Actualidad

Toros

La emocionante pelea de “Carasucia” por ser recordado

Gran toro de Valdellán en desigual tarde en la que saludó Fernando Robleño.

Escribano en plena faena con el tercer toro, "Carasucia". Foto: Luis Díaz
Escribano en plena faena con el tercer toro, "Carasucia". Foto: Luis Díazlarazon

Gran toro de Valdellán en desigual tarde en la que saludó Fernando Robleño.

De Madrid la terna. Veteranos Robleño e Iván en aquella hornada del 98 (apróx) de la Escuela Taurina de Madrid, cuando la escuela todavía navegaba entre la libertad política y la que impone el extraordinario lugar del Batán. Allí ocurrieron tantas cosas. Allí ocurrió el toreo antes de empezar, donde viven los sueños en sigilo y de pronto llegan y se quedan cosas grabadas en la piel, como ir a ver las Puertas Grandes desde arriba y devolver el saludo cuando se cumple la salida a hombros camino de la calle de Alcalá. Llegar ahí, al triunfo, si llega, muchas veces es una tortura. Muchos lograron doctorarse en una época prolífica bajo la batuta de Gregorio Sánchez, ese sí que era la voz, la más ronca que hacía temblar a cualquiera que quería ser torero. Cristián Escribano, de la tierra también, completaba el cartel. A la verónica se abrió de capa con una suavidad tremenda, muy vertical, grácil y remató con una media. Fue el momento más destacado de la tarde. Lo que no llegábamos a augurar todavía es que teníamos por delante a un gran toro, “Carasucia” se ganó recordarlo por su nombre y entró por derecho en el pódium de los toros importantes. Y eso que los dos anteriores de Valdellán no dieron mucho de sí, pero “Carasucia” resultó una máquina de embestir en la muleta, fiereza interminable, casta y bravura para repetir con carbón y entrega, porque lo hacía por abajo. Era un tótem del toro con esa embestida que pesaba por su seriedad, porque no pasaba por allí de cualquier manera. Escribano tardó poco en cogerle la medida, aguantar ese envite que era un pulso de poder y sobre todo por el derecho dio los mejores pases. Apostó y logró el bello diálogo con el público. Al natural, con el viento y las dificultades, no logró tanta contundencia a esa embestida que era brutal, a ras de la arena, hasta el final y un punto más. Tremendo. A partir de ahí, cuando la faena tenía que despegar del todo, se descompuso, más a la espera el torero y con alguna embestida más corta del animal. En pleno fogonazo se apagó todo, una llamarada que parecía llevarse la tarde por delante y acabó con una espada espantosa. Toro bravísimo, con ovación de gala. A “Carasucia” le recordaremos.

Foto: Luis Díaz

Fue casta lo que le faltó al primero de Robleño, que iba y venía, pero salía desentendido y era difícil fraguar algo que se acercara a la emoción. Obligatoria en esta plaza. No hay triunfo por otros caminos. El cuarto hizo pasar lo suyo en banderillas, esperaba, pero comenzó con un alarde de oficio y querer Robleño. Se movió el toro en unas coordenadas complejas, era muy repetidor, con ese punto de reponer, pero se metía por dentro y le faltaba entrega. Tarea jodida para defenderla, exigía mucho, físicamente y de cabeza. Lo hizo y matar de veras.

A Iván Vicente le tocó uno de Valdellán muy complicado, porque reponía, pero no se entregaba y además tampoco trasladaba la importancia de cada arrancada al tendido. En intentar buscarle las vueltas se le fue la faena. El quinto fue otro tipo de toro, era desigual en el ritmo, con sus desafíos, pero se entregaba en la muleta más por bajo y tenía movilidad. Era un toro de fe, pero el viento acabó de descomponer la faena de Iván Vicente que no llegó a cogerle el pulso al de Valdellán. Eso sí lo mató soberbio.

Iván Vicente da un derechazo, esta tarde en Las Ventas Foto: Luis Díaz

Raúl Cervantes lo bordó con las banderillas en el sexto, que después iba y venía a la poderosa muleta de Escribano con franqueza, pero poca transmisión. No nos aburrimos, entre la bravura y las dificultades. El toreo.

Ficha del festejo:

Las Ventas (Madrid). 29ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de la ganadería de Valdellán. 1º, va y viene con franqueza y sale desentendido; 2º, sin entrega, repone y soso; 3º, bravo, encastado y con mucha transmisión; 4º, repone con codicia y por dentro; 5º, desigual de ritmo, pero con entrega y movilidad; y 6º, va y viene con franqueza, pero sin empuje. Menos de tres cuartos de entrada.

Fernando Robleño, de corinto y azabache, estocada (silencio); estocada buena (saludos).

Iván Vicente, de grana y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); estocada (silencio).

Cristian Escribano, de azulón y oro, tres pinchazos, media baja, aviso, bajonazo (silencio); estocada corta (silencio).