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«Tomás Moro»: tres páginas de Shakespeare y mucha historia

José Luis Patiño, como Tomás Moro, en una escena del montaje de Tamzin Townsend que juega a la anacronía
José Luis Patiño, como Tomás Moro, en una escena del montaje de Tamzin Townsend que juega a la anacroníalarazon

Como el rey Midas con el oro, todo lo que lleva la palabra Shakespeare parece convertirse en tema de interés teatral. Decir que «Tomás Moro» es una obra del gran dramaturgo inglés es arriesgado: pero hoy puede afirmarse, o al menos así lo han certificado los expertos, que suya es una pequeña parte de este drama escrito a cinco pares de manos: las de Shakespeare, Chettle, Munday, Dekker y Heywood. Quizá unas tres páginas del original. Un original que sería, aunque no esté firmado, el único manuscrito existente del autor de «Hamlet» y «Romeo y Julieta». No se estrenó hasta 2004 en Londres. En España se puede ver gracias a la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), empeñada en meterse en camisas de once varas teatrales –acaban de estrenar en México «La sangre de Antígona»– en momentos en que otros ponen sus barbas a remojar. «El texto tiene cinco autores diferentes y, pese a que grafológicamente se han distinguido esas cinco manos, hay muchas dudas sobre quien escribió qué. En la obra hay fragmentos magníficos, dignos del mejor teatro isabelino, pero creo que lo importante no es tanto Shakespeare como el hecho de que la historia que se cuenta es muy atractiva», explica Ignacio García May, autor de la versión en este montaje. «La mayor dificultad era darle unidad a esos cinco estilos diferentes. También hemos tenido que reducir el número de personajes, que era muy elevado. E incluir a un narrador, que sirve para contextualizar los hechos y aclarar algunas cuestiones al público, un poco a la manera brechtiana», explica. Richard Collins Moore encarnó este papel en su estreno, pero en Madrid será Ángel Ruiz quien le dé vida. José Luis Patiño se convierte en Tomás Moro, y les acompañan Manu Hernández, como Erasmo de Rotterdam –el filósofo visitó al autor de «Utopía»–, Lola Velacoracho, Silvia de Pé y Sara Moraleda, entre otros intérpretes. «Tomás Moro. Una utopía», estrenada en julio en el Festival de Almagro, llega ahora al Fernán Gómez. En escena, el gran ausente es Enrique VIII: se le menciona, pero no comparece. Curiosamente, Unir colabora en la distribución de otro Shakespeare, «Enrique VIII», aún de gira, en el que el monarca es el protagonista y que sería la continuación cronológica de «Tomás Moro», pues retrata el proceso que llevó al rey a cambiar a Catalina de Aragón por Ana Bolena.

Dirigido por Tamzin Townsend, «Tomás Moro. Una utopía» nos acerca a la vida del que fuera político, teólogo y Lord Canciller, querido por el pueblo e íntimo amigo del Rey. Pero, ante todo, hombre de principios, los que le costaron la cabeza por negarse a aprobar el divorcio regio. «Shakespeare siempre escribe, de una manera u otra, sobre el poder, pero no hace teatro político tal y como entendemos ese término hoy, porque lo que le interesa es lo permanente, no lo coyuntural. ''Tomás Moro'' está en esa línea. Pese a que lo narrado está históricamente cerca, la preocupación del autor o autores no es dar un sermón "electoral", sino hablar de la responsabilidad individual de los seres humanos frente al poder», cuenta García May sobre la carga política de un texto que probablemente fue escrito en la clandestinidad. Shakespeare vivió en tiempos de Isabel I, hija de Enrique VIII y perseguidora en su etapa final de los católicos. Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de que el autor profesara en secreto la fe católica. «Creo que calificar a Shakespeare como católico sólo por esta obra es un poco aventurado –matiza García May–. Es cierto que se preocupó mucho por las cuestiones del espíritu, como se desprende de una lectura a fondo de sus obras, pero hay en él muchas y variadas influencias».