Sevilla

«Niñito», cónsul a título póstumo

Escribano torea con la diestra al primero de su lote
Escribano torea con la diestra al primero de su lotelarazon

Las embestidas, un bombón por los dos pitones. El hocico lamiendo el amarillo, pronto al cite, el recorrido hasta donde marcaba la muleta, que igual podía ser un metro que un kilómetro. «Niñito», 545 kilos, tercero de El Pilar que le tocó en suerte – un boleto de la lotería - a David Mora será con gran probabilidad el toro de la feria. Un «superclase» de los Fraile salmantinos que se mereció más honores. Era toro de vuelta al ruedo que desfiló camino de la puerta de arrastre con una oreja colgando y entre el avispeo de látigos, como si fuera una pantera de la sabana. Ni el escaso público – otra vez menos de media- ni el presidente –con tal torta que llegó a sacar en una ocasión el pañuelo después de la primera vara - se debió enterar de que «Niñito» merecía el arrastre lento y honroso de los bravos. Así que a mí sólo se me ocurre arreglar esto de una forma. Y es que el ganadero, si lo tiene a bien, dé a «Niñito» título póstumo, igual que el poncio romano -¿fue Calígula?- que nombró a su caballo «Incitatus» cónsul de Bitinia. No merece menos este ejemplar de El Pilar con el que David Mora dio de sí todo lo que puede, que no fue todo lo que mereció el toro. Hay historias que están condenadas a repetirse. Y se repitió la de aquel «Bilanero» de Moisés Fraile de hace dos ferias. «Bilanero» era un chollo, un tío para reventar una feria, y la mascletá se quedó, como ayer, colgada de la mecha. El otro toro de la corrida, sin ser el «Niñito» de El Pilar, se lo llevó Miguel Abellán. Pero Abellán estuvo ayer perdido en su minué personal y su concierto de zapatillazos. Ni en el primero bis, que ese sí era incierto y descompuesto en la embestida, y a Abellán se le notó demasiado que pasó un mal rato, ni el buen cuarto que tenía petróleo en el pitón derecho. El triunfo catódico de Abellán en un concurso de baile le ha vuelto a poner en órbita. Lo que se escuchó en los tendidos con la chacota del «Mira quién baila» pueden imaginárselo. No se merece irse de vacío Manuel Escribano, al que le falta toda la potra que tienen en los sorteos Mora o El Cid por poner dos claros ejemplos. Pero Escribano está en el empeño. Tiene la «monea» y tiene más huevos que San Arcadio. Éste la cambia. .