Ferias taurinas

Cruz encuentra la gloria después de la tragedia

Soberbia actuación de Alberto Lamelas con un buen toro de Victorino Martín

Fernando Cruz, en su reaparición de luces, consiguió dos trofeos ayer en Valdemorillo
Fernando Cruz, en su reaparición de luces, consiguió dos trofeos ayer en Valdemorillolarazon

Lo llevaba escrito en la cara. Feliz antes de comenzar a pesar de que le esperaban dos toros de Victorino Martín en los corrales, que no suena a broma. El pasado 15 de agosto, un toro, aquel toro, le clavó el pitón en la barriga como un puñal. Una corrida trágica, injusta, dolorosa y en la plaza de Madrid. Millones de dudas sobre su recuperación y meses en el dique seco. Tanto esfuerzo en balde. Ayer reapareció con una gran ovación y lo hizo con una apuesta de torero de plomo: se veía las caras con los victorinos. Lo hizo con brillantez Fernando y algo mucho más importante: sin renunciar a su concepto clásico y depurado del toreo. Sin mentiras. Lo que ocurría en el ruedo, que era mucho, estaba lleno de verdad. Sin látigo, sin espacios de más para tapar el menos, suavidad, búsqueda de la hondura y la capacidad para encajarse con la embestida del segundo toro, que no era larga pero sí tenía fijeza y cosas buenas. Se entendieron, encontró la muerte pronto y paseó el primer trofeo. La puerta grande la abrió después. En el quinto, un toro más altón, peor hecho, que fue sosote pero se dejaba. Fernando Cruz disfrutó. Había superado el reto, meta conseguida. Tomen nota, empresarios.

Y hubo otro nombre con mayúsculas, el de Alberto Lamelas. Grata sorpresa. Gran toro el tercer victorino, temple, buen son, entrega y muleta de seda del jiennense. Asentado, convencido, hecho, cuajado, un milagro con tan corta trayectoria y en el preámbulo casi de temporada. Así fue. No se cansó de hacer el toreo bueno, la muleta muerta y siempre en la cara, el temple junto al poso y el reposo. Y la lentitud. Una delicia de faena; un desastre a espadas. Victorino de triunfo. Brindó a El Chano el sexto. (Qué mérito tienes, torero). Y echó Lamelas valor y seguridad con un toro que se orientó. Sobrado de facultades; otra historia fue el final.

Sergio Aguilar lidió el peor lote. Un primero orientado y gazapón con el que anduvo muy firme pero sin encontrar la espada y un cuarto que fue difícil y estuvo siempre a la defensiva. En las medianías era difícil resolver la papeleta, a pesar de que Aguilar es una apuesta segura.

En Valdemorillo este año no sólo ha comenzado la temporada. Dos claves: a lo interesante acude la gente a pesar del temporal, y de la crisis y de esa ruina vital que tenemos encima. Hay toreros para una regeneración que ilusionan, ¿encontrarán el talento los empresarios? No más de lo mismo, por favor.