Opinión

Felices en la «sanchosfera» económica

En los últimos quince años, las familias han reducido su deuda del 134,9% al 76,1% de su renta disponible. Al mismo tiempo, la deuda pública ha crecido desde el 39,7% hasta el 110% del PIB

La deuda pública marca nuevos récords
La deuda pública marca nuevos récordsLa Razón

Calvin Coolidge (1872-1933) fue el trigésimo presidente de los Estados Unidos y el único que, curiosidades de la historia, nació el 4 de julio, el día de la fiesta nacional. Partidario de un Estado reducido, defendía que «nada es más fácil que gastar dinero público. No parece pertenecer a nadie. La tentación de otorgárselo a alguien es abrumadora». Muchos años después, Carmen Calvo, en sus tiempos de ministra de Rodríguez Zapatero, diría que «ya se sabe, el dinero público no es de nadie». Entre las dos afirmaciones hay una diferencia sutil pero capital. El político americano precisaba con acierto que el dinero público «parece» no pertenecer a nadie, mientras que la española lo aseguraba. El matiz es decisivo a la hora de cómo utilizar los fondos públicos que, por cierto, los gobiernos obtienen de los ciudadanos a través de los impuestos, como repetía Margaret Thatcher (1925-2013). La británica también sería la que diría que el dinero donde mejor está es en el bolsillo de las personas, algo que luego Esperanza Aguirre repetiría con frecuencia.

El dinero público, mejor dicho, el gasto público es lo que explica que la economía española creciera el 2,5% en 2023, con un repunte en el cuarto trimestre del 0,6%, por encima de cualquier previsión, algo de lo que ahora presume toda la «sanchosfera», mientras se lame las heridas del surrealista revolcón parlmentario que le han dado las huestes de Puigdemont, al votar en contra de una amnistía que ellos mismos reclaman. «Todos queremos más y más y mucho más», ya cantaba El Consorcio con la voz poderosa y penetrante de Amaya Uranga.

Pedro Sánchez no da señales de gran preocupación por el futuro económico. Todo lo contrario, y de hecho celebra y saca pecho por los resultados y por el hecho de que la economía española sea la que más haya crecido de la Unión Europea en 2023. En 2024 incluso puede ocurrir lo mismo, con la pequeña diferencia que del 2,5% anual se pasará a un raquítico 1,5%, como aventura el Fondo Monetario Internacional. Algo parecido, aunque sin atreverse a ofrecer datos concretos, opinan el 74% de los economistas españoles, según el último barómetro del Consejo General de Colegios de Economistas, que preside Valentín Pich. La mayoría coincide en prever un deterioro económico en el primer semestre de 2024.

El aumento del PIB en 2023, «el mayor de la Unión Europea», insisten en la «sanchosfera», tiene también su lado oscuro, en el que algunos viven felices. El crecimiento económico español, que por fin ha superado la situación de antes de la pandemia, se cimenta en el «consumo público», es decir, en el gasto público. Mientras que el consumo de los hogares, que han reducido deuda de forma espectacular, creció un 0,23% el ejercicio pasado, el público aumentó un 1,4% y un 4,4% en el cuarto trimestre del año, que es lo que explica el repunte del PIB por encima de las previsiones. Sin embargo, al mismo tiempo, el conjunto de la inversión no solo no crece, sino que cae hasta un 2% trimestral. Es decir, la economía se sostiene gracias al gasto público, a su vez financiado con deuda pública, que ya se acerca a los 1,6 billones, con «b» de barbaridad, de euros.

La evolución de la deuda pública y privada en los últimos años ofrece una de las mejores radiografías de la economía española. En 2008, justo antes de la Gran Recesión, la deuda de las familias suponía el 134,9% de su renta bruta disponible. Ese mismo año, la deuda pública era de unos 440.000 millones de euros y representaba el 39,7% del PIB. Quince años después, según los datos publicados esta semana por el Banco de España que gobierna Pablo Hernández de Cos, las familias han reducido su deuda hasta el 76,1% de su renta disponible. Un esfuerzo notable y, sin duda, meritorio. En esos mismos tres lustros, la deuda pública se ha multiplicado casi por cuatro y ronda el 110% del PIB. Todo eso durante los gobiernos sucesivos de Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, con Pedro Solbes, Elena Salgado, Cristóbal Montoro y el tándem Nadia Calviño-María Jesús Montero como responsables del erario público.

El escenario se completa con los datos de paro. También la semana pasada, Eurostat –el INE europeo– publicó las cifras del cierre de 2023 y España, otra vez, como sucede desde mayo de 2021, encabeza el ránking de desempleo, con 2,98 millones de parados, un 11,7% de la población activa, por delante incluso de Grecia, con un 9,2% de paro. Más llamativo: en la UE hay 12,93 milones de parados y los españoles representan el 23,04% del total, pero de eso no habla, por ejemplo Yolanda Díaz, feliz también en la «sanchosfera» y ejemplo de que «nada es más fácil que gastar dinero público», como decía Coolidge.

Mas-Colell: defensor de la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares españolas

El que fuera máximo responsable económico de la Generalitat y quizá el economista español que más cerca haya estado del Premio Nobel, Andreu Mas-Colell, defiende que podría ser positivo prolongar la vida útil de las centrales nucleares, en contra de la opinión del Gobierno, que rechaza revisar su plan de cierre total para 2035. Mas-Colell, padre intelectual de los economistas indepes, cree que a largo plazo la nuclear no tiene futuro, pero ahora podría ayudar a reducir las emisiones de CO2.

Grifols: más fondos bajistas, denuncias y urgencia de aclaraciones

World Quant, Qube Research & Technologies y Millenium International son otros tres fondos de inversión que han tomado posiciones bajistas en Grifols, después de que Gotham City publicara un informe en el que dudaba de la solvencia de la compañía. Grifols ha respondido con denuncias en EE UU y descalificaciones de sus detractores que, sin embargo, no aclaran la situación. KPGM, el histórico auditor, tampoco dice mucho, mientras la CNMV debería emitir su informe cuando antes.