Toros

Madrid

La inagotable raza de Iván Fandiño

El vasco roza la oreja del sexto a base de garra tras sobreponerse a dos volteretas en una tarde en la que Morenito solo mostró su dimensión en el primero

Iván Fandiño se sobrepuso en las Ventas a dos volteretas. Debajo, Morenito de Aranda
Iván Fandiño se sobrepuso en las Ventas a dos volteretas. Debajo, Morenito de Arandalarazon

El vasco roza la oreja del sexto a base de garra tras sobreponerse a dos volteretas en una tarde en la que Morenito solo mostró su dimensión en el primero

Las Ventas (Madrid). Domingo de Resurrección. Se lidiaron toros de Martín Lorca, Escribano Martín (2 y 6) y un sobrero de José Luis Pereda (6 bis), de buena, aunque muy desigual, presentación, salvo el sobrero, sin remate. El 1, noble y manejable, le faltó empuje; el 2, parado y reservón, sin recorrido en la muleta; el 3, exigente y encastado, mejor en las distancias largas, para apostar; el 4, sin fuerzas, imposible para la muleta; el 5, desrazado y sin clase; y el 6, manejable y con bondad. Algo menos de media entrada.

Morenito de Aranda, de grosella y oro, pinchazo, aviso, estocada (saludos); bajonazo, descabello (silencio); dos pinchazos, estocada desprendida y trasera (silencio).

Iván Fandiño, de vainilla y oro, pinchazo, media (silencio); estocada desprendida (silencio); estocada baja (saludos).

Anverso y reverso de una misma moneda, Morenito de Aranda e Iván Fandiño apostaron por regresar a Madrid en primavera fuera de los focos de San Isidro. Antes de la luz y taquígrafos del maratoniano mes de toros. Apuesta que en 2015 salió a las mil maravillas en la Goyesca al burgalés, por la Puerta Grande, y terminó en enmarañado naufragio en el caso del intrépido torero de Orduña. Ya desde el minuto uno quiso meterle pimienta al duelo Fandiño con un volcánico quite por saltilleras en el que rompió plaza. En el tercer lance, le jugó una mala pasada Eolo y su propio capote se convirtió en una trampa maquiavélica. Lo levantó el astado por la barriga de feísima manera y lo zarandeó varias veces de uno a otro pitón. Sobrecogedor. Contuvimos la respiración. Por suerte, no llegó a calarle. "Sólo"la fenomenal paliza. Otra más recibió en el sexto. Tiró de raza Iván. Curtido en mil batallas, siempre ofrece la mejilla, las femorales, el cuerpo entero... para la mil y una. Más si cabe, si se sabe consciente de que no atraviesa su momento más dulce. Irreprochable disposición. Había dejado una faena con altibajos al sexto bis, sobrerete muy justo de presentación de Pereda. Manejable, con bondad, hubo dos tandas de enjundia en redondo. Sobró algún enganchón al natural. Las bernadinas del epílogo animaron al personal y Fandiño no vaciló. Montó la espada y se volcó sobre el morrillo como si no hubiera mañana. Ni tardes en San Isidro ya firmadas. Matar o morir. Sin medias tintas. Lo encunó el burel y lo lanzó una vez más por los aires. Desmadejado. El traje, hecho jirones. La tizona, hundida por completo, aunque algo perpendicular y caída. Hasta cuatro veces dobló las manos la res antes de derrumbarse. Le pidieron la oreja, pero no la concedió el presidente. Con o sin premio, el derroche de garra ahí quedó.

El cinqueño segundo se paró en el último tercio. Reservón, no hubo forma de ligarle los muletazos por más tesón que el torero vasco quiso mostrar. Le buscó las vueltas, pero optó por desistir ante un animal a la defensiva y el desencanto de un tendido frustrado. Inédito quedó con el cuarto, inválido que debió volver a corrales. Un quiero y no puedo que concluyó antes siquiera de empezar. Sin fuerzas, se cayó y se levantó más que algún paso de esta Semana Santa.

En la muleta de Morenito, aquel "Tiento"que hizo primero tuvo nobleza y resultó manejable para el torero, que hilvanó dos tandas consecutivas, una por cada pitón, notables. Relajado y con la figura erguida, dejando siempre la tela puesta y componiendo sin perder apenas pasos. Llegó mucho al tendido. Sin embargo, se pasó de faena y el público se enfrió. Con dos tandas menos, la oreja pudo haber estado en su mano. Saludos.

Muy bien presentado, enseñando las puntas, dos velas, el tercero fue toro de apuesta. Muy para Madrid. Encastado y exigente, de moneda al aire, pero también de los que pueden dar mucho en esta plaza. Propició el primer intercambio de golpes en quites. Ceñidas gaoneras de Fandiño, que replicó con templados delantales Morenito. Muy despacio. Un par de ellos, soberbios. La rúbrica, dos medias abelmontadas. Pidió mando y llevarlo sometido por abajo en la franela. Mejoraba en la larga distancia, con sitio, pero el diestro no terminó de entendérselas ni con el de Martín Lorca ni con el viento, de nuevo presente, e incluso, acabó entre los pitones. El trasteo nunca tomó vuelo. Menos aún despegó la tarde en el quinto, castaño sin clase, que impertinó siempre con un molesto tornillazo en las embestidas. Morenito trató de corregir ese gañafón, pero no hubo manera de sacar una gota de este manantial sin agua.

Dos toreros, dos caminos, misma apuesta, ayer, mismo destino. Salió cruz. Y eso que estábamos ya de Domingo de Resurrección... Ni por esas.