al otro» Netflix

Pablo Alborán ha debutado como actor en la segunda temporada de «Respira», la serie de Netflix, y lo ha hecho a lo grande, con la naturalidad y personalidad de quien no necesita demostrar nada. Y eso, en un elenco con nombres de peso —Aitana Sánchez-Gijón, Najwa Nimri, Blanca Suárez, entre otros—, es mucho decir, sobre todo si se mueve con una verdad que sorprende. Su personaje, un cirujano plástico con más ego que paciencia, ha agitado las tramas sin desentonar en un hospital que ya tenía vida propia. Pero detrás de la ficción, el malagueño cuenta a LA RAZÓN que vivió algo más: compañerismo real.

¿Cómo ha llegado este papel a sus manos?

Hice el casting para la primera temporada de «Respira», pero no pude entrar. En la segunda, me volvieron a llamar. Lo pedí, de hecho. Aunque fuese para que me dijeran que no, pero lo pedí. Era una forma de seguir aprendiendo. Me preparé muchísimo y salió. Tuve que hacer prueba otra vez, claro. Después, cuando me dijeron que sí, me entraron todos los nervios del mundo. Me encerré a estudiar como un loco, visité hospitales, observé operaciones. Quería hacerlo bien. Es complicado que te den una oportunidad cuando vienes del mundo de la música y aquí la tuve.

¿Sintió presión por entrar en una serie ya en marcha?

Mucha, porque el engranaje estaba ya muy armado. Los personajes venían de una temporada anterior, sabían de dónde venían y hacia dónde iban. Yo era el nuevo, no solo en la serie, sino también en la profesión. Pero todo el equipo me cobijó. Me sentí muy abrazado. Ha sido muy bonito, primero por la oportunidad, pero sobre todo por el compañerismo.

¿Ha sido diferente al ambiente que ha vivido en la música?

Totalmente. Aquí he sentido más compañerismo que en la música. No lo digo por los músicos, sino porque la música es más solitaria. Esto es un trabajo de equipo. Necesitas al otro para que la escena funcione. Desde el primer día me sentí parte de algo.

¿Quién es Jon Balanzategui?

Un cirujano plástico de urgencias, muy seguro de sí mismo, acostumbrado a que todo le salga bien. Llega al hospital Joaquín Sorolla para desestabilizar algunas tramas. Se alquilan quirófanos para operaciones privadas, y él entra en esa ecuación. Es narcisista, tiene un punto de soberbia, pero también es vulnerable. Tiene las ideas claras... hasta que todo se le tambalea.

¿Se siente identificado con él?

En algunas cosas sí. En otras no. Pero ha sido muy interesante dejarme poseer por el personaje. Para eso tienes que abandonarte completamente. Ha sido un ejercicio muy sano, y muy divertido.

Su personaje ha vivido una historia romántica en esta temporada.

Sí. Un romance que no empieza con buen pie, pero que va desarrollándose. Es una relación con un personaje masculino, y se ha tratado con mucho respeto. Hay más romanticismo que sexo. Y aunque grabamos una escena más intensa, finalmente se decidió no incluirla. Me preparé con respeto, con honestidad, y me dejé llevar. El personaje lo exigía y la historia lo pedía. Es parte de la vida, y la serie lo muestra con sensibilidad. Me pareció bien.

¿Qué ha aprendido de este personaje?

Muchas cosas. He visto cómo funcionan los quirófanos, cómo se reparte la responsabilidad dentro de una operación. El anestesista tiene la vida del paciente en sus manos, luego pasa al cirujano, y después vuelve al anestesista. Hay algo fascinante en esa jerarquía. Y también en el lenguaje del hospital, en la tensión constante. Me ha estimulado muchísimo.

¿Cree que las etiquetas pesan demasiado?

Mucho. Lo he vivido yo mismo. A veces a mi personaje se le encasilla desde el primer momento. Pero todos tenemos capas. Jon también. Y eso pasa en la vida real. Hay que dejarse sorprender.

¿Qué le ha sorprendido del entorno hospitalario?

La complejidad emocional. El poder dentro de las relaciones, la lucha de egos, el juego de jerarquías... En una pareja no puede haber desequilibrio, y en el hospital pasa lo mismo: con tus colegas, con la dirección, con uno mismo. Todo eso está en «Respira».

¿La serie le ha hecho reflexionar sobre la salud mental?

Mucho. No solo la salud mental en general, sino la de los propios médicos. Hay profesionales que hacen más de cien horas de guardia a la semana. No son superhéroes, son personas. Eso se olvida, y esta serie lo recuerda. También he pensado en qué pasa cuando un médico tiene que tratar a un familiar. ¿Actúas como médico o como hijo, como padre? Es muy difícil separar una cosa de la otra.