Feria de Bilbao

Novilleros para ilusionar

Lorenzo, Climent y Varea gustan pese al poco juego de los novillos de Talavante

Varea paseó una oreja y dio una vuelta al ruedo para firmar una actuación rotunda
Varea paseó una oreja y dio una vuelta al ruedo para firmar una actuación rotundalarazon

En Valencia, tercera de la Feria de Julio. Se lidiaron novillos de Alejandro Talavante, desiguales de presentación y de poco juego en conjunto. Un cuarto de entrada.

Álvaro Lorenzo, de rojo y oro, estocada, descabello, aviso (silencio); dos pinchazos, estocada, aviso (saludos). Cristian Climent, de azul pavo y oro, tres pinchazos, estocada, aviso (silencio); estocada, aviso (oreja). Varea, de verde hoja y oro, pinchazo, estocada, aviso (oreja); estocada, dos descabellos (vuelta al ruedo).

Uno de los alicientes de la segunda novillada del abono de julio era la presentación de la ganadería de Alejandro Talavante, la que fue de Arribas y que ahora gestiona el diestro extremeño, para el que no está siendo este su año en Valencia: no vino en fallas, tampoco se anuncia en esta feria y, como ganadero, no se puede decir que el éxito le acompañase. Sus novillos, de desigual presencia, sacaron problemas y evidenciaron carencias, poniéndoselo difícil a sus matadores.

La primera oreja de la tarde fue para el castellonense Varea, que se encontró con un primer astado vareado y serio. Derribó en varas y se defendió en banderillas, pero en el último tercio enseguida se vio uncido a la muleta de Varea, que bajó mucho la mano y le llevó siempre sometido, con mucho mando y dominio, llevándole muy toreado y ligando los muletazos en un trasteo enjundioso y concentrado. Costó lo suyo fijar al sexto, que se derrumbó al salir del caballo. Muy pendiente del novillero, el utrero se lo pensó mucho en todo momento, hizo imposible el lucimiento. Pese a todo el de Castellón dejó de nuev constancia de su clase, maneras y disposición.

Cristian Climent estuvo muy por encima de su primero, muy flojo y blando, lo que influyó notablemente en su comportamiento a lo largo de toda su lidia. El novillero valenciano dejò ver su buen corte y disposición en una faena larga y poderosa que estropeó con la espada.

Se hizo ovacionar al quitar al cuarto y volvió a estar valiente con el rebrincado y descompuesto quinto, al que fue corrigiendo sus defectos con un toreo tan poderoso como de gusto, aguantando muy sereno las dudas de un oponente que, al verse superado, se rajó y busco la huida. También se alargó otra vez en su quehacer hasta que se llevó otro achuchón, afortunadamente sin consecuencias. Se tiró a por todas y aunque el estoque cayó bajo a sus manos fue una merecdida oreja.

Poco pudo hacer Álvaro Lorenzo con su manso primero, novillo que no quiso ver ni un capote, huyó de los caballos y echó la cara arriba en el segundo tercio. El toledano se empleò a fondo con él en una labor de nulo resultado.

Se paró cas de salida el cuarto, manso también en el peto y complicó la vida a los banderilleros. Peligro que mantuvo posteriormente, embistiendo a la contra y sin claridad, admitiendo el primer muletazo, costándole mucho el segundo y sin pasar en el tercero. Lorenzo, muy serio y entregado, porfió mucho y arriesgó hasta que se lo hechó a los lomos, tardando luego al matar.