Coyuntura

Medio billón de euros, el valor de la economía doméstica en España

La Fundación BBVA y el IVIE cuantifican las actividades domésticas no remuneradas en el hogar. Un indicador no incluido en el PIB, pero que un es termómetro de bienestar de los ciudadanos

Los españoles dedican al trabajo no remunerado en el hogar 57.808 millones de horas anuales
Los españoles dedican al trabajo no remunerado en el hogar 57.808 millones de horas anuales Dreamstime

El Productos Interior Bruto (PIB) es el principal indicador de la para estimar la producción de un país y la renta generada en el mercado. Ofrece, pues, información sobre el tamaño de la economía de una nación y su desempeño. Asimismo, la tasa de crecimiento es un termómetro fidedigno de la salud financiera de un estado. Sin embargo y, pese a que se suele tomar como referencia de progreso, no siempre ofrece una radiografía real sobre todos los aspectos que son relevantes a la hora de medir el grado de desarrollo de una sociedad, como es el bienestar de los ciudadanos.

Por este motivo, hay un importante interés académico, pero también estadístico, por mejorar los indicadores de bienestar disponible. Una atención que viene de lejos, pero que se ha intensificado en este siglo debido a la relevancia social alcanzada por los debates sobre la irregularidad del crecimiento, la desigualdad y la sostenibilidad. De hecho y, ante esta realidad, el propio Sistema Europeo de Cuentas (SEC), que fija el marco de la Contabilidad Nacional de los distintos estados miembros, permite incorporar a las mediciones una serie de «cuentas satélite», que facilitan la construcción de indicadores ampliados, capaces de incluir parámetros que si bien no están contabilizados en el PIB por estar fuera del mercado al tratarse de actividades remuneradas, son de una gran importancia a la hora de determinar cuál es el grado «felicidad» de los habitantes de un país.

Para realizar, precisamente, una aproximación más certera a las condiciones de vida de los españoles, la Fundación BBVA, en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), ha publicado recientemente «Más allá del PIB. El valor de la producción doméstica y el ocio en España», una monografía que, gracias a estas cuentas satélites, hace una valoración de aquellas actividades que mejoran las condiciones de vida de la población, pero que, al no ser remuneradas, se encuentra fuera de la órbita de las cuentas oficiales.

Cocinar, mantener el hogar limpio y ordenado, cuidar a niños o mayores, lavar y planchar la ropa... son tareas que quien más o quien menos suele realizar a diario. Estas actividades domésticas, que pueden pasar inadvertidas en términos económicos, impactan, y mucho, en la calidad de vida de los ciudadanos, por lo que merecen un análisis en profundidad como el realizado por la Fundación BBVA y el IVIE, un proyecto de investigación que se integra en uno más amplio, y cuyo objetivo es construir indicadores externos al mercado capaces de ofrecer un retrato fiel de la sociedad española.

El trabajo, desarrollado por las investigadoras Eva Benages Candau, Alicia Gómez Tello, Laura Hernández Lahiguera y dirigido por Francisco Pérez García y Ezequiel Uriel Jiménez, monetiza el tiempo dedicado a esas actividades a cambio de las cuales no se percibe una contraprestación económica.

Así, fundamentándose en la Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística (INE), y tomando como referencia distintas medidas salariales, los expertos ponen una cifra a este trabajo no remunerado. De esta forma, realizan distintas estimaciones basándose en el salario neto por hora del servicio doméstico, el de los empleados domésticos en Contabilidad Nacional, el SMI neto de los mismos y la remuneración media neta por hora en el total de la economía.

Poniéndose en el supuesto que es una persona contratada la que realiza estas tareas y tomando entonces como referencia el salario neto por hora del servicio doméstico (8,33 euros) y el número de horas totales dedicadas al trabajo no remunerado (57.808 millones), el valor de esta producción, según la estimación realizada por los investigadores, estaría próximo a los 482.000 millones de euros, el 41,46% del PIB, la cual se elevaría hasta 702.805 millones y el 60,92% de PIB si se tomara en consideración el salario medio por hora del conjunto de la economía (12,24 euros).

No obstante, las estadísticas a partir de las cuales se ha realizado el cálculo corresponden a 2017 (último ejercicio del que se dispone datos). Si esta valoración se trasladara a diciembre de 2002, la cuantificación de las actividades domésticas sería algo superior, ya que se elevaría por encima del medio billón de euros (501.000 millones), cuyo peso en el conjunto de la economía descendería hasta el 37,22% del PIB, debido a la expansión del mismo que se ha producido entre 2017 y 2022.

Sin embargo, se trata de una estimación parcial (que convendría ser revisada cuando se publiquen estadísticas actualizadas), ya que no tiene en cuenta las distorsiones introducidas por la pandemia en los hábitos de los ciudadanos, no solo durante el confinamiento, sino también posteriormente, y que han tenido una especial incidencia, precisamente, en la producción doméstica, una de las variables en que se centra esta investigación del IVIE .

El trabajo se completa con una valoración del tiempo dedicado al ocio, el cual también es determinante en el bienestar personal. No obstante, es más difícil de cuantificar en tanto en cuanto otra persona no puede disfrutar de este tiempo libre por nosotros como sí sucede en el caso de la producción doméstica (se puede contratar a un individuo que realice estas tareas en nuestro lugar). Por ello, el análisis emplea como criterio para su estimación que el tiempo empleado para el ocio podría ser utilizado para trabajar, por lo que aplica también distintos tipos de salario con los que se remunera las diferentes actividades económicas. Así, en 2017, la población española en edad de trabajar dedicó un total de 78.741 millones de horas a actividades de ocio (un 40% superior a las del trabajo doméstico). Si este tiempo se hubiese invertido en actividades remuneradas, su valor en el mercado ascendería a 844.332 millones de euros, el 72,67% del PIB.

«Cuando queremos analizar la evolución del bienestar de los hogares y personas utilizamos indicadores económicos, como el PIB, pero se dejan fuera otros aspectos cualitativos importantes. Y es que hay muchas actividades que impactan en el mismo y, no obstante, no se incluyen porque se trata de tareas que no se realizan en un mercado, como es el caso de la producción doméstica. Cocinar, mantener limpia la casa o disponer una red familiar que asegure los cuidados en el hogar mejoran la calidad de vida de las personas, por lo que deben ser tenidas en cuenta a la hora de determinar las condiciones sociales de la población. Los propios sistemas de Contabilidad Nacional son conscientes de sus limitaciones, por lo que ofrecen la posibilidad de construir nuevo indicadores que, ojalá, pudieran incluir todos los institutos estadísticos », explica Eva Benages, una de las autoras de la monografía.

Prueba del interés creciente por incorporar nuevos parámetros que vaya más allá del PIB es el hecho de que, actualmente, existan diversas iniciativas internacionales que tratan de comparar el bienestar de los países mediante la elaboración de índices sintéticos, como «OECD Better Life Index» o «EU Social Progress Index» Una de las alternativas a estos índices son los indicadores de las estadísticas oficiales de las Cuentas Nacionales. En este sentido, el trabajo de la Fundación BBVA y el IVIE no se ha fijado en indicadores de producción, del que el PIB es el principal exponente, sino que lo ha hecho en otros de consumo porque, a juicio de Benages, son los que mejor se relacionan con el bienestar.

Índice de Consumo Ampliado de los Hogares

Por este motivo, e integrando el gasto en consumo de las familias en bienes y servicios y la parte de la producción domésticas que incluye el SEC y el de las instituciones sin ánimo de lucro al servicio de los hogares y de las administraciones públicas, los autores han elaborado un nuevo índice, que han bautizado como «Índice de Consumo Ampliado de los Hogares», ya que el consumo está más próximo a las condiciones de vida de las familias y al grado de satisfacción de sus necesidades.

Este indicador de consumo ampliado ascendió en 2022 a 2,5 billones de euros, lo que supone casi triplicar el que mide el SEC y prácticamente duplicar el valor del PIB. Los dos componentes no incluidos en las estimaciones del SEC (producción doméstica y ocio) asciende a 1,5 billones de euros, lo que demuestra su relevancia para medir las condiciones de vida de las familias. El valor del tiempo dedicado al ocio supone un 36,1% de este indicador de consumo ampliado y el valor del consumo asociado a la producción doméstica alcanza el 28,6%. Así pues, el ocio y la producción doméstica concentran un 64,7% del consumo ampliado, mientras que el gasto en consumo de los hogares dirigido al mercado representan tan solo el 28,2%. «Esta visión del consumo ofrece una imagen distinta de la evolución del bienestar material de los hogares y, según las conclusiones que hemos podido extraer, fluctúa menos que el consumo recogido en la SEC y que el PIB», afirma Eva Benages. De hecho, entre 2000 y 2022 el consumo ampliado en España varió menos que el PIB y, al final de ese periodo, casi lo duplicaba. Atendiendo a este indicador de bienestar material, se puede decir que los hogares españoles han sufrido menos el impacto de las dos graves crisis padecidas en este siglo, la financiera y la sanitaria motivada por la pandemia. En relación a esta última, mientras la caída del PIB en 2020 fue superior al 11% y el gasto en consumo cayó un 9,2%, el consumo ampliado solo descendió un 4,6%.

«Estas cifras evidencias que el indicador de consumo ampliado oscila menos, lo que indica que la producción doméstica y el ocio amortiguan el ciclo económico con niveles de bienestar más estables que los que indica el PIB», concluye la investigadora.

Mujer, más trabajo en casa y menos ocio

Otra de las conclusiones de la monografía de la Fundación BBVA y del IVIE extrae es que las mujeres son las que más tiempo dedican a las tareas del hogar. Y es que hay un desequilibrio entre las horas cada sexo invierten en realizar actividades domésticas. La población de 16 o más años dedicó 57.808 millones de horas a tareas dirigidas a proporcionar alimentación, alojamiento, vestido, cuidados y educación. Casi las dos terceras parte de ese tiempo, (61%) correspondieron a mujeres. No obstante, esta diferencia ha ido disminuyendo paulatinamente, reduciéndose esta brecha. Así, hacia principios de siglo, en 2003, la media de tiempo dedicado al trabajo no remunerado por la mujer era 2,6 veces superior al del hombre, mientras que, tres lustros después, en 2017 esta diferencia se había reducido a 1,5 veces. El hecho de que la mujer dedique más tiempo a actividades no remuneradas se cumple en todos los grupos de edad y las diferencias aumentan con la edad. Por niveles de formación, la distancia entre hombres y mujeres se reduce a medida que aumenta el nivel de estudios alcanzados. En el caso de las mujeres, el número de horas dedicadas al trabajo no remunerado decrece de forma progresiva conforme aumentan los ingresos en el hogar.

El tiempo medio diario total que la mujer dedica al trabajo no remunerado es de 6 horas y 28 minutos, mientras que en el caso de los hombres desciende hasta 5 horas y 11 minutos. Esta diferencia se explica fundamentalmente por la diferencia existente entre el tiempo medio dedicado al trabajo no remunerado en el hogar, que es (según la última estadística de 2017) de 4 horas y 28 minutos en mujeres (4,51 en 2010) y de 3 horas y 13 minutos en hombres (2,32 en 2010). Sin embargo, esta gran diferencia no se refleja en el trabajo total porque los varones realizan de media una hora más de trabajo retribuido.

Del trabajo por el que no perciben emolumentos, las mujeres dedican más tiempo a proporcionar alimentación, seguido por actividades relacionadas con el alojamiento, el vestido y, último, el trabajo no remunerado en el hogar. Las actividades de los hombres se distribuyen de forma distinta, siendo la primera proporcionar alojamiento, seguida de cuidados y educación, alimentación, trabajo no retribuido fuera del hogar y, finalmente, vestido.

Esta mayor dedicación de la mujer a las tareas del hogar se acompaña de una disminución de las horas dirigidas al ocio en relación a los hombres. Sin distinguir por sexo, el tiempo medio diario dedicado al ocio es de 5 horas y 45 minutos. Las mujeres emplean (según la última estadística) a este aspecto 5 horas y 12 minutos frente a a las 5 horas y 50 minutos de los hombres. No obstante, esta diferencia también se ha reducido en los últimos años, pasando de una diferencia de una hora a principios de 2003 a 38 minutos en 2017.

En cuanto a la participación en las distintas actividades según el sexo y día de la semana, tanto hombres como mujeres presentan participaciones muy similares en diversión y cultura, artes y aficiones, lectura y ver la televisión. Las mujeres intervienen más en actividades participativas y relacionadas con la vida social, mientras que los hombres lo hacen más en actividades relacionadas con el ejercicio físico, la informática, los juegos, escuchar la radio y realizar trayectos.