Entrevista
Vicente Romero: «Me resulta reconfortante saber que soy un secundario codiciado»
El intérprete llena nuestras pantallas de cine y televisión desde hace años, y ahora se pone en la piel del psicópata Santiago Roldán en «Express», producida por The Mediapro Studio, que acaba de estrenar segunda temporada en Netflix
A Vicente Romero todo el mundo le conoce. Quizá los espectadores no sepan decir su nombre a la primera, pero está en decenas de ficciones y películas por su capacidad para ser bueno, malo y también peligroso. Ahora está en nuestras pantallas por protagonizar la segunda temporada de «Express» en Netflix y producida por The Mediapro Studio (productora con la que en septiembre estrenará la cinta “El 47”), en la que se pone en la piel de un paramilitar misógino, homófobo y racista... una joyita.
Tiene usted mucho trabajo.
Sí, yo he pasado también mis gólgotas y mis penalidades, pero sí, yo dentro de la profesión estoy trabajando, me dedico y vivo de ello, entonces sí, es un privilegio. Da mucha pena decir que es un privilegio. Da mucha pena decir un privilegio. Como si no sé si un abogado trabajando o un abogado trabajando dice no, soy privilegiado porque trabajo. No debería ser un privilegio, no debería ser un bueno, simplemente un acontecimiento. Pero sí, me considero muy afortunado porque en la entrevista anterior también estábamos hablando de esto. Elegí dedicarme a esto y vivo de esto y vivo feliz. Es decir, muy poca aparte de ser actor o haber elegido este oficio, hay muy poca gente que diga me voy a dedicar a esto y vivo de esto, y esto me da de comer y me da de vivir en el sentido más amplio de la palabra. Y si es una fortuna, fortuna poder elegir tu oficio y que te salga no todo el mundo tiene acceso a esta condición, entonces pero sí, sí, sí, hay que considerarse afortunado por estar aquí, dentro de esa franja tan mínima de gente que puede vivir del oficio de actor o de actriz..
Es difícil encontrar información sobre usted entre 1969 y el 2001 cuando apareció en «Hospital Central».
Pues mira, desde trabajos muy peregrinos para vivir, intentar dedicarme a ser actor. Estudié dirección escénica, nunca estudié interpretación; no tengo una formación reglada. Fui en cierto sentido autodidacta. Monté una compañía cuando tenía 19 años, posteriormente estudié dirección y mientras, en todo ese periplo vital, venía acompañado de mil trabajos peregrinos para sacar dinero para dedicarme a lo que finalmente me dediqué, que fue la interpretación y la dirección. Cuando vivía en Sevilla, por ejemplo, dirigía más que actuaba. Ahora, llegué a Madrid y dije voy a ser solo actor, la dirección de momento me da mucho dolor de cabeza y se pierde mucho dinero porque me dedicaba a trabajar para levantar producciones que no iban a muchos sitios.
¿Qué le dijeron en casa cuando quiso dedicarse a la interpretación o a la dirección?
Siempre hemos tenido una relación muy difícil en ese sentido. Me acuerdo que tenía 10,11 años, y decía voy a ser escritor, voy a salir en los libros y me van a recordar como escritor. Tenía ahí como esa pulsión artística y mi padre al principio se reía, luego se preocupó y luego el hombre pues se enfadó muchísimo. Mi padre fue electricista, construcciones aeronáuticas, y era un hombre con una mentalidad muy pragmática, venía de cuando se pasaba hambre de verdad. Empezó a trabajar, creo que me dijo que tenía 11 o 12 años bobinando motores en un taller, y claro, para él era no vas a estudiar: «No va a haber nadie con carrera en nuestra familia». El miedo de esa generación, de gente que es tan pragmática y que identifica el trabajo incluso con algo manual, el hecho de ser artista, pues es elegir una vida de la farándula, y la idea que se tenía pues bueno, como decían antes putas y maricones, era como una locura. «De esto no vas a vivir, te vas a dedicar a la dolce vita» y eso no estaba considerado trabajo. Posteriormente, cuando ya andan en una edad adulta, ya se ve el resultado y empiezan a entender un poco que sí, que se puede vivir incluso mejor que de otras profesiones y, sobre todo, que el riesgo mereció la pena. Tomar una decisión así no es fácil.
Deleíteme con algún trabajo peregrino.
Eso lo voy a guardar para mis memorias. Por ejemplo, me fui a Tenerife a trabajar de cocinero y me metieron en un hotel, y en el hotel hubo una amiga que me enseñó a hacer trenzas de esas de tela de colores que se ponen en el pelo. Y cobrábamos la trenza, y me acuerdo que no me forré directamente, pero gané muchísimo más dinero, que trabajando de camarero. Tenía un número de teatro que hacía en la calle con un personaje de una bruja. Digamos que no eran trabajos muy gloriosos, pero sí la idea que me aportaba es que he intentado huir de un trabajo que se lleve el 100 % de mi tiempo.
Interpreta a Santiago Roldán en las dos temporadas de «Express», ¿cómo es?
En la segunda temporada, por ejemplo, es un personaje más poliédrico. En la primera hay una presentación donde es un tipo desquiciado, exmilitar, viene tocado, digamos, de haber estado en la guerra, roto, destrozado, con pocas luces. En la segunda el personaje crece, tiene esa profundidad, sabemos de dónde proviene y a dónde le ha llevado su manera de estar roto. Es un tipo nervioso, fanfarrón, con muy pocas luces y muy violento. Ya en la segunda temporada deja de ser gracioso. Se convierte en un tipo bastante psicópata.
Como histórico de la televisión, ¿qué hemos ganado y qué hemos perdido?.
Bueno, yo creo que desde que se empezó, yo creo que se ha ganado en calidad, se ha ganado en poder atrevernos. Yo creo que la ficción antes española no se atrevía, era más bueno, la gente se conformaba con hacer un producto de entretenimiento no tuviera una calidad, no tuviera muchísima calidad, sino que simplemente digamos que no era producto gourmet, por decirlo de alguna manera, era comida de rancho. ¿Qué ha pasado? Que hay una formación de directores y directoras, guionistas, equipos técnicos que bueno, que ya han estudiado en EE.UU., que tienen una formación exhaustiva y yo creo que la ficción española ahora se atreve y saca productos que pueden competir con cualquier producto internacional y que estará ahí en primera línea. Y se ha ganado en calidad, se ha ganado en cantidad también. Y sobre todo eso de perder el complejo. Ahora yo creo que nos tenemos que sentir orgullosos de lo que estamos haciendo, de que la afición española goza de una salud y calidad excelente, envidiable..
Ser secundario... ¿es peyorativo?
No. Digamos que el ser secundario muchas veces se goza de una carrera muchísimo más larga que actores protagonistas y que en un momento dado lo que les avala a lo mejor es la belleza y la juventud y es un bagaje un poquito falso. Te mentiría si dijera que no estoy esperando la oportunidad de hacer un protagonista. Tengo la formación y la experiencia para hacerlo. Es muy difícil. Pero ser secundario no me resulta insultante. Me resulta muy reconfortante saber que soy un secundario codiciado.
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