Valencia

Adolfo Martín: «La corrida de Otoño es aún más seria que la de San Isidro»

El ganadero, que acaba de recibir la carta verde, ya tiene siete peticiones de Francia para el año que viene

Adolfo Martín
Adolfo Martínlarazon

Tras una temporada «malísima» como él mismo define y que, a punto estuvo de llevarse su vida por delante al ser corneado por uno de sus toros, el 2013 ha sonreído a Adolfo Martín. El ganadero está restablecido al cien por cien y sus toros parecen querer devolverle sobre el albero los sinsabores del pasado. Éxitos en Valencia, Madrid, Soria... La afición sigue intacta y la ilusión crece en proporción directa con los pasos, cada vez mayores, que su hijo va dando a su lado. El futuro de los Albaserrada de la «V» está asegurado.

-El gravísimo percance del año pasado ya es historia.

-Estoy como antes, con todas las de ley y dando guerra de nuevo. Parece que Dios me puso prueba y después de noticias muy adversas, me tenía reservadas grandes alegrías.

-Desde el principio de la temporada, además, en Valencia sus toros ya dieron el primer toque de atención.

-Fue una corrida encastada y muy variada. Saltó un toro excepcional, «Aviador», sin duda, de los mejores de la temporada. Humilló mucho, empujó con franqueza en el caballo y tuvo clase y temple en la muleta. Era muy toreable.

-¿Ha sido su mejor toro de esta temporada o se quedaría con otro?

-He lidiado cuatro muy importantes. Ese toro de David Esteve en Fallas, un «Tomatillo» en Soria que permitió a Joselito Adame estar al nivel que lució en Madrid y los dos toros de San Isidro, el cuarto y el sexto.

-«Baratillo» y «Marinero», que le ha dado un buen puñado de premios.

-Todos. Ha arrasado en los 14 o 15 premios que se suelen entregar cada año después de San Isidro al mejor toro. Pero, en conjunto, toda la corrida de Madrid fue muy interesante. Hubo varios astados ovacionados de salida como el primero y, sobre todo, la gente disfrutó de un espectáculo muy entretenido. Con emoción. No se aburrió y salió toreando. El milagro de la casta, ya sea en bueno o en malo. Cuando sucede esto, las dos horas del festejo se suelen hacer muy cortas y así pasó ese día. Ferrera estuvo sublime como todo el año, Alberto Aguilar fue un jabato y si Javier Castaño mata al sexto, le corta las orejas.

-Su cuadrilla también puso su granito de arena para que la fiesta fuera completa...

-Me voy a lanzar a la piscina: en 60 años que llevo ya en este mundo, no he visto nada igual. Por supuesto, ha habido equipos muy buenos y subalternos magistrales, pero tan importantes, nunca, y menos, por supuesto, a los toros que se lo hace la gente de Javier Castaño. Cómo meten las manos en el balcón, cómo reúnen, cómo agarran los toros arrancados a 30 metros, cómo salen andando... Da igual que derroten, que esperen o que apreten a la salida de la suerte e insisto, lo que más valoro, es que se lo hacen a esos toracos de Miura, de Cuadri, de Victorino o de aquí, de casa. Es un portento de cuadrilla.

-Había alguna cuenta pendiente que saldar con Madrid, hace un par de temporadas tuvo que llevarse todos los toros para casa rechazados.

-Bueno, ¿me saqué la espinita? Pues igual sí, ya dije que fue un año malo en casa, pero lo que sucedió entonces ya estaba más que olvidado. Fue un accidente y no le doy más relevancia.

-Un día después de lidiar su corrida, Adolfo Martín vuelve a Las Ventas, ocupa su localidad y los aficionados rompe en aplausos. ¿Igual que hay toreros de Madrid también hay ganaderos de Madrid?

-Tiene trampa (bromea), porque me conocen de toda la vida y me tienen mucho cariño. Llevo con esos abonos de la grada del 8 desde que era estudiante. He pasado toda mi vida en esta plaza y soy un enamorado de ella, porque la he mamado desde niño. Claro que hay ganaderos de Madrid.

-Y por eso, repite en la Feria de Otoño.

-A ver si puedo embarcar la corrida que tengo en mente, porque la gente tiene que entender que de un día para otro puede haber bajas. De los doce apartados hay un abanico de 6 o 8 ejemplares buenos, de toda confianza. Casi toda es cinqueña y, aún más seria por delante que la de San Isidro. Muy ofensiva. Hay algún "Madroño", otro de los "Barateros"y un "Murciano", familias legendarias de la casa. ¿Apostar por uno? Por este último, el número 95, es un cornipaso muy espectacular por su trapío. Muy en el tipo de la casa y de Madrid.

-Y si no pasa nada, por fin con Iván Fandiño en el cartel.

-Es el torero más en forma del momento. Sentí mucho lo que le pasó en San Isidro por la ilusión que tiene, más allá de la relación que nos une, es un chaval extraordinario. Se merece llegar donde va a llegar, si es que no lo ha hecho ya, porque lo ha logrado exclusivamente por méritos propios. Ahora, en Otoño, no se esconde. Después de la cornada y con la temporada ya hecha, vuelve a dar la cara en Madrid y dos tardes.

-Y para el año que viene le acaban de conceder un regalito...

-Sí, ya tenemos la carta verde y podremos lidiar en el país vecino. Ya tengo siete peticiones en firme, no de farol, para el año que viene en plazas francesas. Por la buena afición que hay, que no se resienten los tendidos como está pasando en España, y por el mimo que le están poniendo en cuidarlo, Francia es el futuro.

-¿Tan negro lo ve?

-Es el peor momento para la ganadería brava en España en mis años de experiencia. Y es una pena porque se está llevando por delante encastes irrecuperables... Hay un descenso de festejos y, por tanto, de la demanda de toros, pero los costes de producción han subido.

-Mala combinación.

-Nosotros hemos reducido el número de cabezas. De cerca de 400 vacas hemos pasado a las 200. También es verdad que estábamos pasados de ganado, con demasiadas reses, aunque siguiéramos lidiando nuestras decena o docena de corridas. Teníamos camadas muy largas y este año se ha comprobado, porque hemos lidiado alguna más de lo habitual.

-El testigo está asegurado con su hijo.

-¡Vaya marrón le hubiera dejado el año pasado si me muero! No dejo de pensarlo cuando recuerdo el accidente... Conoce el campo y quiere seguir mi camino, pero aún no estaba preparado y encima ya digo que estaba muy cargado de cabezas... Hacerse cargo era un problemón. Ahora, por las semanas que estuve en el hospital y todo este año ayudándome cerca de mí, está mucho más integrado y sabe que hay que estar muy pendiente día a día y lo duro que es este mundo. Está más adaptado.