Energía

El petróleo a 100 dólares amenaza con desatar la tormenta casi perfecta

El conflicto en Israel ha tensionado el mercado del crudo, que encara ya la recta de los tres dígitos, barrera psicológica que podría superar ampliamente si la contienda se extiende a toda la región

El mercado del crudo se ha tensionado
El mercado del crudo se ha tensionadoDreamstime

Cada 10% de revalorización del precios barril de petróleo detrae un 0,2% al crecimiento, y suma un 0,4% a la inflación. Ese es el impacto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que el incremento de la cotización del crudo tiene sobre la economía.

El año pasado, por estas fechas, la escalada de los precio del gas se había convertido en el gran elemento de desestabilización. Doce meses después, la crisis energética no solo no se ha resuelto, sino que hay un invitado más a la fiesta, el petróleo. Y es que el conflicto en Oriente Medio está metiendo «presión» al mercado, añadiendo más volatilidad, si cabe, a un contexto socioeconómico ya complicado.

El brent, el crudo de referencia en Europa, se encuentra en niveles máximos del año, en el entorno de los 90 dólares, pero ya el pasado mes de septiembre, antes que se desencadenara el enfrentamiento, coqueteó con la que se considera verdadera barrera psicológica para el precio del barril, los 100 dólares. En niveles parecidos se sitúa el West Texas americano. Analistas, como los de Bank of America, no tienen dudas de que el oro negro alcanzará los tres dígito antes de final de año, más cuando otras variedades, como el nigeriano Qua Iboe, ya han llegado a esa cota.

En medio del recorte de la producción anunciado por Arabia Saudí y Rusia, que podría generar un déficit de tres millones de barriles diarios en el cuarto trimestre, la geopolítica ha irrumpido de forma súbita, tensionando aún más los precios (desde el pasado día 6 el brent ha subido casi un 10%).

El conflicto en Oriente Medio tras los atentados de Hamas en Israel y la respuesta del estado hebreo a los mismos introduce un elemento de profunda incertidumbre, un nuevo «Cisne Negro», con repercusiones todavía impredecibles sobre el precio petróleo y la economía global.

Tres escenarios posibles

En este sentido, Singular Bank ha proyectado tres escenarios, dependiendo de cómo evolucione la guerra entre Israel y Hamas. En el primero de ellos, el conflicto quedaría acotado a Israel, por lo que el precio aumentaría en el entorno de los 4 dólares por barril, lo que restaría 0,1 puntos porcentuales al PIB global y añadiría otro 0,1 a la inflación. En un segundo contexto, el conflicto de extendería al Líbano, Cisjordania y Siria. En ese caso, la cotización repuntaría ocho dólares, con un impacto sobre el crecimiento de 0,3 puntos y de 0,2 sobre los precios. En una tercera posibilidad, Irán irrumpiría en el conflicto, extendiéndose la guerra a toda la región, lo que dispararía el precio del barril 60 dólares, restando un punto porcentual al PIB y sumando 1,2 a la inflación.

Otras crisis

Aunque la actual situación recuerda a otros periodos históricos en los que las tensiones geopolíticas han conducido a diferentes crisis energéticas, lo cierto es que, a día de hoy, la dependencia del crudo es menor que, por ejemplo, cuando de desencadenó la Guerra del Golfo o la crisis de Libia, por no hablar de las dos crisis del petróleo de la década de los 70 del siglo pasado, en las que se paró la economía.

Sin embargo, los riesgos que acechan a la economía actualmente tampoco son los mismo de entonces, por lo que los incrementos que el crudo experimentó durante esos conflictos (la cotización del brent aumentó un 240% durante la Guerra del Golfo), hoy, serían difícilmente asumibles. Y es que la economía mundial lleva ya varios años resistiendo los embates de distintos elementos que no dejan de erosionarla, y llega ya muy «tocada» para soportar un barril de petróleo «desmadrado».

Elementos de vulnerabilidad

Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank, explica cuáles son los elementos que hacen a la economía más vulnerable hoy que en crisis energéticas anteriores. El primero de ellos es la inflación, que se encuentra en cotas inusualmente altas. El segundo son unos los tipos de interés en tasas desconocidas desde hace décadas, por lo que un barril de crudo por encima de los tres dígitos aumentaría más el IPC, apuntando a más subidas de tipos por parte de los bancos centrales, dibujando a un escenario claramente «estanflacionario».

Pero el alza del crudo no es, ni mucho menos, puntual. La escalada de precios es una tendencia que viene de lejos. Tras el mínimo marcado en abril de 2020 por el «parón» en seco de la actividad como consecuencia de la pandemia (18 dólares), los precios han ido subiendo paulatinamente sobre todo, a partir de 2021, intensificándose en 2022 por la Guerra de Ucrania (llegó a un pico de 128 dólares). Uno de los principales factores que ha contribuido a que mantener los precios ha sido China. Las empresas del gigante asiático están demandando menos petróleo para su actividad, sirviendo, en cierto modo, como «amortiguador» ante el recorte de la oferta.

Ahora, es la situación en Oriente Medio la que condiciona la evolución de los precios. Dependiendo de los derroteros por los que transite el conflicto, la cotización se verá más o menos afectada, aunque, ocurra lo que ocurra, la tendencia es a subir. «Hay que tener en cuenta que el nuevo conflicto está teniendo lugar en una región del mundo donde se concentra un tercio de la reservas mundiales de crudo. Además, Estados Unidos, con unos inventarios de seguridad en mínimos desde 1983, ya no puede actuar de estabilizador del mercado. Y ello se debe a que muchas empresas americanas del sector petrolífero cerraron por la pandemia, y las que lograron sobrevivir no acometieron las inversiones necesarias, ya que se centraron en proyectos de transición energética. Todo ello ha tensionado la oferta, que puede verse más o menos afectada dependiendo de si el conflicto deja de circunscribirse a Israel y se extiende por toda la región», explica la economista jefe de Singular Bank.

Irán era uno de los países que estaba aportando estabilidad al mercado. Este año ha aumentado su producción en 700.000 barriles, después del acercamiento de Estados Unidos a la república islámica, lo que ha convertido al país en la segunda fuente de suministro adicional del mundo. Si se demuestra que han servido de soporte de los atentados de Hamas y entra en conflicto, se expone a la imposición de nuevas sanciones, que recortarán la producción y empujará aún más la cotización. Tampoco se descarta un bloqueo de Estrecho de Ormuz, por el que pasa diariamente el 20% del crudo que se consume en el mundo.

Contagio al gas

Otro de los efectos indeseados es el efecto contagio de la situación del crudo al gas. «El precio del gas ya ha comenzado a tensionarse, una coyuntura que se observa desde el pasado mes de agosto en la cotización del gas Dutch TTF, algo que añade volatilidad al panorama energético europeo. Por tanto, hay preocupación, especialmente en Europa, que está muy pendiente de la dureza del invierno, pero también de los sabotajes de los gasoductos del Mar Báltico», advierte Coronil.

Deuda

Pero, a diferencia de otras crisis energéticas, hay otro elemento que sitúa a la economía en una profunda situación de debilidad. Los mercados desarrollados, que se han hecho «adictos al déficit», cuentan actualmente con un escaso, por no decir nulo, margen fiscal. Los niveles de endeudamiento absoluto, con una la deuda global que asciende a 307 billones de dólares, el 336% del PIB mundial, según Datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), no tienen nada que ver con los de hace 10 años. Ante este elevadísimo endeudamiento, si los bancos centrales continúan subiendo tipos para frenar la inflación, pueden poner en riesgo la estabilidad financiera. Por este motivo, la economista no tiene tan claro que los bancos centrales opten por subir tipos indefinidamente como única medida para contener la inflación. Que el precio del petróleo se dispare por encima de los tres dígitos puede ser, a su juicio, motivo, incluso, de un cambio en la política monetaria, ya que pueden optar por una pausa. «Quizá sea el momento de que las políticas económicas sustituyan a las monetarias y que marquen el paso, porque la inflación, a la vista de los acontecimientos, no se va a moderar, por lo que será necesario adoptar otras medidas para enfriar los precios», precisa Coronil.

Los riesgos de estabilidad ya se están trasladando a la economía. Y es que ya hay sectores que ya están atravesando dificultades financieras, como la construcción. En este sentido, el 12% de las compañías alemanas del sector reconoce que tienen problemas de este tipo.

Transición energética

La escalada de los precios energéticos en general y del petróleo en particular también tiene como telón de fondo el proceso de transición energética que, además, no se está produciendo al mismo ritmo en todo el mundo. Mientras las economías avanzadas han puesto con fecha de sus objetivo de prohibir los coches propulsados por combustibles fósiles en 2035, en otras, como India, África o Indonesia, todavía están muy lejos de esas fechas. Incluso, Reino Unido que había adelantado esta prohibición a 2030, ha anunciado recientemente que la pospone durante cinco años más. Hechos todos estos que evidencian que el proceso de descarbonización se está realizando a un ritmo más lento que el inicialmente previsto, por lo que que, al menos de momento, el petróleo continuará siendo una fuente de energía fundamental. «Hasta que no se desarrollen alternativas no contaminantes que aseguren el suministro, el gas y el petróleo continuarán siendo esenciales, especialmente para los sectores industriales», añade Coronil.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) prevé que el consumo de petróleo suba un 16% hasta 2045, por lo que la industria requerirá de inversiones por valor de 14 billones de dólares para evitar un «caos» en el mercado. Y es que actualmente los expertos han detectado una importante falta de inversiones en exploración y la explotación de yacimientos, lo que está comprometiendo la oferta. A la falta de proyectos en Estados Unidos se une también la falta de iniciativas en otros países, como Venezuela o México, que han equilibrado la oferta tradicionalmente.

La sombra de los 100 dólares por barril sobrevuela de nuevo sobre el mercado del petróleo, la cual amenaza con desencadenar una tormenta «casi» perfecta, de efectos desconocidos sobre la en la economía.