Toros

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Pablo Mora cierra el círculo en Santander

El madrileño vuelve a cortar un año después una oreja, como un contundente Francisco de Manuel, en la segunda de la Feria de Santiago.

El novillero Pablo Mora durante la novillada que se ha celebrado en el segundo día de la Feria de Santiago
El novillero Pablo Mora durante la novillada que se ha celebrado en el segundo día de la Feria de Santiagolarazon

El madrileño vuelve a cortar un año después una oreja, como un contundente Francisco de Manuel, en la segunda de la Feria de Santiago

Ficha

Santander. Segunda de la Feria de Santiago. Novillos de Zacarías Moreno, de agradables y perfectas hechuras, muy parejos. El 1º, enclasado, pero con poco fuelle, quiso más que pudo; El 2º, bastito y de poco recorrido; El 3º, sosote, se rajó y terminó muy aplomado; el 4º, gran novillo, enclasado, con prontitud, ritmo y transmisión; el 5º, noble, aunque repuso lo suyo según avanzó la faena; y el 6º, manejable, se movió pero no tuvo finales. Más de media entrada.

Pablo Mora, de verde hoja y oro, media atravesada (saludos); estocada casi entera desprendida (oreja).

Francisco de Manuel, de nazareno y oro, pinchazo, buena estocada (saludos); gran estocada (oreja).

Antonio Grande, de marino y oro, media en buen sitio (saludos); estocada tendida y trasera, dos descabellos, aviso, media caída, descabello (saludos).

Pablo Mora cerró esta tarde el círculo en Santander. Alfa y Omega en un solo año. Despuntó e incluso sorprendió, entonces, su impecable sentido del temple. Valiosa y cara cualidad. Un año después, se palpa la evolución en su toreo. Hay más recursos. Más fe para hacer el esfuerzo y dar ese paso con decisión cuando es necesario. Más valor. Más cabeza. En definitiva, se le ve más hecho. Cortó una oreja del excelente cuarto, el mejor novillo –con clase y transmisión- de un encierro con peso pero agradables hechuras de Zacarías Moreno, que tuvo bondad y se dejó, pero al que, salvo a ese cuarto, faltó raza.

Muy en novillero toda la tarde, Mora quiso en sus dos novillos. Desde el primer segundo, y a pesar de los torileros, que abrieron el portón cuando enfilaba esa vereda de los miedos en busca de una portagayola que tuvo que improvisar a medio camino. Lo saludó después por delantales y una brionesa final. El quite, por tafalleras, para aliviar a un animal que ya cantaba que quería más que podía. Buscó Mora aprovechar con su temple innato la noble arrancada de su rival y a base de suavidad, sin un solo toque violento, logró ligarle varias tandas. Pero, nunca lo atacó y le faltó alma al trasteo. Destacó una serie penúltima con la zurda entre las dos rayas y una posterior, en una baldosa, con circulares. Manoletinas finales y media atravesada para saludar una ovación. Volvió a arrear en el cuarto, al que recibió con dos faroles de rodillas. Le cosió varias verónicas después y pegó un volatín el novillo al rematar con la larga cordobesa. Otra más al ponerlo en suerte del picador. No le afectaron al colorado. Tuvo fijeza, prontitud, ritmo y transmisión a raudales. Mora, que brindó a Fortes, volvió a clavar las rodillas en la cobriza arena montañesa y lo toreó en redondo. Muy templado. Cinco. Seis derechazos. Hubo profundidad. La misma hondura después, ya en pie. Sin mácula. Ni un enganchón con ese temple como clave del éxito. Un tesoro tiene ahí Mora, que vació las bravas embestidas del utrero, que sumó la duración a sus destacadas condiciones. Buen novillo. Volvió a echarse de rodillas en las manoletinas finales y cobró una estocada casi entera algo desprendida que lo dejó sin puntilla. Oreja para seguir creciendo.

El otro trofeo de la tarde fue para Francisco de Manuel. Otro novillero de la inagotable cantera de Madrid. Más que le pese a algunos que persiguen liquidarla. El madrileño llega con facilidad al tendido y se ganó al público de Santander con su lidia total al ensillado quinto. Aunque apenas se pudo estirar con el capote, firmó un tercio de banderillas espectacular –también lo fu el del segundo- en el que destacó un soberbio par al quiebro citando de rodillas. Luego, construyó la faena a golpe de natural a un colorado que tuvo bondad, pero que reponía al final del viaje, porque le faltaba un palmo más de recorrido. Pese a ello, y poniendo esmero en su colocación, De Manuel no dudó en echarle los vuelos al hocico y enganchar sus humilladas acometidas. Buenos naturales. La rúbrica, de premios. Un espadazo hasta la yema que puso el colofón a una labor muy completa. Otra buena estocada ‘recetó’ a la segunda al primero de su lote. Un novillo que se movió en los primeros tercios propiciando de nuevo su lucimiento tanto a la verónica –en el saludo y en el quite- como con las farpas. Luego, en el tercio final, le faltó fondo a la res, que tendió siempre a quedarse corto. Se metió, por ello, entre los pitones, muy cómodo. Ovación.

Cerró la terna el charro Antonio Grande. Gustó su aplomo en los dos novillos de su lote con los que saludó sendas ovaciones. Tras un variado saludo encadenado verónicas y chicuelinas de mano baja, el bajo y astifino tercero lo arrolló cuando remataba con la brionesa. De una pieza salió milagrosamente. Gustó luego su firmeza muleta en mano. Economía de movimientos con un utrero sosote que careció de raza y, aplomado, se terminó acobardando. Le debió cortar la oreja al sexto, manejable, aunque sin finales, porque salió siempre del muletazo con la cara por las nubes. Volvió a torearlo muy encajado y reunido, ligando tandas de hierática figura y buen trazo. La oreja era suya, pero no lo vio claro con la espada. Demasiadas dudas en esa suerte que da y quita. Habrá que esperarlo, porque gustó su concepto, sereno y firme, sin apenas perder pasos, aunque se le vio que es el más nuevo de los tres jóvenes. Nada que ver con Pablo Mora, hoy volvió a Santander y volvió a puntuar. Prosigue su escalada.