Estreno

"Muerte por un rayo": Érase una vez (más) en América

Netflix estrena hoy esta miniserie de cuatro episodios sobre el caso real de la muerte del 20º presidente de los Estados Unidos, James Garfield, y su asesino, Charles Guiteau

Una de las dos veces que ambos protagonistas se estrecharon la mano
Una de las dos veces que ambos protagonistas se estrecharon la manoNetflix

Estados Unidos ha tenido hasta la fecha 45 presidentes, algunos repetidores, desde George Washington hasta Donald Trump. Durante su mandato atentaron contra nueve de ellos, de los que no salvaron Abraham Lincoln, William McKinley, John F. Kennedy y el vigésimo, James A. Garfield, protagonista obligado de la nueva miniserie que estrena Netflix hoy, «Muerte por un rayo». En ella viajamos hasta la década de 1880, dominada por la posible reelección de Ulysses S. Grant como candidato del partido republicano, pero que tomará un giro inesperado que tocará a dos hombres: un modesto abogado de Ohio, veterano de la guerra civil, y a otro letrado, oriundo de Freeport (Illinois), un vividor con una misión de Dios. Ambos interactuando en una nación que todavía arrastra lacras de la Guerra de Secesión.

La trama nos sitúa poco antes de la votación en Chicago para elegir al nuevo candidato republicano para optar por la presidencia del país. En esas jornadas, un joven senador, Garfield (Michael Shannon) se levanta para elogiar a su candidato, pero su discurso ante la cámara gana adeptos y acaba siendo proclamado candidato del partido. En su contra, el poderoso dueño del puerto de Nueva York, que recibe el 75% de los ingresos federales, Roscoe Conkling (Shea Whigham) y su perro de presa, Chester A.Arthur (Nick Offerman). Sí, ese. Ambos intentarán por todos los medios deshacerse rápido de Garfield por sus peligrosas ideas progresistas. A su lado se alineará el senador James Blaine (Bradley Whitford), más experimentado y cabal.

En la misma ciudad se encuentra Charles J. Guiteau (Matthew Macfadyen), descendiente de una familia de Hugonotes, que va dando botes por la vida. Abandonó la Universidad de Michigan y se unió a la secta religioso-sexual de la Comunidad de Oneida. Su llegada a Chicago coincide con la elección de Garfield y el cielo se abre para señalarle que en parte ha sido gracias a él. Entenderá que se trata de una misión divina e intentará todo tipo de tretas y tejemanejes para hablar con él o con su equipo de gobierno. Su sueño es conseguir un puesto en una embajada en Viena o Italia. Realmente, ambos personajes sólo comparten pantalla durante un par de ocasiones, pero ambas son memorables. El presidente Garfield destila solemnidad, sabiduría, paciencia y humanidad gracias a la interpretación de Shanon, mientras que la chabacanería, andrajosidad, repulsa, pena y vergüenza ajena se los lleva todos Guiteau, con una interpretación grimosa y maestra de Macfadyen. Completan el reparto Betty Gilpin como la mujer de Garfield, Lucretia (Crete), Laura Marcus como Mollie, su hija, y Dylan Hughes como su hijo Jim.

«Muerte por un rayo» es también una obra contemporánea por sus temas, con la búsqueda de los derechos fundamentales para los negros, la corrupción política, la crispación heredada de la guerra civil y un gobierno podrido desde los cimientos por todos aquellos que ponen la mano para llevarse en metálico un trozo del sueño americano. La serie está inspirada en el libro «Destiny of the Republic» de Candice Millard, ha sido creada por Mike Makowsky, y producida por D. B. Weiss y David Benioff («Juego de Tronos»), bajo la dirección de Matt Ross. Su ambientación dramática para esconder un thriller que crece en intensidad, narración histórica y muchas dosis de humor negro, atrapa desde las interpretaciones a las lecciones de historia americana. Pero mantiene atado al espectador con guiones muy locos, subyaciendo en la anclada política americana de aquellos años. El desconocimiento de la verdadera historia del asesinato de Garfield es otro aliciente para disfrutar de su ritmo y su retorcido sentido del humor. En «Muerte por un rayo» no hay buenos ni malos. Solo seres humanos dejándose acorralar por las pulsiones, ya sean sexuales, económicas o políticas.

Parte de la gracia de la ficción es llegar a identificar los absurdos factores y cúmulo de errores y coincidencias que acabaron con la muerte del 20º presidente de los Estados Unidos y la de vidas que todo aquello trastocó.

Mike Makowsky confesó en una entrevista que lo identifica claramente con la actualidad: «Una política tan crispada como la de hoy». Los más indagadores encontrarán temas como la salud mental, la medicina de la época (vaya carnicería), los problemas raciales o la manipulación mediática. No hay frase más profética que la dicha por el presidente Garfield en los pasillos de la Casa Blanca antes de recibir en audiencia a Guiteau y ante la duda de que atentaran contra su vida: «Un magnicidio se puede prever tanto como la muerte por un rayo».

El primer colchón de muelles le costó la vida

►La escena de las curas tras el atentado es una auténtica carnicería. El médico de más alto rango, el doctor Bliss (Željko Ivanek), busca la bala y para ello no tiene en cuenta las normas de higiene recién descubiertas, por lo que será el causante directo de la muerte del presidente. En la realidad, Garfield estuvo recostado 70 días tras los disparos y llegó a tener la atención de Alexander Graham Bell, que intentó encontrar el casquillo con un detector de metales inventado para la ocasión. Lamentablemente, poco después se dieron cuenta de que no había funcionado porque el colchón sobre el que reposaba el presidente era de muelles metálicos, el primero fabricado en el mundo.